Image: Victoria Civera uno y uno son más de dos

Image: Victoria Civera uno y uno son más de dos

Exposiciones

Victoria Civera uno y uno son más de dos

23 octubre, 2003 02:00

Psss, Psss, 2003

Soledad Lorenzo. Orfila, 5,. Madrid. Hasta el 15 de noviembre. De 3.800 A 28.000 euros

En una entrevista que acaba de publicarse, realizada por su hija Vicky, tras recordar su fascinación por "las cositas pequeñas", Victoria Civera indica: "Me he fijado siempre, casi con obsesión, en detalles y objetos anónimos, sin importancia, en los que luego he querido verme reflejada, haciéndolos míos". Esa voluntad de reflejarse en las cosas pequeñas que, en mi opinión, constituye el hilo de continuidad en su ya notable trayectoria artística, se convierte explícitamente en dualidad o desdoblamiento en la excelente exposición que ahora presenta en Madrid.

He mencionado a la hija de Victoria Civera no sólo por esa entrevista, sino porque además su imagen, presente en las obras de la muestra, actúa como un signo inicial del desdoblamiento, o reflejo, que toda mujer vive en su hija. Prolongación de su cuerpo y de su espíritu, pero vida a la vez autónoma, diferente. No hay nada más íntimo, más próximo, y, sin embargo, progresivamente tan distinto. Esa dualidad primaria, constitutiva, permite a la mujer adulta volver a experimentar vivencias del pasado: del juego infantil a la seducción adolescente, o proyectarse en el futuro, a través de la hija.

Y ese juego de espejos: espejos curvos, reverberantes, se generaliza en las pinturas y objetos de la exposición: nada en ellos es sólo lo que parece. En todos los casos hay algo más, algo a la vez subversivo y poético, que busca la complicidad de quien mira. Los fieltros y los discos de color van del taburete inclinado, de imposible uso práctico, al espacio intangible de la pintura, estableciendo un arco de resonancias cromáticas en el que la aparente dureza de las cosas resulta internamente cuestionada, agujereada.

Las pequeñas pinturas nos conducen al mundo del sueño, al revés de los órganos corporales, a la ceguera manual, el buceo en la noche, o el cobijo en el zapato: a lo otro, a la naturaleza dual de las cosas. Pero en ese reflejarse que puede no llegar a tener límite quien se desliza es la mujer, figura solitaria en un mundo de hombres, desdoblándose entre la duda y la afirmación, la fragilidad y la fuerza. Los grandes cuadros que despliegan ese registro temático son, a la vez, juguetones y emocionantes, de una calidad plástica de verdad notable, y con ellos, a través de ellos, Victoria Civera consigue el mejor resultado estético de un artista: enseñarnos a mirar de otro modo, invitarnos a ver el otro lado de las cosas.