Martin Boyce
Dundee Contemporary Arts. Del 12 de noviembre al 14 de febrero de 2010
21 diciembre, 2009 01:00Vista de la instalación de Martin Boyce No Reflections
Martin Boyce, uno de los artistas escultores más importantes de su generación expone en Dundee los trabajos que presentó en Venecia representando a su país.
Boyce forma parte de la generación de escultores escoceses que sucede a esa otra generación de artistas británicos tan próspera que triunfó en las Islas y en el concierto internacional en los años ochenta y principios de los noventa. Artistas como Eva Rothschild, cuyo trabajo podemos ver ahora en el Centro de Arte La Conservera de Murcia, Haily Tompkins o Jim Lambie, entre otros, son todos creadores que se encuentran en la órbita de la galería The Modern Institute de Glasgow, donde todos ellos trabajan y desde la que se vienen ofreciendo en los últimos años nuevas y muy sugerentes interpretaciones de lo que puede y quiere ser la nueva escultura.
Cuenta Martin Boyce que, en una de las site visits que hizo a Venecia para empaparse de la realidad del lugar, sintió la impresión de encontrarse en un lugar abandonado, un recinto cerrado en el que se dejaban ver las huellas y marcas del tiempo. Boyce quiso hacer referencia al aspecto decadente del interior y el exterior del palacio, algo palpable en toda la ciudad. Imaginó un jardín dejado y olvidado, con las hojas de los árboles empujadas aquí y allá por el viento. Pensó en una piscina vacía con manchas todavía oscuras de charcos de agua y ramas por el suelo esparcidas. Es así como encontrábamos la primera sala, la principal de la exposición. Con una sucesión de bloques de cemento rodeadas de hojas de árboles, Boyce interpreta la superficie pelada y vacía de la piscina. De ahí el título de la exposición, No Reflections, pues no había agua que pueda producir un reflejo.
El punto de arranque en el trabajo de Martin Boyce es el diseño modernista. Desde ahí, su práctica que se adhiere a esa estética que encontramos en los parques y jardines de nuestras ciudades. En este sentido, Boyce ha dispuesto en todas las salas del Palazzo motivos de corte geométrico a caballo entre la figuración y la abstracción que recuerdan a bancos y mesas que bien podríamos asociar a patios de colegio, a los playgrounds donde juegan los niños. De Boyce han dicho que su trabajo camina entre las propuestas concretas para el espacio público y la posibilidad de su reverso, trufado de poesía y sueño, y eso puede verse en estas piezas tridimensionales. A un mismo tiempo, Boyce propuso en Venecia un conjunto de lámparas que no iluminaban las salas, antes al contrario, se configuraban como formas abstractas negras, incapaces de proyectar luz alguna. Lejos de inspirarse en las grandes y lujosas lámparas de araña o de lágrimas, semejan más bien inquietantes construcciones que aluden a esa idea de abandono, algo así como un cuervo o un murciélago que descansa en un árbol viendo el tiempo pasar.
Otra de las grandes influencias de Boyce para la realización de este trabajo es el estudio de la obra del arquitecto italiano Carlo Scarpa, autor de muchos trabajos en la ciudad de Venecia (entre ellos el que domina el patio del Pabellón Italia en los Giardini, y sobre el que ya trabajo el artista mexicano Gabriel Orozco). A la hora de trasladar la exposición de Venecia a Glasgow, el artista tuvo en cuenta que el arquitecto que había construido el Dundee Contemporary Arts Center había seguido con mucho interés el trabajo de Scarpa. Una de las características del trabajo del gran arquitecto italiano era la constante relación de lo nuevo y lo antiguo y ese constante introducir matices novedosos en contextos y actitudes ya caducas. El tránsito que Boyce realiza desde un contexto como el de Venecia, un Palazzo renacentista, a un edificio realizado hace tan solo unas décadas, tiene mucho que ver con esa traslación temporal en un claro guiño al arquitecto italiano.