Tres retratos pintados al borde de la locura
Coinciden en su publicación tres libros que se adentran en tres vidas artísticas: la del pintor Gérard Garouste, la de la figura de vanguardia Elsa von Freytag-Loringhoven y la de la pintora Artemisia Gentileschi.
6 abril, 2024 02:07Con una vida de novela desde el internado de su niñez –donde conoció al escritor Patrick Modiano, uno de sus mejores amigos–, el pintor Gérard Garouste (París, 1946) nos abre las puertas de su existencia.
De la mano de la periodista Judith Perrignon, muestra, a tumba abierta, la relación con un padre difícil y antisemita (“Nunca podré librarme de mi padre”), que se enriqueció vendiendo muebles de judíos deportados, y narra con detalle y agilidad los diez años que pasó inmerso en una profunda depresión, sus primeras crisis, sus varios internamientos psiquiátricos, su vínculo con la locura.
Y mientras, la pintura. Picasso, Rembrandt, Velázquez, pero también Dubuffet y la Divina Comedia de Dante. De los decorados de discoteca (el Palace) a las exposiciones con el gran Leo Castelli, que compró su primer cuadro sin verlo. Y así llegan los 90, cuando “el arte empieza a ser mercado”.
Escribe que ha realizado 600 cuadros y que no fecha sus obras para que no se noten los largos periodos en los que la enfermedad le impedía ponerse delante del caballete, que ha pintado el techo del Elíseo y que en Normandía ha logrado encontrar cierta paz.
Allí, convertido al judaísmo, organiza talleres de pintura para jóvenes con problemas. Al final, vuelve al padre, pero esta vez para, en cierto modo, cerrar el círculo y encaminarse, si es posible, “hacia una pintura más alegre”. Un libro, autorretrato de un pintor, emocionante.
Vanguardista antes de que la vanguardia tuviera nombre y apellidos, performer antes de la performance, Elsa von Freytag-Loringhoven (1874-1927) protagonizó también una vida de película que las autoras de este ensayo se proponen resituar.
Colocarla frente a Marcel Duchamp, ya que la artista trató de dar respuesta al francés desde que este presentara su Fuente-urinario en 1917 y fue quizá la modelo detrás de la modelo de su póstuma Étant donnés.
Baronesa por matrimonio (se casó con un soldado alemán arruinado que se suicidó después de la guerra), sus ready mades fueron tal vez demasiado efímeros para pasar a la posteridad.
Si bien los estudios feministas llevan años reclamando a otra pionera, Artemisia Gentileschi (1593-1653), este libro da un paso más y, lejos de analizar su obra como fenómeno aislado, relaciona a la primera mujer miembro de la Academia de Arte de Florencia con las ideas protofeministas de su época.
La violación de un amigo de su padre y maestro marcaría su vida y su obra, repleta de retratos de mujeres poderosas.
Según la autora, historiadora y experta en Artemisia, esta pudo conocer los debates de género del momento y escritoras como Arcangela Tarabotti y Lucrezia Marinella habrían dejado huella en su pintura, al igual que lo hizo la luz de Caravaggio.