Exposiciones

Las microhistorias de Francisco Villar

Permanecen en equilibrio

3 noviembre, 2005 01:00

De la serie Permanecen en equilibrio, 2005

Marlborough. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 19 de noviembre. Precio único: 500 e.

Francisco Villar presenta estos días en la galería Marlborough las fotografías que le hicieron ganador del V Premio de Fotografía El Cultural. Son imágenes en blanco y negro de formato medio en las que se advierte, aunque no deja de ser una leve intuición, el desarrollo de una trama. Porque detrás de esta misteriosa detención del tiempo, poco o nada más sabemos con certeza. Lo que sí esta claro es que Francisco Villar nos ofrece una fotografía singular, al margen de los procedimientos habituales en los artistas jóvenes de hoy. Nada en su trabajo tiene que ver con las estrategias de las que se sirvieron, por ejemplo, los cuatro artistas que le preceden en el palmarés del Premio de El Cultural. Villar no parece tener necesidad de adherirse a tendencia alguna. Nada de intervención en espacios públicos, de alegorías del cuerpo, de escenarios hiperestetizados o de temáticas relacionadas con la alineación del individuo. Nada de biografía, ni de experiencias subjetivas. La suya es una mirada libre, a salvo siempre de la contaminación que desprende la urgencia del mercado.

Hay en estas fotografías una marcada tensión poética con personajes que se encuentran inmersos en contextos intrigantes. Francisco Villar se escuda en lo cinematográfico -el cine es uno de sus referentes principales- y crea escenas que bien podrían formar parte de cierto engranaje. Pero son fotogramas aislados y esa aparentemente lógica secuencialidad se nos presenta aquí negada. De este modo, nos queda la opción de entender su trabajo como una recreación de los mecanismos de la memoria. Estos personajes, amigos y gente cercana al artista, se sitúan en contextos teatrales, casi siempre en penumbra para intensificar el dramatismo. En una de las mejores fotografías, alguien salta velozmente una valla, rasgando el silencio de la noche. En otra, un hombre cruza a la carrera nuestra línea de visión entre los muros de una fortaleza. No sabemos ni de donde vienen ni a donde van. Como en el sueño y la memoria, hay una constante alusión a una idea de fugacidad que se determina en figuras de contorno incierto, una imprecisión que choca con la sólida certeza del contexto en el que tienen lugar estas micro-tramas. Porque en estas fotografías el artista muestra su interés por el escenario, por la rotundidad de un lugar en el que se vierten realidades difusas.