Image: De lo oculto en Santiago Serrano

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Arte

De lo oculto en Santiago Serrano

5 diciembre, 2002 01:00

Sin título, 2002

Miguel Marcos. Jonqueres, 10. Barcelona. Hasta el 18 de enero. De 9.600 a 24.000 euros

He dicho en alguna ocasión que la mejor manera de hablar de Santiago Serrano sería escribir un poema. En términos generales, la suya es una pintura de sugerencia y evocación; se trata de composiciones abstractas articuladas en planos y líneas. Tierras, la serie que ahora presenta, consiste en un conjunto de dípticos, un diálogo entre geometría y color. Pero más que de color, diría que se trata de un mundo de transparencias o veladuras. Lo que importa es el trabajo de atmósferas y sensualidades, y es que Serrano sabe, como ningún otro pintor, extraer todo del color. Como Rothko, a pesar de la aparente simplicidad, la riqueza de matices le atribuye la profundidad y ambigöedad de un cielo o un mar infinito, de ahí que su trabajo sea pintura hecha poesía.

¿Hay algo más? Tengo la convicción de que la obra de Serrano posee una dimensión simbólica; más aún, diría que se trata de una pintura de la ocultación. Si la pintura de Santiago Serrano es poesía, ¿de qué nos habla? Si estos dípticos son una relación de contrarios, ¿de qué dialogan? Es difícil decirlo. En una de sus series anteriores advertí un elemento extraño pero muy significativo: una especie de carcoma habitaba los dibujos del artista. Esta carcoma era descrita minuciosamente y contrastaba con el arte abstracto del pintor: sin duda era la metáfora de algo terrible contenido en su obra. Ahora, en esta serie de Tierras, no he observado ningún aspecto similar, pero no puedo ver la obra del artista sino desde un sentimiento dramático: la abstracción de Serrano, similar a la de Holbein el Joven en su obra Los embajadores, donde una calavera se disimula por un efecto de anamorfosis. Este cuadro, visto sólo desde un determinado ángulo, muestra el espanto de un cráneo humano. Intuyo que Serrano procede a una desfiguración de aquello innombrable y siniestro con sus superposiciones y semitransparencias.

Tal vez sea yo, que tan sólo veo lo trágico. Tal vez este contenido dramático esté en mí y no en Santiago Serrano. Tal vez exista un mensaje de amor en el artista que yo no sé descubrir. Me gustaría preguntar a un niño cómo contemplaría la obra del artista. De él esperaría una mirada limpia y diferente a la de un crítico, cansado de la vida y del arte, que no alcanza a ver más allá de su propia desilusión. Hay, sin embargo, algo implícito en la pintura de Serrano: mirar es pura invención, creación de uno mismo. Así es la poesía, así es la pintura de Santiago Serrano.