Image: Eija-Liisa Ahtila, horizontal en la ciudad vertical

Image: Eija-Liisa Ahtila, horizontal en la ciudad vertical

Arte

Eija-Liisa Ahtila, horizontal en la ciudad vertical

Una de las artistas finlandesas más importantes de su generación presenta sus últimos trabajos en Marian Goodman, algunos de ellos realmente fascinantes

7 noviembre, 2011 01:00

Eija-Liisa Ahtila: Horizontal, 2011.

Marian Goodman. Nueva York (EE.UU). Del 15 de octubre al 3 de diciembre

Ahtila es la punta visible de un buen conjunto de artistas nórdicos que emergieron en los años noventa constituyendo uno de los focos europeos más relevantes del momento. Su trabajo ha podido verse en todos los grandes foros del arte contemporáneo internacional. Ha expuesto su trabajo en el MoMa de Nueva York, tuvo una gran retrospectiva en el Jeu de Paume de París que viajó más tarde al prestigioso K21 de Dusseldorf, ha hecho todas las grandes bienales y ha participado en la Documenta 11. Es, por tanto, una artista.

Su trabajo es muy reconocible. Suele materializarse en multiproyecciones que atestan el espacio con imágenes narrativas cuyo clima es por lo general intenso, casi ansioso, pues la artista lidia con asuntos vidriosos trufados de una densa psicología. Los contextos en los que sitúa sus trabajos suelen ser familiares, de algún modo domésticos. Parecería como si quisiera situar al espectador en un entorno en principio amable para luego invitarle a transitar territorios decididamente dramáticos en los que no es fácil discernir cuánto hay de biográfico, de documento, de testimonio, de ficción... Enfrascada en plúmbeas construcciones narrativas jalonadas por frecuentes decalages espacio-temporales, la obra es compleja y enigmática y genera tensiones que pueden resultar irritantes.

En esta exposición, que es ya la cuarta en la galería, presenta tres trabajos, dos grandes videoinstalaciones y un conjunto de dibujos. Dada la intensidad de cada uno es más que suficiente. The Annunciation, en su premier estadounidense, se ha convertido ya, a pesar de haber sido realizada el pasado año, en uno de los trabajos ya clásicos de la artista. La pieza consiste en una triple proyección en la que la artista trata de desgranar el concepto de milagro a partir de situaciones enmarcadas en contextos en apariencia cercanos. Hay escenas, en lo que podría ser el prólogo de la pieza, en las que aparecen cuervos y otros pequeños pájaros que avanzan la atmósfera de extrañamiento en la que vamos a sumergirnos. La trama está rodada en el taller de la propia Ahtila. A excepción del personaje principal, que sí es una actriz conocida en el ámbito finlandés por sus participaciones en películas de Kaurismaki y en la televisión, el resto del elenco (femenino en su totalidad) es no profesional. Son mujeres que combinan en su interpretación lo que impone Ahtila en su guión y sus propias improvisaciones.

De repente aparecen escenas de cuadros tardo-medievales y renacentistas que tratan el tema de la Anunciación. Es un buen argumento para romper de nuevo todo convencionalismo. Ahtila alude al Renacimiento y a la lógica narrativa de la pintura de la época, basada en un profundo sentido didáctico. La forma de narrar, llana y sencilla, de estas obras maestras es brutalmente violentada por los desfases temporales. Además, las tres pantallas en las que se suceden los diferentes episodios de la trama constituyen un ataque frontal a las leyes de la perspectiva que con tanto ahínco lograron implantar los maestros renacentistas. Piezas de Fra Angelico o Piero de la Francesca se suceden a diferentes ritmos e incluso aparecen simultáneas en diferentes pantallas.

La otra gran pieza de la exposición, Horizontal, parece escapar de los formatos habituales de la artista pero mantiene sus pautas conceptuales esenciales. Se trata de un gran abeto girado 90 grados que ha sido filmado en seis secciones verticales y posteriormente viradas. El abeto es un elemento recurrente pues aparece también en The Annunciation. Nos traslada Ahtila su interés por cómo se comportan los humanos y los objetos en relación al espacio y al tiempo que determinan la existencia. Quiere saber si de verdad los ritmos vitales de seres humanos, los animales y el resto de organismos de la naturaleza son iguales para todos, si son compatibles en un mismo espacio. Ha leído la artista los textos del biólogo y pensador alemán Jacob von Uexküll, autor que plantea la duda de si realmente el espacio y el tiempo en el que vivimos es común para todos.

La pieza es deslumbrante. En el extremo izquierdo (el árbol es ahora horizontal) vemos a una joven en la base del árbol. No se trata solamente de plantear un juego de escalas. Athila cuestiona el antropocentrismo (reinstaurado por la cultura renacentista) como perspectiva única. Parece pretender que el mundo sea visto desde otras ópticas, en este caso las de los árboles. La misma imagen nos revela dos realidades vivientes, el abeto y la niña, pero ésta pasa desapercibida junto a la exuberancia del árbol.

La pieza nace de una reflexión sobre la relación entre los humanos, los árboles y otros seres, como los pájaros, que plantea en la serie de dibujos que reciben al visitante al entrar en la galería. Son trabajos, a modo de bocetos, en los que los árboles mutan su identidad para convertirse en pájaros, o adoptan modelos de comportamiento pertenecientes a los humanos. Tal vez se pregunte la artista sobre si realmente el mundo puede ser visto simultáneamente desde perspectivas tan diversas. Y no deja de ser tampoco una investigación sobre la naturaleza del lenguaje fílmico, sobre su capacidad para interpretar la naturaleza y sobre la gestión de los géneros artísticos. ¿Podría Ahtila haber planteado el retrato de este abeto en sentido vertical? No, nos dice, pues entonces se habría convertido en un paisaje con abeto en el centro.

Confiemos poder ver pronto en España este trabajo. Cala de inmediato, no como otros trabajos de Ahtila, más sesudos. A un interesante discurso se une aquí la extraordinaria cualidad evocadora en un trabajo bellísimo.