Image: Francisco Leiro

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Arte

Francisco Leiro: "Me interesa más la memoria del cuerpo que su representación"

25 marzo, 2004 01:00

Francisco Leiro. Foto: Mercedes Rodríguez

Sin podernos abstraer del desastre, de la desgracia, de los terribles sucesos que han abierto en España, y sobre todo en Madrid, una herida que tardará mucho tiempo en cicatrizar, empezamos a hablar de trabajo, porque Francisco Leiro (Cambados, Pontevedra, 1957) es un “currante” infatigable, un escultor que se toma muy en serio su jornada de trabajo. “Cada vez que me enfrento con un nuevo proyecto, los anteriores me parecen de alguna manera fallidos”, dice. Pero la política se mezcla con el arte en esta conversación: “Sólo pido que efectivamente haya ministro/a de cultura”. Para la exposición de la Fundación Granell ha desempolvado trabajos realizados desde el año 1975 hasta el 1980. Pero el mayor reto es exponer en el Palacio de Cristal, un lugar especial pero de difícil montaje, ¿qué veremos en Madrid?

-El Palacio de Cristal es como una gran jaula acristalada con una luz que evapora cualquier cosa. Vistas las exposiciones anteriores y tras estudiar el espacio con detenimiento encuentras dos o tres recetas para que el espacio funcione. He deshechado esta opción y he optado por echarle un pulso al espacio. La muestra consiste en siete grupos escultóricos de distintos momentos.

Leiro no terminó los estudios de Bellas Artes, “me aburría. Lo que me interesaba era hacer esculturas libremente, sin imposiciones académicas”, cuenta. Esto no le ha impedido acabar exponiendo con una de las grandes, la galería Marlborough, en Madrid y en Nueva York. Pero eso ocurrió en 1988, antes pasaron muchas cosas.

Más carácter y menos policromía
-1983 marca un hito en su carreta, su obra se hace más fuerte, más dramática. ¿Es usted consciente?
-Una buena pregunta. Los años anteriores al 83 hacía una obra figurativa más lánguida, que de alguna manera festejaba la parte más ridícula de la condición humana. Poco a poco, sin proponérmelo, comencé a darle más carácter a las esculturas, más fuerza, a base de soluciones esquemáticas, valorando las texturas y utilizando la policromía con mesura. Antes policromaba completamente las esculturas eliminando las evidencias del material.

-¿Es sólo casualidad que ese año participe en la última exposición de Atlántica? ¿Qué significó Atlántica?
-Cuando me invitaron a participar en la exposición de Atlántica en el Palacio de Gelmirez en Santiago, en el mundo del arte se empezaba a potenciar la figuración, tanto en la escultura como en la pintura. Mi trabajo encajaba muy bien con aquello. Participar en esa exposición fue muy importante para mí.

-¿Hay en sus orígenes un surrealismo del que se ha ido alejando?
-En los años 70 cuando estaba en la Escuela de Artes y Oficios Maestro Mateo entré en contacto con un grupo de artistas muy divertido. Nos hacíamos llamar Fato onírico gallego. El dadaísmo y el surrealismo era nuestra fe. Esta época me marcó mucho y de hecho sigo practicando el dibujo automático. La semilla de muchas obras actuales está basada en ese mundo onírico o irracional.

-¿Qué le ofrece la madera?
-Uso los materiales en función de lo que quiero hacer. Los materiales tienen su propio lenguaje, lo que los artistas hacemos es articularlo. Lo que más trabajo es la madera por su inmediatez de ejecución, su organicidad, su fácil combinación con otros materiales y la posibilidad de la policromía. De todas formas creo que es mala costumbre identificar al escultor con el material que utiliza.

-Le he leído que no es amigo de localismos, sin embargo, sigue trabajando en Cambados, ¿qué hay de Galicia en sus obras?
-Se ha dicho que la ironía gallega aflora en mi obra pero no soy quien para valorar esto. Yo nací en un pueblo de la costa gallega y esto determina mi forma de ser y mi trabajo.

-Se habla asímismo de una dimensión poética de su obras.
-Me halaga que se hable de una dimensión poética en mi obra. Supongo que tiene que ver con cierta sensibilidad artística que se manifiesta en el trabajo de uno.

-¿Se puede decir que su obra ha ido adquiriendo monumentalidad?
-Se suele decir que a los escultores nos gusta hacer cosas grandes. Sin embargo lo que realmente importa es la escala, que al fin y al cabo está relacionada con el espacio que envuelve a la obra. Por otro lado, me interesa mucho la escultura pública porque supone un reto. Pero siempre hay polémica con la escultura pública, es inevitable.

El cuerpo como lenguaje
-¿Qué debe valorar un político a la hora de realizar un encargo?
-Primero debe asesorarse y confirmar que el artista elegido está cualificado para hacer un trabajo público. Después, darle libertad absoluta.

-¿Frente a los escultores “del vacío”, se considera usted un escultor de imágenes?
-Estoy a favor de la escultura en todas sus vertientes. Lo importante es que cada uno haga lo que sienta y lo haga bien. En mi caso la imaginaria me la pide el cuerpo. Soy de este tipo de artista más viscerales. Tengo un abanico amplio de imaginería, casi siempre utilizo el cuerpo como lenguaje, pero también trabajo a partir de objetos, animales o híbridos entre objetos y figuras.

-Sus obras pueden enmarcarse en familias ¿trabaja usted pensando en estas familias, en completarlas, en crear un todo?
-No tengo una visión global de mi obra. Voy haciendo esculturas de forma automática y al cabo de los años parece que se pueden ir agrupando en familias, pero no quiere decir que haga series. Tampoco es exactamente casual. Entra dentro del proceso del taller, del día a día, yo trabajo y las cosas van encajando.

El dibujo diario
-¿Cuál sería la historia de una de sus esculturas?
-Tengo la costumbre diaria de dibujar, cada día dibujo un poco casi como escribiendo un diario en imágenes y cuando algún dibujo parece interesante o me sugiere alguna idea, pienso un nombre para el dibujo y decido llevarlo a tres dimensiones. Amplío ese dibujo, hago apuntes desde ángulos distintos, preparo una maqueta y decido la escala y los materiales. Tengo una jornada de trabajo diaria como cualquiera que trabaja, nada especial.

-¿Suele trabajar con modelos?
-Lo que me interesa es la memoria del cuerpo más que su representación fidedigna, pero en algunos casos, depende de la escultura, echo mano del modelo para solucionar problemas de tipo anatómico.

-¿Cómo se ve desde Nueva York la actuación de la SEACEX con los artistas españoles?
-Es bueno que las instituciones apoyen el arte español en el exterior. Desde hace años se han hecho esfuerzos pero me da la impresión de que la asignatura pendiente es que nuestros museos, galerías y críticos dejen la situación periférica y entren en esa “elite” del arte internacional. Los artistas que han conseguido entrar lo han logrado a pulso.