Elisabeth Louise Vigée Le Brun: 'Autorretrato con  su hija Julie', 1786 (detalle). Foto: Acantilado

Elisabeth Louise Vigée Le Brun: 'Autorretrato con su hija Julie', 1786 (detalle). Foto: Acantilado

Arte

Libros sobre arte: de la pintora favorita de María Antonieta a la pionera de la abstracción que oía voces

'Mundus muliebris', de Marc Fumaroli, 'Hilma af klint, visionaria' y los 'Escritos sobre arte' de Ingres nos acercan a la vida y el pensamiento de tres grandes artistas.

4 febrero, 2024 01:15

Elisabeth Louise Vigée Le Brun (París, 1755-1842) fue la pintora favorita de María Antonieta. La retrató “con nobleza y encanto” subrayando su majestad, belleza y gracia. Gozó de gran éxito en vida, algo que atrajo las envidias, y llegó a ser miembro de la Real Academia mientras la aristocracia se rifaba sus servicios como retratista.

Mundus muliebris

Marc Fumaroli. Traducción de J. R. Monreal. Editorial Acantilado, 2024. 112 páginas. 16 €

Hija de un pintor pastelista y de una madre que se dedicaba a la moda, intrépida y elegante, Le Brun recorrió los museos y admiró a los grandes maestros. Se casó con un marchante de arte amigo de Jacques-Louis David, que la engañó y con la que tuvo una hija, Julie. El historiador francés Marc Fumaroli cruzó magistralmente su vida y la de su mecenas en un erudito y apasionante ensayo que nos transporta a ese mundus muliebris que se deleitaba en el adorno y la belleza femenina de una sociedad encantadora que la Revolución Francesa destronaría.

Reconstruye también el paso de María Antonieta de “la triste Viena” a “un París a la moda”, “la corte de Europa más refinada y exigente” y el final de esta fiesta, con una llorosa Le Brun abandonando Francia en una diligencia pública en 1789. Comenzó entonces un exitoso periplo por todas las cortes europeas, una nueva etapa de la que el Museo del Prado conserva dos retratos.

Retrato de Jean-Auguste-Dominique Ingres por André Adolphe Eugène Disdéri, 1855 (detalle). Foto: Editorial Elba

Retrato de Jean-Auguste-Dominique Ingres por André Adolphe Eugène Disdéri, 1855 (detalle). Foto: Editorial Elba

Enemigo de toda exageración, decía Ingres (Montauban, 1780 - París,1867) que solo los pintores de “talento inferior” se deleitaban en los objetos en la pintura. Sus Escritos sobre el arte no fueron pensados como un texto, sino como breves anotaciones en cuadernos, cartas a colegas y lecciones a sus alumnos.

Escritos sobre arte

J. A. Dominique Ingres. Traducción de J. R. Monreal. Editorial Elba, 2024. 120 páginas. 20 €

Recogidos en origen por Henri Delaborde, están agrupados por temáticas: referencias a los grandes maestros –la cultura clásica le apasionaba–, reflexiones sobre su obra, ideas acerca de la música o el teatro.

Incondicional defensor del dibujo –“el dibujo incluye todo”–, Rafael fue su artista más admirado (no así Caravaggio, que “buscaba lo trivial y lo feo”), Homero su escritor de referencia y de Mozart dijo que era “el Rafael de la música”. Opinó de casi todo. Hasta de teatro. Y fue muy claro: el mejor era el francés (“digan lo que digan los románticos”).

Hilma af Klint en su estudio de Hamngatan 5, Estocolomo, 1895 (detalle). Editorial Atalanta

Hilma af Klint en su estudio de Hamngatan 5, Estocolomo, 1895 (detalle). Editorial Atalanta

Hilma af Klint (1862-1944) escribió muchísimo. Se conservan más de mil obras de arte y miles de páginas de textos suyos. Desde muy joven escuchaba voces en su interior y tenía visiones, algo que le acercó a comunidades espirituales –alguna de ellas que hablaban con los muertos– y a la antroposofía. Veía lo espiritual en las pinturas del Renacimiento, que estudió a conciencia, y lo aplicó en sus pinturas geométricas y diagramas.

Hilma af Klint, visionaria

VV. AA. Traducción de F. López Martín. Ediciones Atalanta, 2023. 160 páginas. 46 €

En Hilma Af Klint, visionaria varios especialistas reúnen las conclusiones del seminario que le dedicó el Museo Guggenheim de Nueva York en 2018. Ilustrado con imágenes a todo color, se plantea la importancia de la artista sueca como pionera del arte abstracto años antes de que Kandinski y Malévich dieran el pistoletazo de salida. El Guggenheim de Bilbao le dedica exposición en octubre.