Arte

Dibujo en fuga

11 julio, 2014 02:00

El dibujo vive sin complejos de anacronismos y, ahora más que nunca, es uno de los formatos preferentes entre los artistas. Inmediato y espontáneo, propone una forma de creación directa y barata frente a la fascinación que ofrece la tecnología. Muchos artistas sondean sus fronteras y hace tiempo que no puede definirse como una simple disciplina artística. El dibujo hoy es casi una actitud. Arte termita contra elefante blanco, lo llamó Pablo Llorca en una de las últimas revisiones del dibujo en nuestro país, en 2004, en Fundación ICO de Madrid. Diez años después, el comisario analiza su pervivencia y un fenómeno nuevo y en auge, que hace una década apenas existía: la influencia entre dicha expresión artística y el mundo de los cómics y la novela gráfica. Hay muchos nombres, aunque El Cultural apuesta por seis artistas jóvenes españoles, nacidos todos en los 80, que plantan cara y abren nuevas vías de experimentación. Hablamos de los nuevos comportamientos del dibujo hoy.

Elena Alonso

Sus dibujos generan espacios indeterminados que son reflejo de un mundo real alterado. Universos de interacciones de formas geométricas e indefinidas, de reglas e imprecisiones. Una Composición de lugar, como tituló su exposición en Espacio Valverde la pasada primavera, una de las muestras más celebradas de la temporada en Madrid. Dice Elena Alonso (Madrid, 1981) que surgen del dilema entre lo propio y lo ajeno, como un acto por reinventar las reglas del juego cotidiano. El dibujo tiene un papel fundamental en su trabajo no sólo como herramienta de pensamiento, también como práctica artesanal, que siempre prioriza. "Me interesa mucho mezclar métodos, recursos y oficios, y ver qué conflictos pueden surgir o en qué momento entran en estado de incertidumbre", explica. El resultado son dibujos que en su aparente sencillez formal, esconden un mundo sofisticado.


Sistema para elevarse 1, 2011

En ese carácter primario y a la vez complejo está el motor del trabajo de esta artista hasta cuando construye objetos e instalaciones: "siempre las concibo como dibujos y, de hecho, me ayudan mucho a cerciorarme del sentido y las aportaciones que ofrece trabajar en una imagen sobre un papel". Su actual trabajo pasa por liberar cada vez más el dibujo de lo anecdótico y explorar las puertas que le han abierto la escayola y el vidrio. Actualmente, su trabajo puede verse en La figura perfecta, en DAFO-Centro de arte La Panera, en Lérida.


Efrén Álvarez

Efrén Álvarez (Barcelona, 1980) suele llamar a sus dibujos "ejercicios caseros de explicación de dinámicas sociales". A menudo aparecen emborronados de información, como los grandes mapas de Lombardi. Mapas cognitivos, que no geográficos, a medio camino entre la caricatura y el diagrama, entre un carácter revulsivo y desmitificador, que proponen una peculiar reflexión de la economía y el mercado actuales. Crudos mensajes muy acordes con los momentos de crisis actuales. Los vemos ahora en Madrid en la colectiva Playgrounds. Reinventar la plaza del Reina Sofía, aunque su paso decisivo por este museo fue en 2011, cuando participó del programa Fisuras con la exposición Económicos, punto álgido de una corta pero exitosa carrera seguida de cerca por una de las galerías de su ciudad, Àngels Barcelona, donde hizo su primera individual en 2010.


Detalle de Flujo circular por dinero II, 2011

La suya es una crítica directa, sátira y mordaz del capitalismo, muchas veces rozando lo grotesco y lo escatológico, con el humor de coartada. Una guerrilla de activismo gráfico que muchas veces ha llevado al campo del fanzine, como en Poemas de interpelación, junto a Víctor Jaenada. "Cualquier cosa que quieras comunicar puedes hacerlo con texto y dibujo, y a un coste reducido. Yo entiendo el dibujo como una herramienta descriptiva de situaciones políticas y sociales bajo una crítica expresionista, irracional, a la cultura capitalista", explica. Un dibujo radical sobre el que trabaja estos días junto a Francesc Ruiz en La Caníbal, Barcelona, un encuentro en el que ambos artistas discuten y exploran modelos de producción gráfica orientada al impacto político en la sociedad.


Ana García-Pineda

Sus dibujos son como aforismos: directos, concisos y coherentes. Máximas mínimas con un punto de absurdo. Para Ana García-Pineda (Sabadell, 1982), "una manera de pensar, un formato inmediato donde todo es posible". Instalada en Berlín desde hace años, también en la ficción y en el humor, sus obras explican pequeños sucesos cotidianos desde un punto de vista científico. "El objetivo es forzar una lógica paralela que me permita construir hipótesis en una lucha desesperada por encontrar respuesta a las grandes preguntas existenciales", explica.


Detalle de Conga izquierda, 2014

Hasta 1000 veces sí, trasladaba a las paredes del espacio de La Capella, en Barcelona, retahíla semejante a la de Máquinas y maquinaciones, una catalogación en formato libro e instalación que aporta soluciones poéticas a nuestras tragedias cotidianas. Embaucados por su optimismo sin fundamentos, la artista consigue que la acompañemos en empíricas fantasías y sus consecuencias. Un trabajo trata de plantear la derrota, celebrar el fracaso, y hablar de la esperanza de cambio. Lo vimos en Columnas y respuestas, su exposición en 2012 en etHALL, uno de los únicos espacios artísticos en nuestro país dedicado en exclusiva al dibujo, y recientemente en el centro de arte Fabra i Coats con La importancia del pepino, una instalación mural y escultórica donde se pregunta qué pasaría si substituyéramos las 1.850.000 lágrimas que generamos a lo largo de nuestra vida por sudor. Su próxima exposición será el 4 de septiembre en la galería +R de Barcelona. Titulada Es físicamente imposible para los cerdos mirar al cielo, utiliza los símbolos de las banderas y escudos de los estados soberanos del mundo para construir paisajes.


Raúl Domínguez

El suyo es un proceso de hacer y deshacer, de dibujar y borrar. "A veces una deriva que me lleva a resultados totalmente inesperados", confiesa Raúl Domínguez (Baracaldo, 1984). Todo parte de una idea o un estado de ánimo, y de pasar de un papel a otro intentando afinar cada vez más una imagen que este licenciado en Bellas Artes por la Universidad del País Vasco construye a lápiz, carboncillo y óleo. Suele empezar con pequeños formatos, con folios en los que dibuja como si escribiera, y archivando fotografías que luego traduce a formatos más grandes, "donde los trazos, gestos, manchas, borrones y huellas se acumulan y van definiendo una imagen que se experimenta como textura". El dibujo le interesa por su capacidad de síntesis. "Confío al trazo, en su unidad, a resolver el conflicto entre dibujo y color, claroscuro y volumen. En este sentido, me siento cercano a la concepción del dibujo de la pintura clásica china. Durante el proceso me muevo entre un paisaje abstracto y la figuración como límite", explica.


Detalle de Paisaje, 2005

Tras lo trazos, aparece su mirada a una naturaleza construida, paisajes emocionales que tienen que ver con nuestra relación con el espacio. Lo vemos ahora en la exposición First Thought Best, en Artium (hasta el 21 de septiembre), una colectiva organizada por Peio Aguirre, Beatriz Herráez e Itziar Okariz. Dibujo como un recorrido sobre el territorio.


Olmo Blanco

Su próximo proyecto lo presenta a finales de septiembre en el Atelier Real, una residencia para artistas en Lisboa donde ya trabaja en la última de sus intervenciones. Instalodecoraciones las llama Olmo Blanco (Boiro, La Coruña, 1982). No esconde su sentido del humor ni su estrecho vínculo con la artesanía. Empezó sus estudios en Salamanca y los acabó en Chile. Fue allí donde empezó a hacer dibujos con tiza en las paredes. Un año más tarde, en 2008, intervino una antigua fábrica en Santiago de Compostela dejando la tiza por la pintura, como vimos también en la XXXI Bienal de Pontevedra. En Injuve 2011 ganó el accésit por sus dibujos con polvo y, para la colectiva Veraneantes en el MARCO de Vigo, una panorámica generacional del arte joven gallego, cogió un punzón para hacer incisiones sobre uno de los muros del museo, en un guiño al pasado del edificio como prisión. Los dibujos con rotuladores sobre platos, envases y lienzos recuerdan tanto a una imagen tribal como al espacio virtual del videojuego.



Todo su trabajo parte del dibujo a partir de cuatro ideas, dice: "la insistencia, el falso lujo o la copia precaria y lo efímero. Siempre me ha impresionado cuando un artesano realiza un dibujo para decorar un objeto o un espacio a un ritmo constante. En mi caso, esas alteraciones del dibujo aportan una lectura emocional. Lo que intento es atravesar la frontera entre arte y artesanía a base de persistencia".


Antoni Hervàs

El suyo es un dibujo laborioso, a medias figurativo y a medias abstracto. Dice Antoni Hervàs (Barcelona, 1981) intenta que la forma se deforme, "investigar los límites del dibujo y absorber otras disciplinas como la performance, la escultura y especialmente la música". Un trabajo acumulativo en el que a través del exceso llega a una unidad. De la anécdota crea un mundo infinito de asociaciones. Lo veíamos en Hércules en la Luna, en el antiguo Espacio Cultural Caja Madrid en Barcelona en 2012, una amalgama iconográfica y referencial a partir de dibujos que funcionaban como un fanzine expandido. Cada uno de sus proyectos parten de esa idea, como Orfeo y la montaña sumergida que acaba de presentar en Fabra i Coats, y que resume mucho de sus intereses en torno a la experimentación del dibujo.



En sus trabajos hay una conexión confusa entre fantasía y realidad y documenta los indicios que evidencian el misticismo que reside en lo cotidiano. Dibujos que encierran narraciones efectistas cercanas y arraigadas en la cultura popular, que permiten que las proezas de su padre sean universales o que su abuela se convierta en un emblema pop. Grapandmopotheper es el más carismático de sus personajes. "Siento fascinación por los medios de creación, edición y promoción a bajo coste, y experimento con formatos alternativos a la idea convencional de museo y del objeto artístico. También por las cosas que se han quedado en el olvido".