Huang Yong Ping
Ullens Center for Contemporary Art, Beijing, China. Hasta el 1 de junio.
27 marzo, 2008 01:00Phyton.
Fin de la itinerancia de la gran retrospectiva dedicada a Huang Yong Ping, uno de los grandes del arte chino.
Esta es la primera exposición del artista en China desde que marchara a vivir a París en 1989 y es la culminación de un diálogo continuado entre el propio artista y Philippe Vergne, conservador jefe del Walker Art Center. Son veinte años de trabajo, desde aquellas primeras obras experimentales de los ochenta como los manuales de historia, occidental y china, que el artista introdujo en una lavadora durante dos minutos, una pieza que ya dejaba entrever el camino que habría de recorrer el artista, de espaldas a los dictámenes del mercado. Pero también destacan las piezas de gran formato, asombrosamente monumentales en algunos casos, como la archiconocida 11 June 2002. The Nightmare of George V, de 2002, la escultura de un elefante a tamaño real de cuyo lomo emerge ferozmente un tigre. Esta de Beijing es una exposición que difiere notablemente de las montadas en las sedes antes mencionadas. Si en aquéllas el artista tuvo que adaptarse a los espacios de los centros, aquí en China el UCCA le ha ofrecido una nave inmensa que ha modulado a su gusto. De este modo, Huang Yong Ping ha podido crear un extraordinario montaje, dividido en doce espacios, que recrea en buena medida las aspiraciones del artista, esto es, la ausencia de límites, ficticios y reales, que caracteriza su trabajo.
La carrera de Huang Yong Ping dio un giro radical cuando fue incluido en la exposición Magiciens of the Earth que situó en un mismo plano el arte realizado en Occidente y el que era realizado en las entonces consideradas periferias. Mientras montaba su obra en esta muestra parisién tuvieron lugar los sucesos de la Plaza de Tiananmen y decidió quedarse en París. Desde entonces ha sido punta de lanza de un arte chino que aún tardaría en despuntar. Tendría que ser la generación posterior a la suya la que realmente diera el gran salto a Occidente. Son esos artistas los que hoy pueblan las grandes exposiciones contemporáneas. China viene siendo, desde hace ya algunos años, el lugar del arte.
Hasta la decisión de quedarse en parís, en 1989, el arte de Huang Yong Ping era un tipo de creación efímera, instalada en lo preformativo y muy arraigada en su maestro Duchamp. Fundó en su ciudad natal, Xiamen, el Xiamen Dada movement, del que fue principal cabeza visible. Este grupo se enfrentó a las leyes artísticas tradicionales de China para aportar una nueva identidad cultural en la que se daban cita la Modernidad occidental y una llamativa mezcolanza de realidad circundante y conceptos filosóficos relacionados con el Zen y el Taoismo. Sus influencias más claras se encuentran en Beuys, el arte Povera, las lecturas de Wittgestein y Foucault y, por supuesto, Marcel Duchamp.
No han sido pocos los críticos que han acusado al artista de satisfacer el hambre de exotismo de las audiencias occidentales. Pero lo cierto es que Huang Yong Ping volvió a las raíces místicas orientales después de conocer a Duchamp y a Cage. La cultura china ayudó al artista a no dejarse arrostrar por el poder fulminante del caudal estético occidental pero, aún así, su creación llama la atención por la sensación de novedad que aporta en cada aparición pública. Y es que el espectador suele tener la sensación de no haber visto antes nada igual. En resumen, la obra de Huang Yong Ping es de una exuberancia desmedida, con una ironía no exenta de cierta gravedad y, sobre todo, con un rotundo e inquebrantable compromiso con lo visual.