Ignasi Aballí endereza el Pabellón de España en la Bienal de Venecia
El artista representa a España en la cita italiana con 'Corrección', un proyecto que propone girar la arquitectura original y apuesta una visita alternativa por la ciudad con una serie de libros creados para la ocasión
7 abril, 2022 18:33Noticias relacionadas
La primera Bienal de Venecia se celebró en 1895 y no fue hasta 1922 cuando España construyó su propio pabellón. Fue el arquitecto Vaquero Palacios quien lo diseñó, seguramente, tomando como referencia la calle que colinda con los Jardines Giardini. Esta referencia hizo que el edificio quedara ligeramente ladeado respecto a los de sus vecinos Bélgica y Países Bajos. Esta edición de la bienal, que tiene lugar del 23 de abril al 27 de noviembre, coincide con la celebración del primer centenario del pabellón y lo hace con Corrección, un proyecto con el que Ignasi Aballí trata de corregir aquel error inicial.
“Desde el principio tuve claro que quería hacer una intervención específica para el contexto tanto del pabellón como de la ciudad”, asegura Aballí. Muy pronto dio con la idea de reconstruir el interior de un edificio que, sobre el plano, está torcido. Aunque en un principio parecía un proyecto fácil enseguida entendió que no lo era y que iba a requerir “mucho esfuerzo tanto física como conceptualmente”. Esta corrección, sin embargo, “provoca un doble error y ambas estructuras no pueden convivir sin hacer concesiones”, añade Bea Espejo, comisaria del proyecto.
El concepto de error no es nuevo en la trayectoria de Aballí, lo ha trabajado en varias ocasiones y, en sus propias palabras, “cometo más errores que aciertos y quería llevar el error al acierto”. De esta manera, Aballí reconstruye el interior del edificio girándolo diez grados para alinearlo con los edificios contiguos. Sin embargo, “girarlo nos hace alejarnos de los vecinos”, subraya Espejo.
Esta transformación escala 1:1 genera nuevos espacios y también la pérdida de otros, “las esquinas, por ejemplo, no caben”, apunta Aballí. De modo que surgen puntos ciegos, lugares que caen en desuso o paredes que se cruzan las unas con las otras. Una vez acabada la intervención, que a Aballí le resulta casi más escultórica que arquitectónica, se ha dado cuenta de que genera varios antagonistas: dentro y fuera, lleno y vacío, temporal y permanente, nuevo y antiguo, original y copia.
Lo que sí pide Corrección es tiempo, algo que escasea en el contexto de una bienal como la de Venecia en la que el tiempo medio de visita para cada pabellón no supera los tres minutos. “En esos escasos minutos lo que ves te tiene que seducir y lo que Aballí pide al espectador es que le eche un pulso al tiempo”, destaca Espejo. Tan solo con una contemplación pausada el espectador se puede dar cuenta de todo eso que el artista está planteando con esta intervención que parece silenciosa.
Hay pistas que ponen al visitante sobre el aviso de que algo ocurre aunque parezca que ha entrado en un espacio vacío. Las paredes de su intervención se han pintado de un blanco diferente a las originales y los zócalos también difieren. Además, se han abierto las claraboyas por primera vez. “Nunca se han abierto porque la luz que entra por ellas podía dañar las obras expuestas pero en esta ocasión genera nuevas lecturas”, apunta Bea Espejo. La luz entra y pinta las paredes, de modo que no se obtiene la misma experiencia si se acude al Pabellón español por la mañana que por la tarde.
Corregir Venecia
La propuesta de Ignasi Aballí tiene otra pata sobre la que se sustenta. Se trata de la edición de seis libros más un mapa que invita a conocer la ciudad y algunos de sus rincones menos conocidos. “Son una especie de guías que corrigen la idea de esa Venecia turística y masificada y, de nuevo, cuestiona la idea del tiempo”, apunta Espejo. Lo que propone Aballí es una especie de yincana que recorre la ciudad teniendo como punto de partida el pabellón. Allí se recoge el primer objeto: un mapa borrado de la ciudad en el que tan solo se ven los lugares en los que se encuentran los demás libros (todos ellos gratuitos).
A la salida del pabellón, en el primer quiosco situado en Giardini, se consigue el primer libro. Titulado Horizontes, reúne paisajes de mares y cielos que se funden con el horizonte veneciano extraídos de recortes de periódico. Inventario propone una visita por las calles de Venecia poniendo el foco sobre los colores de las paredes y Casi es un recorrido conceptual por el pabellón, la Bienal y la ciudad que se puede recoger en Editrice Filippi, librería en la que solo se pueden encontrar libros sobre Venecia.
Le siguen Historias, un librito en el que se reúnen las diapositivas de Venecia que ha ido recopilando el artista y en las que se muestran obras de arte, otras ciudades y otros viajes, Panorama pone la mirada en lo micro, en los detalles de la ciudad, y Paisaje vuelve al texto y alude a otros trabajos del artista.
“Es una retrospectiva encubierta porque recoge otros trabajos anteriores como Corrección, una obra en la que tapé un espejo con típex, Listado de errores o Secuencias temporales”, enumera Aballí. El artista cree que este proyecto no sería aceptado por un arquitecto porque “tiene un punto de absurdidad. ¿Qué sentido tiene corregir algo que había sido aprobado con anterioridad?”, pregunta. En definitiva, Corrección plantea más preguntas que respuestas.