Image: La ambición del museo catalán

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Arte

La ambición del museo catalán

El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) abre sus puertas casi veinte años después de la génesis del proyecto

13 enero, 2005 01:00

Ábside de San Miguel de Taöll, hacia 1123.

El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) ha abierto finalmente sus puertas casi veinte años después de la génesis del proyecto, en el que participan los esfuerzos del Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el Ministerio de Cultura. Anunciada su apertura a bombo y platillo, ha suscitado entre el público catalán entusiasmo y polémica a partes iguales.

El pasado mes de diciembre se inauguró uno de los complejos museísticos más importantes del Estado: el Museu Nacional d"Art de Catalunya (MNAC). El folleto de mano apunta una superficie de 45.103 m2, equiparable por ejemplo a la del Museo d"Orsay de París. La colección dispone de 109.323 objetos de arte además de 125.000 monedas. El coste total del proyecto concebido en 1990 -aunque desde 1986 se realizaban obras de consolidación y reforma del edificio- se ha calculado en 122.288.111 euros, esto es más de 20.000 millones de pesetas... El proceso de creación ha sido muy complejo y largo: se han sucedido tres directores, se realizaron varios proyectos, se invirtió en un edificio sin cimentación, se abrieron polémicas incendiarias... En fin, este macro-museo es el resultado de casi veinte años de esfuerzos, confusiones y disparates.

Uno de los aspectos más significativos es el de la concentración de las colecciones barcelonesas. El MNAC alberga el arte románico y gótico y las secciones del renacimiento y barroco, además de otras colecciones que hasta hace poco se habían presentado de manera autónoma: el Museo Clarà y el Museo de Arte Moderno (siglo XIX y XX). También cuenta con un gabinete numismático, una sección, recientemente inaugurada, de fotografía y las piezas de la colección Thyssen-Bornemisza, expuestas en el Monastero de Pedralbes, y las de pintura catalana de Carmen Thyssen-Bornemisza. Todas estas colecciones ya existían. Simplemente se las ha reunido en un mismo contenedor.

A nadie se le escapa que los museos -desde el British Museum hasta el Louvre- reponden a motivaciones políticas. El museo contri- buye a crear una identidad, a construir una historia, a una imagen de prestigio. El adjetivo de "nacional" no es gratuito... Y es que el MNAC, aglutinando unas colecciones que van desde el románico hasta el siglo XX, está articulando una idea de nación, sobre todo cuando el hilo conductor de las colecciones es la secuencia cronológica: románico, gótico, etc. El alcalde de Barcelona, refieriendose al MNAC, decía en su discurso inaugural: "El museo explica los mil años de nuestra cultura, de nuestra historia como país, de nuestra identidad".

En Barcelona gusta decir que el origen de este patrimonio no son las colecciones reales, como suele ocurrir en la mayoría de grandes museos eruopeos. En su mayor parte, es el resultado de diversas generaciones que han intentado dotar a la ciudad de una infraestructura cultural que a priori sólo poseían las capitales de Estado, con todas las connotaciones que este hecho implica. Una de las secciones más importantes es la del románico. En una acción llena de polémica, las pinturas románicas fueron trasladadas de su ámbito natural al museo a principios de siglo. Aunque también es cierto que si no se hubiera hecho, posiblemente éstas hubieran desparecido, como ha sucedido en el el sur de Francia. El románico se ha interpretado como uno de los signos de identidad y los orígenes de Cataluña. Así el románico, pero así también una de las colecciones más significativas, la del legado Cambó. éste, a pesar de sus limitaciones, pretendía cubrir las lagunas, especialmente las de renacimiento y barroco, de las colecciones catalanas. Manel Clos en el discurso inaugural señalaba que "(...) un país se hace desde la cultura" y ésta ha sido la idea que ha iluminado la ambición de crear una infraestructura museística desde el siglo XIX en Barcelona.

Yo no sé si en Sevilla, Bilbao, Salamanca o Madrid sonará a desvarío, pero el modelo del actual MNAC es el del Louvre o el de cualquier gran centro museístico de las capitales europeas. Oriol Bohigas fue uno de los promotores más acérrimos del proyecto. Según él, se trataba de crear un "gran centro nacional" que, si no por calidad, acaso por densidad -esto es, concentración de colecciones- "fuera homologable" al de las grandes capitales. Y el mismo Xavier Barral, uno de los directores que ha tenido el MNAC, proclamaba retóricamente que éste sería una suerte de Louvre.

Cierto es que el proyecto de un gran museo que explicara la historia del arte catalán en términos enciclopédicos y que reuniera todas las formas y actividades artísticas proviene de lejos. En momentos tan complejos para la historia de Cataluña y España como 1934, en el mismo edificio que ahora aloja el MNAC, se inauguró el Museu d"Art de Catalunya, un museo que aglutinaba todas las colecciones y que efectivamente recorría el arte catalán desde el románico hasta el siglo XX. Luego, tras la Guerra Civil, cuando se recuperaron las colecciones que se habían exiliado para resguardarlas, éstas se fragmentaron y aquella idea de gran museo se disgregó, según Oriol Bohigas a instancias del franquismo. Pero precisamante porque se trata de un proyecto lejano en el tiempo, es una ambición que se ha quedado obsoleta. Este modelo de museo es un modelo decimonónico. El museo como gran enciclopedia, como narración de una historia colectiva ya no es verosímil. Más aún cuando las colecciones del MNAC no son las del Louvre o las del Prado. Sospecho que desde el exterior este proyecto se interpreta como algo provinciano.

Y sin embargo, la concentración de las colecciones en un gran centro -como dice Bohigas-ha de actuar como polo de atracción y difusión. El museo transformado en una especie de caja de resonancia mediática en sintonía con la transformación de los grandes centros museísticos en espacios lúdicos y de atracción de turistas. éste es el argumento que justifica la concentración. La pregunta que me hago es lo que se ha perdido. La suma de elementos da mayor cantidad, pero no tiene por qué aumentar la calidad. El MNAC se enfrenta a muchos desafíos; entre otros el de articular un discurso.