Silvia Bächli en el Centro Botín. Foto: Belén de Benito

Silvia Bächli en el Centro Botín. Foto: Belén de Benito

Arte

Silvia Bächli, el dibujo meditado y colgado con alfileres en las paredes del Centro Botín

El museo de Santander organiza la primera exposición en España de la artista suiza y reúne sus trabajos de los últimos veinte años.

7 junio, 2024 01:57

Parcialmente conocido en España, el trabajo de Silvia Bächli (Baden, Suiza, 1956) se presenta ahora de manera amplia en el Centro Botín bajo el título Partitura. Una exposición que se despliega mediante una obertura y ocho salas o movimientos que repasan en gran medida su producción de las últimas dos décadas, pero con guiños a los 80 y 90 mediante piezas que se reparten de manera puntual por algunos de los espacios de esta primera planta del centro.

Silvia Bächli. Partitura

Centro Botín. Santander. Comisaria: Bárbara Rodríguez Muñoz. Hasta el 24 de octubre

Dentro del foco que la institución ha puesto en los últimos años en el dibujo, y tras las exposiciones de Goya, Manolo Millares, Julie Mehretu y Juan Muñoz, llega esta sutil presentación del trabajo de Silvia Bächli, una pintora cuya obra se muestra aquí atravesada por una reflexión que la conecta con lo performático y con el papel activo que exige al público.

“Yo soy la compositora, los espectadores son los intérpretes”, señala ella. Y digo sutil porque, desde la primera hasta la última sala, una institución como esta, que suele echar mano de primeras figuras e instalaciones espectaculares, se entrega a un ejercicio de montaje simple, con gran parte de los trabajos dispuestos con alfileres, directamente sobre los muros, como instalaciones que, sala a sala, surgen como pequeñas exposiciones que van arrojando luz sobre una manera de hacer muy medida, y muy poco artificiosa. Lo que ves es lo que hay.  

Silvia Bächli: 'Lange rote  Linien (12)', 2022. Foto: Belén de Benito

Silvia Bächli: 'Lange rote Linien (12)', 2022. Foto: Belén de Benito

Establece el punto central la instalación al completo que la artista realizó para el Pabellón de Suiza en la Bienal de Venecia de 2009. Se trata de un conjunto que treinta y tres piezas que tituló das, en homenaje al poemario homónimo que la danesa Inger Christensen había publicado en 1969.

Se despliega en una sala de proporciones muy semejantes a la que ocupó en Venecia, con varias sillas, idénticas a la que la artista tenía en su estudio, que nos permiten sentarnos y observar, para fijarnos, más en la composición y en su relación con el espacio, que en los detalles de cada una de ellas.

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No es esta la única instalación que repite de manera exhaustiva unas pautas previas de disposición. Bächli trabaja así, a través de grandes maquetas que le permiten probar durante meses y definir en su estudio las ubicaciones exactas de cada pieza.

No ha lugar, aunque lo parezca, para la improvisación. Todo está sujeto a unas correspondencias nada aleatorias, que otorgan la misma importancia a la ubicación de los trabajos que a los espacios en blanco que los conectan o los disocian.

Las obras arrojan luz sobre una manera de hacer muy medida, poco artificiosa. Lo que ves es lo que hay

Porque así funciona una partitura, con notas alargadas o acortadas, con repeticiones y silencios que contribuyen en la misma medida al resultado global. Encontramos, en la entrada de Partitura, la instalación presentada en 2022 en el museo Weserburg (Bremen); las series Rotes Zimmer (2011) o Farbfeld (2022), un conjunto de catorce pinturas mostradas en 2023 en Villa Langmatt (Baden, Suiza).

Y asomada a la bahía se despliega To have a shelf life (2017), una gran instalación realizada en colaboración con su pareja, el artista y educador Eric Hattan.

Vista de la exposición 'Partitura' en el Centro Botín. Foto: Belén de Benito

Vista de la exposición 'Partitura' en el Centro Botín. Foto: Belén de Benito

Resulta inevitable, cuando recorremos visualmente estos papeles, concretamente los de las largas líneas de gouache, no entenderlas también como líneas de tiempo, y como movimientos inscritos en el brazo que acompaña la mano, en el hombro y el torso, o incluso en las piernas que caminan en paralelo hasta cubrir distancias de varios metros.

Esto determina lo que de gesto encierra su pintura, un gesto que no surge de una pulsión. Es gesto porque es físico, pero es meditado y, aunque su modus operandi implica cierto automatismo, existen imágenes mentales, recuerdos del día a día que la activan y la llevan a incorporar ese movimiento.

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Pero obviamente, y aunque aquí se plantea la cuestión gestual desde una posición que soslaya el acto pictórico, existe en los papeles de Silvia Bächli un pensamiento que, además de proceso, habla de materia -y no es la suya una pintura matérica, sino más bien lo contrario-, pero es que incluso en esos rastros tan leves, uno piensa en la mancha que se desplaza hacia los márgenes, definiendo el contorno, la rapidez del gesto, la presión ejercida sobre el pincel, el modo de agarrarlo, o si la mirada acompaña la línea o mira al frente.

En Partitura, comisariada por Bárbara Rodríguez Muñoz, directora de exposiciones y de la colección del centro, salen al paso diálogos altamente sutiles, que interconectan espacios e invitan a entrar, recorrerlos, acercarse, sentarse, volver atrás y pensar en todo lo que ofrece, y en lo que omite, que no es poco.