Retrato de artista de espaldas. 2024.  Foto: © Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024

Retrato de artista de espaldas. 2024. Foto: © Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024

Arte

Santiago Sierra, el artista más esquivo da la cara: "A partir de cierta edad el problema empiezas a ser tú"

El polémico creador que convirtió una sinagoga en una cámara de gas o hizo desfilar a modelos de Balenciaga por el fango, habla con El Cultural con motivo de su exposición en el CA2M. 

28 septiembre, 2024 01:59

Convertir una sinagoga en una cámara de gas, hacer desfilar a modelos de Balenciaga sobre el fango o contratar a emigrantes para cavar fosas mortuorias. Su trabajo, afilado y aterrador, remueve conciencias. 

La obra de Santiago Sierra (Madrid, 1966) estremece porque nos enfrenta con nuestra oscuridad. Hace estallar por los aires la complacencia del arte vacuo que se recrea en lo frívolo.

Y puede hacerlo con lo mínimo. Tan solo una imagen. Ese es su poder. El de las ideas brillantes y rotundas que nos remueven las tripas. Sin perder el acento mexicano –vivió 12 años allí– nos cuenta cómo se encuentra revisando su trabajo, dándose espacio para experimentar, equivocarse y encontrarse a sí mismo.

Pregunta. Esta es su primera individual en una institución pública madrileña en 34 años de trabajo, ¿está vetado en los museos públicos?

Respuesta. Eso parece. Esta es la primera vez que me sonríen, es lo que más me ha sorprendido. Me han tratado con mucha cordialidad en el CA2M. Sé que mi trabajo incomoda porque señalo anomalías del sistema. Si hablas de ciertos temas, como de presos políticos, te ponen la cruz. Yo en España expongo poquísimo, trabajo mucho más en Alemania, Italia, México…

'Línea tatuada de 250 centímetros sobre deis personas', 1999. Foto: Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

'Línea tatuada de 250 centímetros sobre deis personas', 1999. Foto: Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

P. Entonces, ¿cómo surge esta exposición?

R. Fue Manuel Segade quien me invitó antes de irse al Reina, pero estoy trabajando muy bien con Tania Pardo y con el comisario Alexis Callado Estefanía, una persona muy culta, amigo, además, y con todo el equipo.

P. ¿Cómo se conjuga militancia política y trabajo institucional?

R. Bueno, pocas ocasiones ha habido así. En la Bienal de Venecia trabajé muy a gusto con Rosa Martínez.

"No enseño mucho mi cara ni quiero que me reconozcan. Desde que sucedió lo de los presos políticos o lo del ninot del rey en ARCO recibí muchas amenazas"

P. En 1502 personas mirando a la pared –título de la exposición que se inaugura este sábado– hay una pieza nueva, The Maelström, que rodó en Gambia, ¿qué sucede en este vídeo y cómo fue rodar allí?

R. Me gusta traducirlo como “la vorágine”, por la novela colombiana de José Eustasio Rivera. Es una coreografía, como una tabla de yoga, basada en las posturas de inmovilización en las que te coloca la policía cuando te detiene.

»Lo hice con un equipo de fútbol en Serekunda que entendió muy bien el proyecto. El remolino se convierte en una geometría árabe de mosaicos con música mauritana. Mauritania es un lugar donde la esclavitud está permitida, donde se canta de noche y las canciones duran hasta el amanecer.

»Meter música es algo que no había hecho antes. Creo que había una impostura por mi parte porque hay una diferencia muy grande entre lo que enseñaba a la gente y cómo veo las cosas en casa.

P. ¿No era usted mismo?

R. Me apetecía cambiar. A partir de cierta edad tienes un bagaje donde el principal problema eres tú mismo: todas las reglas que te impones para que tu voz llegue a ser reconocida. Quiero empezar a romperlas y liberarme. Maelström es una pieza de autoemancipación.

'Persona obstruyendo convoyes de mercancias', 2018. Foto: © Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024

'Persona obstruyendo convoyes de mercancias', 2018. Foto: © Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024

P. ¿Cómo lleva el éxito?

R. No enseño mucho mi cara ni quiero que me reconozcan. Desde que sucedió lo de los presos políticos o lo del ninot del rey en ARCO recibí muchas amenazas, también mi galerista italiana Ida Pisani. Ahí me volví doblemente cauto. Incluso dejé de beber dos años para tener la cabeza clara y ver de dónde me venían las ostias. No quería equivocarme.

P. ¿Tiene miedo?

R. No, pero tienes que ser prudente. No puedes permitir que te callen y callarte es muy fácil. Cuando trabajé en Ponticelli, que es la cuna de la mafia, tuve que pedirles permiso para poder hacerlo.

P. Su obra es como un iceberg, no vemos lo que le ha supuesto producir esas imágenes.

R. Nápoles es bien cabrón. Ningún fotógrafo quería venir conmigo, tuve que llamar a uno de guerra que venía de Irak. En El Cairo estoy trabajando con la minoría copta, que son los que recogen la basura porque tienen cerdos y se comen la basura orgánica.

»Es muy complicado acercarse, temen por sus mujeres, que han sido violadas reiteradamente. Primero hay que hacer contactos, conocer el terreno, tener respeto, es un proceso.

P. Esto me recuerda a la conferencia de Georges Didi-Huberman La exposición como máquina de guerra, en la que la obra se despliega como un dispositivo bélico. ¿Usted contra quién lucha?

R. Contra el poder jerarquizado, no el que emana de la gente, como el empoderamiento femenino o la lucha obrera. Vivo en un mundo que no aplaudo. Es profundamente injusto e inmoral. Creo que esta paz es una guerra permanente. Europa ha sido un gran problema para el mundo entero. Hablo de la conquista y no se ha pedido perdón.

P. ¿Se puede reparar la memoria de la colonización?

R. ¡Claro! Tengo una pieza que se llama Los tres mandamientos del colonialismo que son: que se indemnice a las víctimas, que se devuelva lo robado y que se deje de robar. Es inconcebible que aún hoy, se siga oprimiendo y expoliando.

P. ¿Por qué se fue a México?

R. Cuando uno toma una decisión radical no hay una sola razón. Tuvo que ver con el servicio militar, me negaba a hacerlo.

'Línea de 30 cm. tatuada sobre una persona remunerada'. Foto: Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

'Línea de 30 cm. tatuada sobre una persona remunerada'. Foto: Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

P. ¿Cree que se hubiera desarrollado su trabajo igual si no se hubiera ido?

R. No. Creo que hubiera sido un artista conceptual aburrido [Risas]. México me ha dado una perspectiva amplísima de las cosas, me ha dado mucho en 12 años, mis hijas son mexicanas. Es mi segunda casa.

P. Volviendo a la exposición, le quería preguntar por las figuras dorsales, esos personajes que representa de espaldas, que son el hilo conductor, ¿quiénes son?

R. Al principio utilizaba las personas de espaldas para medir la escala de las esculturas, pero luego me di cuenta de que lo que me gustaba eran las personas de espaldas, sin más.

»Representan la negación de la comunicación, los que van a ser asesinados en el patíbulo, los castigados, dar la espalda a alguien… Al no verse sus caras se convierten en representantes de un grupo, pierden su individualidad.

P. Un día le pregunté a Teresa Margolles cómo podía vivir trabajando con la muerte y a usted me gustaría preguntarle cómo es posible vivir cuando se trabaja con lo insoportable.

R. En mi obra no hay una recreación, una delectación en ello. No mojo pan en los sesitos del muerto. Trabajo con una conciencia muy clara de que estoy en contra de lo que resignifico.

'Veteranos de guerra de Ucrania de cara a la pared' , 2023.  Foto: Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

'Veteranos de guerra de Ucrania de cara a la pared' , 2023. Foto: Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

P. Ha convertido una sinagoga alemana en una cámara de gas. ¿Hay algún proyecto que no haya podido hacer?

R. ¡Un montón! Pero los guardo en la nevera y no es mala señal, significa que estás tocando las fibras. Sobre todo, en España, que es un país hostil para trabajar.

P. Sus piezas reflexionan sobre el castigo y nos convierten a todos en castigadores y en castigados. ¿El hombre es un lobo para el hombre?

R. No, la gente es muy guay, los árabes, por ejemplo, son encantadores. Son las estructuras de poder las que hacen que la sinrazón se imponga.

P. ¿Cómo se asume el papel de explotador cuando contrata a marginados para, por ejemplo, dejarse tatuar?

R. Puede ser un poquito incómodo. Es desagradable pero alguien tenía que hacerlo. Si te fijas, las cariátides o atalantes de nuestros edificios son esclavos. La sociedad española ha sido esclavista. En el Palacio de Cristal hubo un zoológico humano de filipinos, de ahí venimos.

'The Maelström´, 2024. Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

'The Maelström´, 2024. Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

P. Lo que sucede en sus piezas no es una teatralización. ¿Dónde acaba lo performático y empieza lo real?

R. El arte forma parte de la realidad, somos seres culturales. Ahora me interesa utilizar el arte en mi vida cotidiana, mezclarlo todo. Somos como vestimos, por ejemplo. Transmitimos información con los colores que llevamos. Todo es arte.

P. Hay también mucha belleza y poética en su trabajo, como en la pieza en que una joven detiene la circulación de unos tráileres de mercancías de gran tonelaje con su cuerpo. Es una imagen muy poderosa.

R. Fue un David contra Goliat, nos fijamos en la imagen de las protestas de la plaza de Tiananmén del 89 para parar esas mercancías que no necesitamos y evidenciar lo absurdo del consumismo radical.

'Mujeres', 2005 (Bucarest). Foto: Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

'Mujeres', 2005 (Bucarest). Foto: Santiago Sierra, VEGAP, Madrid, 2024.

P. Georg Imdahl en el catálogo de su exposición alude a su “referencialismo”, cómo le da nuevas lecturas a lo que se apropia subvirtiendo los códigos, ¿cuáles son sus subtextos?

R. Procuro trabajar a varios niveles, que cualquiera pueda entenderme, pero disfruto metiendo referencias a autores que me gustan. Puedo guiñarle un ojo a un académico como Imdahl, por ejemplo, o a Gerhard Richter.

»NO. Global Tour [una de sus series referenciales en la que pasea un NO, una escultura de más de tres metros de alto que recorre países del Primer Mundo sobre la plataforma de un camión gigante por las calles de diversas ciudades del mundo] está llena de subtextos.

"Antes me gustaban las estéticas frías. estoy releyendo mi trabajo y pienso en el color, algo que no había hecho antes"

P. Cuando produce una pieza, ¿qué es lo que le mueve? ¿Comunicar? ¿Incomodar? ¿Generar polémica?

R. La polémica no la genero yo, la generan los medios. Es problemático todo lo que tiene un interés público. Yo no he visto nunca a nadie escandalizarse en una sala de exposiciones, bueno en ARCO, pero ARCO intenta suplir la necesidad de una gran bienal española. Es un evento donde la gente va a ver arte en las peores condiciones, como decía Paul McCarthy, una feria es como ver follar a los padres.

P. Declina su trabajo en blanco y negro, una estética que me lleva a pensar en la famosa frase de Adorno: “Después de Auschwitz no hay espacio para la poesía” ¿Usa el monocromo para atenuar su crudeza?

R. Ahora empiezo a utilizar el color porque me he hartado de mí mismo. El blanco y negro era para quitarle emoción, para intelectualizar las imágenes, una referencia a la prensa, incluso al mismo Guernica. Me gustaban las estéticas frías. Ahora estoy releyendo mi trabajo, algo que no había hecho antes. Me interesa cambiar, crear mis propias reglas, revolverme, no quiero acomodarme, ahora que voy a hacer 60 años.

P. Esos son los artistas interesantes, los que no temen el conflicto. ¿Cuáles le gustan?

R. Me gusta ver arte comprometido que habla de la realidad sin miedo, mirándola a los ojos, que acepta su parte de responsabilidad. On Kawara, Boltanski, Jodorowsky o Goya, también lo que hacen los jóvenes que llegan con una mirada ingenua. Me interesa el mundo del hip hop y la música.

P. ¿Cómo se plantea esta nueva etapa?

R. No estoy firmando mis nuevas piezas, lo que me da más libertad. Al no firmar me desprendo de la obligación de ser respetuoso con mi propia carrera. He estado haciendo grafitis y performances en la calle para mí, por el placer de hacerlo y de equivocarme.

P. ¿En qué está trabajando?

R. Tengo proyectos en Francia y en Bulgaria, además estoy muy entusiasmado con una colaboración con Andrei Molodkin, que es un artista disidente ruso que me gusta mucho. Ambos somos disidentes, él del este y yo del oeste. Me identifico con los artistas rusos que trabajan con mucha radicalidad, con mucha pasión, con conciencia de presencia y de evidencia.