Exportacion y ahorro
Yoko Ono: Pintura en tres estrofas, 1961/1990
Nada es inamovible en este mundo, pero hay momentos en los que los cambios se aceleran. La cultura, y con ella las artes visuales, vive tiempos de rápidas mutaciones y adaptaciones. Las transformaciones son paulatinas y nos vamos acostumbrando a ellas pero, si comparamos la situación actual con la de hace solo cinco años, comprobaremos que existen diferencias muy notables. No cabe hablar, en general y basándonos en los pocos índices objetivos, de progreso. Y no podemos someternos, sin más, a la deriva. Hemos de ser conscientes de las dinámicas que nos arrastran para al menos intentar, como productores, mediadores o usuarios de hechos culturales, contrarrestar sus aspectos más negativos. Observemos rápidamente ciertos acontecimientos del 2013 que pueden servirnos para identificar algunos procesos.Los artistas jóvenes se organizan por sí mismos, y esto es algo positivo. Los pequeños centros de arte que se ocupaban de ellos son las instituciones más afectadas por la crisis: el casi-cierre de Can Felipa (Barcelona), tras otros centros catalanes, así lo indica. A medida que flaquean las becas y los premios, se consolidan los colectivos y los espacios de producción y residencia autogestionados. Como ejemplo tenemos la creación del Taller Omnívoros en Madrid y, sobre todo, la capacidad para subsistir de muchas iniciativas. Otros emigran. Pero no sólo ellos se aventuran en el exterior: las galerías viven de las ventas internacionales y algunas están abriendo sucursales en el exterior, como Travesía 4, en Guadalajara (Méjico). Incluso los grandes museos tienen que "exportar" para redondear ingresos: así, el Prado ha expuesto diversas selecciones de su colección este año en Houston y en Lisboa. En sentido contrario, se ha retomado una senda interrumpida tras la apertura del Guggenheim Bilbao: las multinacionales museísticas han anunciado su implantación en España, con "sucursales" del Hermitage en Barcelona y del Pompidou en Málaga.
Este año visitar exposiciones se ha hecho más caro: el Thyssen por fin tiene un día de visita gratuita, patrocinado, pero subieron los precios del Reina Sofía y del Prado, CaixaForum dejó de ser gratis, así como las exposiciones de coleccionismo de CentroCentro (Madrid). Esa es otra tendencia que se afirma: vemos cada vez más colecciones particulares en los museos y centros de arte, a causa de sus costes más reducidos y de la facilidad de organización. Patricia Phelps de Cisneros en el Reina Sofía, Los Bragales en el Lázaro Galdiano y en TEA, Carlos Vallejo en La Panera, DKV en el CDAN (Huesca), Helga de Alvear en CentroCentro y un largo etcétera. Los visitantes son más que nunca esenciales, y las instituciones se lanzan a por ellos con buenas campañas en redes sociales. Se va introduciendo la idea de participación, también con tímidas iniciativas de micromecenazgo para las artes visuales.
Las políticas culturales no están en ninguna parte a la altura de las necesidades del sector. Se ahoga en lugar de incentivar y seguimos sin Ley de Mecenazgo. Subió el "1% cultural" al 1'5, pero no llega más dinero porque hay menos obras. La transparencia y las buenas prácticas no calan en el espacio político y no se destierran las decisiones autoritarias y las injerencias. Este año los mayores revuelos se han centrado en el MUSAC (León) y en Santa Mònica (Barcelona). Otra tendencia: se ahorra si no se nombra director de un centro de arte, así que se convocan concursos para comisariar la temporada, como ha hecho Frabra i Coats (Barcelona). Y parece que no pasa nada si se convoca una plaza y el fallo se pospone sine die, como para la dirección de Medialab (Madrid).
Algunos protagonistas: Dalí, con sus 720.000 visitantes, Jaume Plensa, Premio Velázquez, Carmen Calvo y Schommer, con sus premios nacionales, Lara Almárcegui en la Bienal de Venecia, Tàpies con sus tres exposiciones en Barcelona, Guillermo Pérez Villalta y su donación al CAAC... Se cierra el año Japón-España con poco eco en las programaciones, donde el Surrealismo se acerca al Impresionismo en las revisiones históricas. El Museo Reina Sofía ha colocado cuatro de sus exposiciones en la lista de las 10 mejores, así que poco queda por comentar sobre ella. La Fundación Juan March, Caixaforum, el Círculo de Bellas Artes, el Museo del Prado, la Fundación Marcelino Botín y el MACBA la completan.