Image: Peter Doig

Image: Peter Doig

Arte internacional

Peter Doig

Arte en el mundo

27 mayo, 2004 02:00

Pinakothek der Moderne. Munich. Hasta el 4 de juliowww.pinakothek.de

La Pinakothek der Moderner de Munich presenta en sus salas una exposición de uno de los pintores más interesantes del panorama actual, el escocés Peter Doig

Escocés de Edimburgo pero residente en la actualidad en la isla de Trinidad, lugar donde ya pasó parte de su infancia, Peter Doig expone en Munich alrededor de una treintena de obras realizadas en estos últimos meses, trabajos que viajarán más tarde a la galería Victoria Miro londinense. Podríamos suponer, en principio, que Trinidad es un lugar paradisíaco de extensas playas, propicio siempre a la relajación. Pensemos en Gauguin y sus estancias en la Polinesia. Doig podría parecer un Gauguin contemporáneo, alejado del estruendo de la sociedad contemporánea. Pero no. Esta pintura última del escocés no muestra ningún tipo de exotismo. Más bien nos acercan al ruido y el caos recién abandonado, a la vorágine urbana, lejos de sumergirnos en placenteras visiones remotas y primitivas.

Porque la contradicción y la paradoja son claves fundamentales para entender la pintura de Doig, un artista que utiliza todo tipo de fuentes para trabajar, desde fotogramas hasta postales encontradas. La combinación de intención y azar y la interrelación entre los objetos encontrados forman la base de una pintura que tiene una enorme capacidad evocadora. Mucha gente se ha referido a los cuadros de Doig como reminiscencias de lecturas y películas pero también de algo ya vivido, de algo que reside milagrosamente en nuestra memoria y que parece a punto de desvanecerse. Hay un estado de marcada atemporalidad, ua situación de aislamiento de espacio y tiempo. No en vano el propio artista es concluyente respecto a la dificultad de traducir estas pinturas a palabras y admite su intención de crear una suerte de nebulosa en torno a la propia obra, algo que disponga una pequeña distancia entre la obra y la percepción del espectador. Porque hay que tener en cuenta que los paisajes de Doig son, en su mayoría, accesibles y cercanos si bien, tras una primera mirada, el espectador advierte una distancia que es a veces insalvable. Un buen ejemplo es la obra "One Hundred Years Ago" en la que un viejo roquero, tomado sin duda de la cubierta de un disco o de una revista de música, aparece sentado en una canoa que cubre toda la sección de la obra. Con un poco de cultura musical se puede de que roquero se trata sin embargo, la superficie encierra un marcado sentido críptico. Y la melancolía. Doig propone superficies en las que la realidad y la fantasía van de la mano en composiciones que no ocultan un profundo sentimiento nostálgico.