'Retrato de J. Edwards', 1988

'Retrato de J. Edwards', 1988

Arte internacional

Francis Bacon, instinto animal

6 marzo, 2003 01:00

Francis Bacon. Caged-Uncaged

Museo Serralves

Comisario: Vicente Todolí. J. de Castro, 210. Oporto. Hasta el 20 de abril

Entiendo que basta un solo cuadro de Francis Bacon para resumir su postura, para concentrar todas sus inquietudes, sus creencias, sus problemas. También entiendo que, para Bacon, cada cuadro era el reflejo de un conflicto, de una continua lucha del pintor, del individuo ante su misma condición. Bacon retuerce toda razón para explorar la más primitiva energía creativa, para desnudar la piel que envuelve las emociones, que emergen así descarnadas, violentas y viscosas como el rastro de caracol que tanto deseaba como barniz de sus pinturas.

En cada una de sus figuras se advierte un sentir tenso; figuras que se ofrecen densas y claustrofóbicas. Si pensamos en Study from de Human Body, de 1949, topamos con ese sensible velo que nace de la pincelada larga para proteger a esa figura que semeja frágil y quebradiza como el devenir vital del propio artista. Bacon reconoció su tentativa de liberar el elemento animal de lo humano, valorando lo instintivo. El hombre trata de escaparse, de expandirse mediante el movimiento.

Bacon retuerce toda razón para explorar la más primitiva energía creativa, para desnudar la piel que envuelve las emociones

En este sentido, advertimos una pintura un tanto convulsa y agitada, vinculada a las dificultades con las que tuvo que enfrentarse Bacon: su dependencia del alcohol, su condición homosexual, sus problemas de asma, su extravagancia, su inclinación por el juego... Resulta fácil intuir esa capacidad para transgredir contextos, como cuando Two Figures in the Grass levantara un escándalo por su virtual indecencia, en lo que significaba su primera exposición oficial en Londres, en el Institute of Contemporary Arts.

Hablamos de una pintura que respira, que trata de existir, de sobrevivir. Por eso, a la hora de organizar una muestra exclusiva para el Museo Serralves, su comisario Vicente Todolí, huyó de la más convencional exposición retrospectiva para rescatar esa suerte de confrontación del artista con la pintura y con la vida, del orden con el desorden, de lo libre y lo preso.

Así, el título Caged-Uncaged (encarcelado-desencarcelado) se hace eco de estas premisas para ilustrar estas ideas vitales en el conjunto de su trayectoria. Por otro lado, hay que destacar una segunda parte más propiamente arqueológica donde se pueden contemplar una serie de objetos y documentos fotográficos personales, rescatados del taller del artista después de su muerte; un universo de fragmentos que se conectan con textos y frases del propio Bacon y fotografías de su tantas veces reproducido taller.

En definitiva, lo propuesto es un rítmico paseo por la obra de Francis Bacon, buscando la reflexión visual a partir de una serie de bloques: la problemática relación del cuerpo humano con un espacio interior -el desorden frente a lo ordenado-, el dramatismo de sus denominadas jaulas que albergan estas figuras, el poder de las sombras y los reflejos, los paisajes... Cerca de cincuenta obras entre las que se encuentran algunas de las más significativas de su producción.