Image: Antony Gormley

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Arte

Antony Gormley

“La escultura aspira a ser estable, a encontrar su lugar”

16 enero, 2002 01:00

Antony Gormley. Foto: Paco Rodríguez

El viernes 18 de enero se inaugura en Santiago de Compostela la primera muestra antológica del escultor británico Antony Gormley, ganador del premio Turner en 1994. Son 25 piezas, desde 1978 hasta hoy, que el artista ha seleccionado para el CGAC con la ayuda del crítico de cine y comisario de exposiciones, Michael Tarantino. De esta exposición y de sus proyectos nos habla en la entrevista.

Acaba de llegar a Santiago de Compostela. Entusiasmado con la exposición que esta semana se inaugura en el centro gallego contesta amablemente a nuestras preguntas. Desde su estudio en el sur de Londres ha venido al CGAC con 25 piezas a cuestas, una de ellas, Glass Pool, ve la luz por primera vez; otra, Quantum Cloud, ha sido expresamente concebida para este espacio. Escultor e investigador incansable, ya está pensando en una gran instalación para unas salinas en Australia, "no he empezado a trabajar sobre el terreno, pero la obra ya tiene nombre: Inside Australia, Dentro de Australia".

-En su obra hay dos temas imprescindibles, sin los cuales es imposible entender su obra: el cuerpo y el lugar, ¿me equivoco?
-Exacto, creo que esa es la cuestión fundamental que plantea la obra: la relación entre el lugar que llamamos yo, el ser, y el lugar que éste ocupa en el espacio. El primero corresponde a un concepto geográfico del espacio y el segundo al concepto de espacio mental o imaginario. Ambos son fundamentales para la escultura. Lo que pretendo es hacer objetos físicos que transformen un lugar pero que se puedan convertir en objetos mentales capaces de penetrar en el espacio imaginario del ser humano.

-Hablemos primero del cuerpo: su trabajo es una investigación constante del cuerpo, de su propio cuerpo, ¿cómo se entiende con él?
-Veo mi cuerpo como un instrumento dentro del cual he nacido. Es como una nave, una herramienta o un mecanismo físico sencillo para actuar sobre la materia y el mundo. Contemplo mi cuerpo como instrumento del espíritu, y no lo digo en un sentido místico, el espíritu para mí es la vida. Eso es lo que me interesa y supongo que la relación que mantengo con mi cuerpo es, por un lado, la de un observador y, por otro, la de una especie de protagonista.

El alma de la escultura
-Esa parte espiritual, el alma, se ve claramente en algunos de sus trabajos. ¿Cómo se enfrenta a lo que no es físico, a lo más íntimo?
-No sé si puede uno "enfrentarse" a eso. Yo intento identificar la parte independiente del ser, lo que llamo "el yo", separando esa parcela del yo, el ser, del espacio que lo rodea, el no-ser. Pero ese empeño me ha llevado a descubrir que en "realidad" uno forma parte del otro, así que esa idea de que el alma es independiente del cuerpo, o de que hay algo llamado espíritu, que es distinto de la sexualidad, no acaba de convencerme. Creo que una de las funciones importantes del arte consiste en reafirmar los vínculos entre la mente y el cuerpo, entre la espiritualidad y la sexualidad.

-En cuanto al lugar, su escultura quiere ser un lugar en sí misma y, a la vez, busca un lugar para ser, ¿cuál es la importancia del emplazamiento?, ¿cada obra suya tiene su propio lugar y cambia con él?
-Totalmente. Creo que el contexto es el cincuenta por ciento de la obra. Una vez que cambias un objeto de un lugar a otro, tanto el lugar como el objeto varían. éste es un momento extraordinario para la escultura, porque la necesitamos. Nos bombardean con imágenes que saturan las redes electrónicas, y la escultura nos proporciona un modo único de arraigar nuestra mente; sin embargo la escultura en nuestro tiempo -esta exposición es un buen ejemplo- se ha visto obligada a moverse como cualquier otra cosa, de modo que ahora nos referimos a las muestras de escultura como si fueran espectáculos itinerantes. Pero, de hecho, la escultura aspira a ser estable, quiere estar en un lugar. A mí me gusta jugar con esto. El cuerpo en el arte, al igual que la escultura en el mundo, no está seguro del lugar al que pertenece.

-Supongo que igual que incluye el aire como un material más de sus obras, también el emplazamiento forma parte de la escultura.
-Sí, creo que es una buena analogía. En la medida en que la obra trata de lo que no está ahí -del cuerpo ausente- plantea algunas cuestiones sobre dónde está. Tal vez esas preguntas nunca puedan ser contestadas de un modo absoluto y en eso consiste el misterio de la relación entre un sujeto ausente y su posible emplazamiento.

El espacio ideal
-La galería, el museo, la plaza pública, la montaña, el desierto..., son lugares donde ha situado algunas de sus esculturas, ¿cuál cree que es mejor espacio para el arte?
-Bueno, ya hemos hablado un poco de eso, de esa idea de extrañamiento. La posición más adecuada para el arte actual es, en mi opinión, una posición unheimlich, lo misterioso, lo inexplorado, lo provisional, y no estoy seguro de que exista un lugar ideal. Yo lo he probado todo, y todo es provisional: la playa, los sembrados, las galerías, las calles, los caminos o las plazas, y creo que la respuesta más sencilla es que cualquier lugar es bueno. Incluso ese pequeño espacio oscuro que hay debajo del lavabo. Tiene que haber una escultura perfecta para ese lugar. El lugar está ahí, esperando, y, en cualquier caso, no existe un "lugar ideal", todos son buenos.

-Considera sus esculturas como lugares o, tomando el concepto de Robert Smithson, como no-lugares?
-Tienen más que ver con los lugares posibles que con lugares reales. Hace unos diez años pasé de hacer contenedores, cajas vacías con forma humana, a hacer masas. Estas masas son también índices del espacio que ocupa un ser humano, pero en lugar de estar vacías, ahora son masa. Hay una dislocación del espacio. Creo que la obra sólo funciona si pensamos que esa dislocación tiene un hueco que el espectador puede rellenar. Supongo que pasan a ser lugares posibles una vez que son habitados por la conciencia del que las contempla.

-¿Cómo ha resultado la experiencia de trabajar con Michael Tarantino?
-Su aportación ha sido muy sutil, pero muy inteligente. Al proceder del mundo del cine, su actitud hacia la escultura parece tener su origen en una forma de arte temporal, pero eso le confiere una sutileza que ha hecho que trabajar con él haya sido una experiencia enriquecedora.

-Supongo que las obras que vienen a Santiago tendrán una razón para estar, ¿cómo las han elegido?
-En eso ha tenido mucho que ver la colaboración de Michael. Ha sido al tratar de explicarle a él, y por consiguiente a mí mismo, la evolución de las obras cuando ha surgido la selección. Era interesante, por ejemplo, el hecho de que algunas de mis primeras obras no se hubiesen expuesto nunca: es el caso de Glass Pool (Charca de cristal). Es una pieza de 1977, y una clave para ver la exposición en su conjunto. No creo que esta exposición tenga una tesis, sin embargo sí pienso que tiene una estructura narrativa; es una exposición que ha sido concebida por un crítico de cine.

Suspensión en el tiempo
-Hay una obra nueva, realizada específicamente para el CGAC, Quantum Cloud (Nube cuántica), ¿en qué consiste?
-Se trata de la obra más grande de la serie Quantum Clouds y también la más densa. Las Quantum Clouds representan la transición más importante que se ha podido observar en mi obra, de los volúmenes y las masas delimitados por la piel a una zona de energía. Era importante para mí que hubiese una pieza muy reciente que tratase esta cuestión de la suspensión en el tiempo, y estaba trabajando en esta pieza cuando me invitaron a exponer en el CGAC así que decidí que fuese ésa la pieza central de la muestra. Así que esta Quantum Cloud es, en cierto modo, un momento de explosión, de transformación, en el centro mismo de la exposición. Estoy encantado de poder mostrar la pieza aquí.

-Aunque usted ya era conocido antes de ganar el premio Turner, ¿qué ha significado para su carrera?
-No tengo ni idea de cómo habría sido mi vida si no lo hubiera ganado. Estoy muy orgulloso, aunque, por supuesto, uno no hace arte por los premios, uno hace arte para buscar un sentido a su existencia. No sé si ha supuesto algún cambio profundo en la esencia de mi proyecto, pero ha hecho que más gente conociese mi obra y pudiese verla.
-Nosotros lo haremos. A partir del viernes, en el CGAC.


El escultor Antony Gormley (Londres, 1950) vive y trabaja en la capital británica, donde, en 1994, fue merecedor del premio Turner que organiza la Tate Gallery. Además ha estado en la Bienal de Venecia (1982 y 1986) y en la Documenta de Kassel (1987). A pesar de su reconocida fama internacional y de sus polémicas intervenciones públicas (como en Gateshead con la escultura The Angel of the North o en Birmingham con Iron Man) ésta del CGAC es la primera retrospectiva en España donde, de momento, no expone en ninguna galería.