Exposiciones

Tiempo de cumpleaños

Tiempo al tiempo / Taking time

25 octubre, 2007 02:00

Oscar Muñoz: Proyecto para un memorial, 2004-2005

Comisarios: Isabel Carlos e Iñaki Martínez Antelo. MARCO. Príncipe 54. Vigo. Hasta el 17 de febrero

Para conmemorar los cinco años de existencia del MARCO de Vigo, se ha pensado en un tema que, más que como idea expositiva, se formaliza como una advertencia: Tiempo al tiempo. Precisamente el MARCO inició su singladura con mal tiempo, en un día más conocido en Galicia por la catástrofe del Prestige que por la celebración de la apertura del Museo. De ahí que el primer condicionante temporal sea precisamente el celebrar este aniversario de forma sincopada, unos días antes de la fatídica fecha, para no ser eclipsados, una vez más, por otra marea negra. Sin embargo, entre tan dramático contexto, el tiempo ha sido generoso con el MARCO, posiblemente hasta el punto de colocarlo como la principal referencia para el arte contemporáneo en Galicia en los últimos dos años, ante el hundimiento del otrora buque insignia, el CGAC. Y en este sentido, y ya sin metáforas, resulta obligado comenzar por recordar la importante labor de puesta en marcha que realizó Carlota álvarez Basso, primera directora del MARCO, trazando una línea de exposiciones pluridisciplinares que todavía fundamenta la del actual director: Iñaki Martínez. Este último ejerce ahora de comisario, conjuntamente con Isabel Carlos, de una serie de artistas que basan su trabajo en la experiencia temporal y despliegan sus obras por todo el edificio de un Museo que antes fue prisión y posteriormente sede de juzgados -más vale vivir en lo provisional que en lo definitivo, que diría Bachelard ante tan afortunado cambio-.

Pero antes, me gustaría comenzar por hacer referencia a la lograda intervención de Jorge Peris que nos intoxica nada más comenzar el recorrido, o al acabar éste, ya que se sitúa en el edificio anexo. Como una invasión, Peris traduce el espacio en experimento, accidente o confusión, siempre partiendo del defecto, del error, como levantando literalmente una suerte de homenaje natural a lo que casi no existe, formalizado metafóricamente a partir de plantas que casi no respiran y un jacuzzi de agua salada que torna el oasis vegetal en precariedad y desecho. Esa experiencia capaz de envolver al espectador y que al mismo tiempo podemos entender en relación con los avances tecnológicos, resulta más evidente en la mítica pieza de Nam June Paik La luna es la TV más antigua, que remite a esa asociación de la luna con la invención de la televisión, como gran progreso moderno; justo al otro lado del espejo de la pieza de Peris.

Si pensamos en otro tiempo, el de la escultura, toparemos con el eterno problema del monumento. En palabras de Munford: "Si es un monumento, no es moderno; y si es moderno, no puede ser un monumento". Matthew Buckingham juega con esa idea para quebrar la autoridad del monumento a Absalon a partir de su imagen -en una única diapositiva- que con la luz del proyector se irá quemando hasta tornarla invisible. Esa inestabilidad destructiva de lo monumental es base del vídeo Coloso, de João Maria Gusmão y Pedro Paiva, que juega con el sentido de lo real y la ficción; vacilación que se da también en la apasionante inversión o disolución de la realidad producida a partir del juego de escalas y la fisura perceptiva que nos produce la obra Enola, de Susan Norrie, basada en secuencias originales grabadas en Tobu World Square, un parque temático japonés. Es el tiempo del tránsito, del proceso, como en los cinco retratos -memoria- de óscar Muñoz que se desarrollan a la vez en la obra Proyecto para un memorial, o los nuevos recorridos que nos permiten las 365 imágenes del calendario de Aballí, tomadas a partir de las fotografías de portadas de todo un año de un periódico, sin pie de foto ni manera de ser identificadas, que nos hacen reflexionar sobre la temporalidad de la actualidad misma.

En definitiva, muchos son los tiempos de esta exposición: la importancia del pasado -como registro- en la configuración del presente en la obra de Mark Dion o Jimmie Durham, o del instante mismo, en el caso de William Eggleston; el concepto de tiempo libre como muerto en Mircea Cantor; el tiempo de la resurrección en Gianni Motti -que hace años llegó a representar su propia muerte en Vigo-; del olvido en Douglas Gordon; de la borrosidad en Rosângela Rennó; de la fugacidad y la muerte en Sam Taylor-Wood; de la nada en Allen Ruppersberg; del espacio fílmico en David Lamelas, del espacio-tiempo en Daniel Puppi o el sentido de progresión del caracol de Euan Macdonald... Una exposición excelente y medida, que, como el baobab de la pieza de Tacita Dean, proporciona agua en tiempo de sequía. Al final, en el arte y en la vida, todo es una cuestión de medida, y representación. Nada más significativo que la pieza Visión de la pintura occidental, del artista peruano Fernando Bryce. Y nada mejor que la máquina ideada por Rubén Ramos Balsa para topar con las paradojas de este invento vital para nuestra supervivencia: el tiempo. Posiblemente el que necesitan algunos para conseguir ver más allá de lo ya medido y conocido. Sigámoslo intentando. Tiempo al tiempo.