Image: Desacuerdos, una exposición para la polémica

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Exposiciones

Desacuerdos, una exposición para la polémica

17 marzo, 2005 01:00

Agustín Parejo School: Lenin Cumbe, 1992

MACBA. Plaza dels Àngels, 1. Barcelona. Hasta el 29 de mayo. Centro José Guerrero. Oficios, 8. Palacio de los Condes de Gabia. Plaza de los Girones, 1. Granada. Hasta el 1 de mayo

Desacuerdos. Sobre arte, políticas y esfera pública en el Estado español es un ambicioso proyecto, patrocinado por la CAM, que pretende realizar una relectura del arte contemporáneo de los últimos treinta años en nuestro país. Se autodefine como una propuesta de modelo historiográfico alternativo frente a los discursos e interpretaciones dominantes. Un proyecto original al que le corresponde una organización y una metodología también singular: cuatro instituciones -Arteleku-Diputación Foral de Guipúzcoa, MACBA, Universidad Internacional de Andalucía-UNIA arteypensamiento y el Centro José Guerrero-Diputación de Granada- colaboran con iniciativas complementarias dentro de lo que denominan una estructura descentralizada que asegura según ellos la pluralidad. Ahora mismo en Barcelona y Granada se exhiben dos exposiciones simultáneas que tendrán su continuidad en un seminario que se celebrará próximamente en Arteleku. Pero más allá de estos acontecimientos puntuales, Desacuerdos se presenta, según los comisarios, como una investigación de largo recorrido, un proceso en fase de elaboración en el que no hay ni puede haber conclusiones… El objetivo para ellos es provocar la polémica y activar la reflexión, constituirse en plataforma de debate, en un archivo de materiales e iniciativas. Sin duda alguna la colección de boletines previstos -se llevan publicados dos números- y la página web son las contribuciones más destacables en este sentido.

¿Por qué revisar el arte español contemporáneo? Juan Manuel Bonet, Valeriano Bozal, Francisco Calvo Serraller, Simón Marchan-Fiz, por citar algunos nombres, han escrito esta historia desde diferentes sensibilidades y es ésta la Historia que se ha divulgado en manuales, cursos de verano, universidades… Su aportación ha sido -y sigue siendo- muy importante: han tenido el mérito de ser los pioneros, de llevar a cabo las primeras lecturas de síntesis, de articular una primera visualización del arte reciente español. Sin embargo, para los ideólogos de Desacuerdos esta "lectura oficial" es sesgada, incluso "encubridora": está escrita desde un único ángulo que determina una manera monopolizadora de entender las cosas y acaso omite y silencia otras. Desacuerdos se alza entonces como una iniciativa opuesta al modelo institucionalizado, esto es, como otra manera de entender y escribir el arte. Aunque en el seno de Desacuerdos me temo que este término de arte no es el más adecuado. Para ellos no se trata sólo de una cuestión de estilos, ni de reivindicar las prácticas conceptuales frente a la pintura, sino de algo más general, con más implicaciones. Detrás de Desacuerdos hay una idea de museo que va más allá de un simple espacio de contemplación, que se pretende como foro de activismo y de interacción de colectivos críticos y marginales de la ciudad, con una profunda vocación social. Todo ello implica redefinir y ampliar la noción de arte -por nombrarlo de alguna manera- para revestirlo de una dimensión política. éste es el modelo de museo del que siempre ha hablado Manuel Borja y que se sitúa detrás de este proyecto, se esté de acuerdo con él o no.

Pero, ¿cómo se desarrolla este modelo en Desacuerdos? No lo sabría decir con exactitud, pero intuyo que en las exposiciones hay ciertas disonancias. Esto no quiere decir que no existan ideas y argumentos: se da una especial relevancia al contexto crítico, social y político, al que se asocian unas determinadas prácticas; se amplia la noción de creatividad incorporando manifestaciones marginales y decididamente extrartísticas; se denuncia la instrumentalización mercantilista y/o la festivalización institucional de la cultura; se intentan recuperar y poner en valor experiencias que no han sido absorbidas por el mercado; se pone énfasis en la articulación de formas de difusión al margen de los circuitos oficiales; se subrayan los colectivos o grupos de creadores más radicales, etc. Estos aspectos, entre otros, son los nodos de las exposiciones. Argumentos que, dada su naturaleza teórica, son difíciles de visualizar en una exposición. Se diría que no son muestras pensadas para mirar, sino esencialmente para leer. Lo importante en este caso son los textos.

Estas exposiciones, la de Barcelona y la de Granada, están hechas para la polémica. Se les podría imputar que son la exacta simetría invertida de aquel modelo que pretenden criticar: las mismas omisiones, igual lectura sesgada, el mismo maniqueísmo, pero vuelto del revés. Se les podría incluso reprochar la instrumentalización que hacen del arte con fines políticos, es decir, justo aquello que se quiere denunciar. Se podría censurar en los textos del catálogo un ingenuismo enternecedor o una inmadurez desbocada, según los casos… Se podría preguntar si es que existe "arte de izquierdas" y "arte de derechas" y qué prácticas se insertan en cada caso. Y así podríamos reducir al absurdo todo ese radicalismo ideológico. Y, sin embargo, no; hay que esperar para enjuiciarlo porque se trata de un proyecto original -sin experiencias previas e nuestro país- que justo empieza a desarrollarse. Significa un esfuerzo para repensar el arte de otra manera. Vamos a ver cómo evoluciona.