Georges Didi-Huberman. Foto:  Museo Reina Sofía

Georges Didi-Huberman. Foto: Museo Reina Sofía

Arte

Didi-Huberman, historiador del arte: "La distinción hombre-mujer es brutal. ¿Seguro que soy un hombre?"

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Un genio o un loco. Eso es lo que debió pensar el departamento de exposiciones del Museo Reina Sofía cuando el comisario e historiador Georges Didi-Huberman le entregó un listado de 2.000 obras para conformar su última exposición, En el aire conmovido... Lorca y su Romancero gitano como punto de partida para hablar de la emoción humana, de los niños, el duelo y la belleza.
 
“El niño la mira mira / el niño la está mirando / En el aire conmovido / mueve la luna sus brazos”. Así comienza la nueva exposición del reconocido historiador del arte Georges Didi-Huberman (Saint-Étienne, Francia, 1953), autor de sesenta libros y comisario de antológicas exposiciones como su famosa Atlas ¿Cómo llevar el mundo a cuestas? –una historia de las imágenes a partir de Aby Warburg– desplegada en el Museo Reina Sofía hace 14 años. 
 
Ahora imagina, para los mismos espacios, una antropología política de la emoción en clave poética que parte de Federico García Lorca y de su Romancero gitano. Didi-Huberman es, ante todo, un escritor y su bibliofilia impregna las salas. Le entrevistamos en el propio museo para desentrañar sus claves. 
 
Pregunta. ¿Qué podemos ver en esta exposición?
 
Respuesta. 300 obras de 140 artistas. Muchas cosas, también una historia. Soy aficionado al flamenco, soy amigo de Israel Galván, Pedro G. Romero, Ines Bacan… y quería hacer un homenaje al concepto de “duende”. La exposición es un experimento sobre la emoción desde un poema de Lorca realizado por un filósofo francés. Para mí, Lorca es un filósofo. Cometemos el error de considerar la emoción como algo objetivo, por ejemplo cuando Donald Trump la utiliza para manipular, y eso es terrible. Toda la exposición versa sobre la emoción, que no es ni objetiva ni subjetiva, es una cosa que modifica el ambiente. En el poema de Lorca el niño no es el único sujeto, sino que entra en juego el aire, que es el medio de la emoción. 

“Hacer scroll en las pantallas de los teléfonos infinitamente es lo contrario a la mirada”

 
P. El manuscrito de la conferencia Juego y teoría del duende es la pieza central de la exposición. ¿Por qué ha elegido a García Lorca?
 
R. Entre el poema y el manuscrito del duende están las posiciones filosóficas. La conferencia es una creación filosófica en sí misma. Es un homenaje a la poesía y al concepto de duende, que he extraído del libro de José Javier León El duende, hallazgo y cliché (Athenaica, 2018) dedicado a las conferencias de Lorca. Yo abro el discurso a una dimensión europea y Lorca me ayuda porque en este texto habla de la magia y de Goethe, Nietzsche o Descartes. 
Franco Pinna, ' Una plañidera en Pisticci', 1952. Foto: Archivo Franco Pinna

Franco Pinna, ' Una plañidera en Pisticci', 1952. Foto: Archivo Franco Pinna

 
P. ¿Y cómo entiende usted el duende, ese ente misterioso tan flamenco?
 
R. ‘Duende’ es una palabra que tiene una historia precisa. Es un pequeño fantasma, un demonio, un niño fantasma, en francés juego con las palabras enfant y phantôme y yo digo “enfantôme”. Los niños fantasmas están por todas partes en la literatura lorquiana, pero también tiene una esfera filósófica: el demon de Sócrates, el daimon de Goethe, el animal dionisíaco de Nietzsche, el inconsciente de Freud. Es una categoría estética, un momento de intensidad. Toda la exposición es una estética de la intensidad.
 
P. ¿Dónde podemos encontrar su presencia?
 
R. Por ejemplo en la escultura del artista estadounidense Fred Sandback que se suicidó y vivió con mucha angustia. Es una pieza que consiste en un solo un hilo que corta el espacio como una herida, por eso está a su lado Fontana: ese es el espacio del aire conmovido. 

“Cuando un adulto se enfrenta a una imagen necesita redescubrir su capacidad de sorpresa. Somos niños frente a las piezas”

 
P. El primer y el último capítulo de la exposición están dedicados a la infancia. ¿Qué hay en la mirada de los niños?
 
R. El duende es un niño, un niño fantasma. Lorca tiene esta frase fantástica: “Mirar con ojos de niño y pedir la luna”. Cuando un adulto se enfrenta a una imagen necesita redescubrir su capacidad de sorpresa. Somos niños frente a las piezas. Si ves a Goya, vas a verlo como si fuera la primera vez y vuelves a ser niña. La obsesión de esta exposición es el acuerdo entre los niños y el mundo. El niño mira a la luna, pero hoy los niños miran a las bombas en Siria y Gaza. Hay documentos muy precisos que ilustran la situación de la mirada imaginativa de los niños frente a lo real de la guerra, hay ejemplos de los niños supervivientes de Hiroshima, del gueto de Varsovia. Este es el lado histórico o político de la exposición. 
George Didi-Huberman en la exposición. Foto: Archivo Reina Sofía

George Didi-Huberman en la exposición. Foto: Archivo Reina Sofía

 
P. Uno de los puntos en los que incide es en la importancia del montaje expositivo.
 
R. Es muy simple, si pones algo al lado de Goya, por ejemplo, lo cambia todo. Emerge un nuevo conocimiento precisamente por la diferencia, esa es la poesía: el montaje. 
 
P. ¿Hay alguna pieza que no haya podido conseguir? 
 
R. Muchísimas.
P. ¿Y eso?
 
R. El equipo de exposiciones del Reina me decía si estaba loco porque les presenté un listado de 2.000 obras. Me hubiera gustado tener el Angelus Novus, el Ángel de la historia de Paul Klee, no la pedí porque sabía que iba a ser imposible, pero hubiera sido el emblema de la exposición. Perteneció a Walter Benjamin y sobre ella escribió su famoso texto Angelus Novus. Pero estoy muy contento con la exposición aunque no esté esta pieza. 
Federico García Lorca, 'Ecce Homo'. Foto: Colección privada E. Carretero

Federico García Lorca, 'Ecce Homo'. Foto: Colección privada E. Carretero

 
P. La reflexión acerca de la imagen y su dimensión política es el centro de toda su obra. ¿Hemos banalizado la imagen? 
 
R. Lo cierto es que hay demasiadas imágenes, pero no es culpa de la propia imagen. No son ni buenas ni malas, depende uso que les demos. Pensamos que en internet tenemos todas las imágenes y, para nada, hay una enorme censura. Lo peor es pasar muy rápidamente de una imagen a otra, hacer scroll en las pantallas de los teléfonos infinitamente, esto es lo contrario a la mirada. Es un movimiento hipnótico y de alienación. Si entras en una Iglesia italiana del siglo XIV aparecen 3.000 caras de demonios, santos… y es lo mismo. La imagen propagandística es una imagen que se impone. 
 
P. Atlas, su anterior exposición fue un grandísimo éxito. ¿En qué se diferencia de esta? 
 
R. Esta es el capítulo 2. El primer capítulo fue un montaje de imágenes que produce un conocimiento y ahora un montaje que produce emoción. Atlas y Aire son dos vertientes de la potencia de las imágenes, fíjate que digo la potencia y no el poder, la potencia es más frágil. 
Herz Frank: 'Diez minutos más viejo', 1978:  Museo Reina Sofía

Herz Frank: 'Diez minutos más viejo', 1978: Museo Reina Sofía

 
P. ¿Usted solo hace exposiciones monumentales?
 
R. Para mí no es tan grande, faltan muchas cosas…
 
P. No hay muchas mujeres, tan solo 14 de 140 artistas...
 
R. Yo no trabajo en esos términos. Hasta el siglo XX la mayoría de los artistas han sido hombres y no quiero quitar a Goya porque sea varón. Ahora mismo hay una exposición en París sobre el Surrealismo, han intentado meter a todas las mujeres que fuera posible, pero esto es un mal cálculo porque hay malas artistas. Ser mujer no es el criterio. Mi posición no es machista, mi primer libro lo he dedicado al modo horrendo en que trataron a las histéricas los psiquiatras en París. El cálculo hombre-mujer no es pertinente aquí. El mejor artista de esta exposición es una mujer griega, María Kourkoúta, ella misma no se considera artista, ha hecho una instalación sobre los vientos maravillosa, Retour à la Rue d’Eole (2013). Lo que me importa son los niños que están censurados en los lugares culturales. No se puede defender a todo el mundo.
Man Ray: 'Prou del Pilar bailando', 1934. Foto: Man Ray 2015 Trust / Vegap 2024

Man Ray: 'Prou del Pilar bailando', 1934. Foto: Man Ray 2015 Trust / Vegap 2024

 
P. ¿En qué está trabajando?
 
R. Acabo de publicar un libro sobre los gestos críticos. Hoy en el debate intelectual hay posiciones muy violentas. Las polémicas intelectuales son brutales. Por ejemplo yo considero esa distinción hombre-mujer como algo brutal. ¿Estás segura de que yo soy un hombre? Yo no estoy completamente seguro. El filósofo Jacques Derrida decía lo mismo y él estaba muy cercano a las feministas. El libro que acabo de publicar viene a decir que la verdadera crítica tiene que tener tacto –que es una palabra que me encanta porque toca pero sin invadir– y ha de ser sutil. Para criticar a alguien no hay que ser impositivo, hay que intentar comprenderle y luego analizar bien lo que dice, la crítica es un arte delicado.
»Me gusta hacer hincapié sobre gente muy minoritaria, poco conocida. Es mi manera de ser. Esto es mi acción política. Miguel Abensour tiene una obra genial sobre la utopía política, me interesa porque en lugar de observar la política como una opinión contra otra, ha considerado que la política es una cuestión de imaginación y eso establece el vínculo con todo esto. Lo que me atrae son las imágenes, la imaginación, pero también la imaginación científica. Eso fue la exposición Atlas, una imaginación política, y Aire, ahora, es la utopía política. 
 
P. Por último: ¿qué exposición nos recomienda? 
 
R. Jackson Pollock: Los primeros años (1934-1947) en el Museo Picasso de París, muy interesante.