Iran do Espírito Santo o la apariencia representada
Irán do Espírito Santo
22 octubre, 2010 02:00Vista del montaje de Iran do Espírito Santo en SCQ
El problema de la representación en el arte es el eje principal de la obra de Iran do Espíritu Santo (Mococa, São Paulo, Brasil, 1963), que explora la esencia de los objetos reales a partir de una serie de trazos esenciales y una cuidada colocación de esas formas en los espacios expositivos. En la primera individual en España de este conocido artista que ha participado en importantes muestra internacionales, como la Bienal de Venecia, ocupa de una forma equilibrada y sutil todo el espacio de la galería SCQ. Son obras que dialogan y combinan planos cercanos a lo pictórico pero que evidencian la necesidad de utilizar el volumen escultórico y la instalación para que sean el color y las texturas de los materiales los encargados de generar una cadencia silenciosa de extrema precisión, capaz de darle un sentido único a todas las piezas como quien tempera un piano.A partir de una de sus enormes pinturas murales, varios espejos desdoblados, una serie de austeros dibujos y unas armónicas piezas de granito distribuidas por el suelo, esta excelente muestra de Iran do Espírito Santo nos ayuda a reflexionar sobre el proceso que realizamos para conceptualizar la realidad, dotando de significados a los objetos. Lo que implica un concepto, es revisado por el artista brasileño a través de su representación visual, y aquello que parece tener un significado claro y difícil de corromper se vuelve, mediante esa revisión de la representación, en una nueva realidad con significados añadidos y en ocasiones divergentes, ya que al vaciar de contenido los símbolos alude a las limitaciones de nuestra propia conformación del mundo mediante los procesos racionales. Para ello, cuida hasta el extremo el acabado de los objetos, los materiales y su peso, su pretensión de ambigüedad y, en definitiva, su esencia, anulando su funcionalidad y procurando su lado estético.
Con particular maestría y oficio, consigue expandir la experiencia sensible y el sentido de permanencia de las cosas. Lo hace cuestionando el significado de los objetos y jugando irónicamente con su apariencia, ya que el punto de partida para su trabajo no es un referente real sino su representación, que vuelve a ser representada.