Image: El reflejo de la diosa

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Exposiciones

El reflejo de la diosa

26 septiembre, 2002 02:00

Tiziano: Venus con un espejo, h. 1555. Óleo sobre lienzo, 124,5 x 105,5. National Gallery, Washington

Venus ante el espejo. Museo Thyssen-Bornemisza. Paseo del Prado, 8. Madrid. Hasta el 26 de enero

Entre los aspectos centrales que configuran el perfil de un museo está su capacidad para elaborar propuestas propias en el cuidado, la organización y la presentación pública de su colección. En este sentido, la serie de muestras Contextos de la colección permanente, del Museo Thyssen, que llega ahora a su número trece, es una de las iniciativas más destacadas en el trabajo de nuestros museos. Son "pequeñas" exposiciones en cuanto a su formato: se articulan en torno a una obra concreta de la colección, a la que se sitúa en su contexto estético, conceptual, cronológico y documental, acompañando su presentación con otras piezas, en algunos casos tan relevantes como la elegida. De este modo, estas nada grandilocuentes exposiciones, que podríamos denominar "de bolsillo", o todavía mucho mejor "de cámara", cumplen de un modo particularmente coherente las funciones de investigar y transmitir conocimiento al público, nucleares en el buen funcionamiento de los museos.

El desarrollo hasta ahora de la serie presenta unos resultados excelentes. Pero Venus ante el espejo, la muestra que ahora se inaugura, por su gran calidad, que a la vez hace de ella una de las más interesantes y destacadas entre las exposiciones de arte clásico de esta temporada, va a suponer sin duda un paso más. La obra de la colección Thyssen elegida en esta ocasión es Venus y Cupido (h. 1606-1611), de Rubens. A partir de ella, Fernando Checa, el comisario, ha elaborado una propuesta conceptual brillante, con la suerte además de contar con un excepcional conjunto de obras maestras para ilustrarlas. Esa propuesta conceptual gira en torno a las múltiples dimensiones que entraña la manifestación sensible de la belleza en el cristal pulido de los espejos, convertida a la vez en punto de resonancia de las excelencias de la pintura como arte de la representación visual.

El hilo de la muestra lleva del Rubens a un sensacional Tiziano: Venus con un espejo (h. 1555), de la National Gallery de Washington, y cuya posibilidad de contemplación en Madrid es ya en sí misma todo un acontecimiento. Fue el maestro italiano quien, a partir de diversas fuentes de la Antigöedad y del humanismo de su tiempo, acuñó el motivo iconográfico de la diosa desnuda que mira su reflejo, convirtiendo a la vez el cuadro en un espejo simbólico en el que nosotros mismos nos introducimos al mirar. Rubens se apropió de la propuesta de Tiziano en un viaje a Madrid, en el que pudo ver una variante distinta a la del original ahora expuesto, para realizar su propia pintura. El motivo acabaría siendo uno de los más recurrentes en la representación clásica, con cimas como la Venus del espejo (h. 1649-1650), de Velázquez, y llegando incluso hasta nuestros días, como ilustra el intenso cuadro de Max Beckmann Marte y Venus (1937), presente también en la muestra.

La complejidad y riqueza del argumento se construye a través de las otras obras reunidas, todas excelentes, que permiten apreciar el largo itinerario de las imágenes en el curso de nuestra civilización. De un espejo romano en el que encontramos el grupo de las tres Gracias a los maestros holandeses Gerard ter Borch y Hans von Aachen, y a los franceses Simon Vouet y Georges de la Tour (en este caso, con una copia del siglo XVII), pasando por los italianos Giovanni Bellini y Vicenzo Catena, Giovanni Girolamo Savoldo y Anibale Carracci. En total, once excepcionales piezas que permiten apreciar de forma concentrada el conjunto de cuestiones que pone en pie el arte de la pintura: la diferencia entre copia y realidad, la relación entre la belleza ideal y su manifestación sensible, la multiplicidad de puntos de vista y planos de la representación, el contraste entre eros y muerte... De verdad, no se lo pierdan.