Image: España como taller

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Arte

España como taller

Once artistas extranjeros que viven en nuestro país cuentan su experiencia

22 mayo, 2002 02:00

De izquierda a derecha, Simon Edmonson, Nicolai, Diego Figari, Waldo Balart, Rinaldo Paluzzi y Eva Lootz en el Palacio de Cristal de Madrid

El próximo viernes el Museo Esteban Vicente de Segovia inaugura una exposición que reúne, por primera vez la obra de treinta y cuatro artistas que viven o han vivido largas temporadas en España. Desde el francés Yves Klein a la argentina Laura Lío, pasando por Mitsuo Miura o Humberto Rivas, son muchos los artistas que han hecho de España un taller a su medida. El Cultural ha hablado con once de estos creadores que explican aquí el porqué de su llegada, lo que España ha influido (o no) en su obra, la globalización que todo lo invade...

No tienen nada en común, no tienen las mismas afinidades estéticas (ni plásticas), tampoco son de la misma generación, pero todos comparten un mismo sentimiento vital: son extranjeros. Son artistas de distintas nacionalidades que, por diferentes razones, han acabado viviendo y trabajando en España. Con motivo de la exposición del Museo Esteban Vicente, hemos reunido en estas páginas a once de los artistas que han encontrado en España todo lo necesario para trabajar y vivir. Hablan aquí de su situación, de su integración en el mercado español, del multiculturalismo o de la globalización (también) del arte. Son constructivistas, abstractos, figurativos, escultores, fotógrafos que coinciden en una sola cosa: casi todos se sienten extranjeros allí donde estén. La mayoría de los aquí reunidos viven en Madrid o en Barcelona, aunque, a modo de curiosidad, las islas, como para los turistas, son también un destino atractivo para algunos artistas centroeuropeos presentes en la exposición (Erwin Bechtold, Albert Oehlen, Ben Jakober).

El porqué de España
Los hay que eligieron España por el idioma o por tener familia (muchos de los latinoamericanos), otros llegaron de paso y se quedaron a vivir, como el argentino Adolfo Estrada (Buenos Aires, 1942); Nicolai (Reykiavik, Islandia, 1959) asegura que fue una elección "a dedo"; Humberto Rivas (Buenos Aires, 1937) huía de la violencia y Yamandú Canosa (1954) de la dictadura uruguaya. El cubano Waldo Balart (1931) llegó en 1970 para inaugurar una exposición suya en el antiguo Museo de Arte Contemporáneo y se quedó a vivir; a Rinaldo Paluzzi (Pennsylvania, 1925) le atrajo la posibilidad de poder trabajar con la galerista Juana Mordó; Mitsuo Miura (Japón, 1946) vino de turista y lleva aquí 37 años; y Diego Figari (Lima, 1964), uno de los más jóvenes, llegó escapando de una sociedad clasista y asfixiante, "no soy peruano autóctono y allí me llamaban ‘gringo’; me sentía extranjero en mi propio país", dice Figari. Simon Edmonson (Londres, 1955) lo decidió hace once años, cuando cerró su galería londinense, y Eva Lootz (Viena, 1940) sólo quería salir de Centroeuropa y antes de llegar a España ya había recorrido varios países, pero aquí se quedó hace ya 30 años. Ahora la artista prepara una importante exposición en el Palacio de Cristal: "La verdad es que me siento extranjera en cualquier sitio y, aunque en España estoy bien, no digo que vaya a vivir aquí toda la vida".

Las influencias
Para Estrada es el Museo del Prado lo que más ha influido en su carrera: "Entrar allí por primera vez supuso un choque muy fuerte; ver a Velázquez, Goya, Murillo o Zurbarán fue un descubrimiento maravilloso. Además, estudié en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y creo que los zurbaranes que había allí colgados marcaron aquellos años. Todo influye, Tàpies no hubiera sido Tàpies sin Cataluña". Goya y Velázquez han sido también referentes fundamentales para Simon Edmonson; pero no sólo la pintura ha marcado su trayectoria: "Creo que la poesía española me ha influido más que la pintura contemporánea. En Londres había leí-do a García Lorca pero cuando llegué conocí personalmente a José ángel Valente y a otros poetas de su generación". Lo mismo le ocurrió a Yamandú Canosa con Miró: "Me impresionó mucho ver en Barcelona los mirós que ya conocía por láminas. Aunque parezca mentira también descubrí a mi compatriota Torres-García quien, como yo, vivió aquí durante treinta años". Canosa asegura que en su obra se nota su experiencia de haber nacido en un continente y haber vivido en otro, "Uruguay me echó, pero ser extranjero para mí ha sido un privilegio; es sumar y no restar. Yo recomendaría a todo el mundo ser extranjero alguna vez. Yo soy de un país mestizo, intermedio, que yo mismo he ido construyendo", dice.

Está claro que el lugar de residencia marca de algún modo las obras de estos artistas, "somos personas muy sensibles -dice Ben Jakober (Viena, 1930)- todo nos afecta. Yo soy un judío errante; mi país está allí donde me encuentro", asegura este austriaco que vive entre Mallorca y Malta. En la misma línea habla de su experiencia Paluzzi: " Soy como una esponja, lo absorbo todo"; Figari en cambio se reconoce más en su orígenes al afirmar que "de Perú tengo el barroquismo desmedido de sus altares, la imaginería colonial, la sexualidad reprimida, ese constante olor a muerte... En España sólo me siento extranjero cuando quiero". Igual le ocurre a Humberto Rivas: "Me le interesa el arte universal. No niego la influencia de Barcelona en mis fotografías, pero lo realmente importante para mí ha sido la obra de Durero, sin olvidar a Cartier-Bresson,".

Esa sensibilidad y esa condición de extranjeros eternos puede llevar a la idea (equivocada) de que estos artistas son exponentes claros de esa globalización que vive el arte. Pero nada más lejos de la realidad, todos los aquí presentes tiene un lenguaje personales y quieren transmitir un mensaje que poco o nada tienen que ver con modas. Es el caso de Nicolai: "Ahora se hace lo mismo aquí que en Cuba, muchos artistas se mueven sólo por la moda y todos reflexionan sobre ellas. En ese sentido no soy muy influenciable".

La globalización
Según Mitsuo Miura no hay duda: "La tendencia es hacia la globalización". Pero, a pesar de que el arte se parezca cada vez más venga de donde venga, para Edmonson España sigue siendo "más tradicional que Inglaterra. Yo esto lo agradezco porque aquí no tengo que justificar el valor de ser pintor. Por otra parte, mi caso es algo paradójico porque soy absolutamente inglés y me siento totalmente integrado en España". Sin embargo la globalización afecta a todo; para Estrada "en el arte español actual los lenguajes están cada vez más diluidos, hay menos rasgos locales. No pasa en el cine, por ejemplo, pero sí en el arte".

"Si cubano significa representar algo que está pasando en la isla (balseros, religión) eso no es mi obra -dice Balart-, pero no por ello dejo de ser cubano. También hay rasgos cubanos en mis cuadros", comenta el pintor que se define a sí mismo como "sistemático constructivo". Tampoco Eva Lootz es de las que cree en los rasgos locales en el arte, pero "aunque sólo sea por el idioma, hay cosas comunes. Todavía no está todo tan globalizado".