Image: En el  punto de mira

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Exposiciones

En el punto de mira

Valentin Carron / Manu Muniategiandikoetxea / Eva Rothschild / Gert & Uwe Tobias

8 enero, 2010 01:00

Vista de la exposición de Manu Muniategiadikoetxea.

La Conservera. Lorquí, s/n. Ceutí (Murcia). Hasta el 28 de febrero.


El Centro de Arte La Conservera constituye uno de los muchos esfuerzos que el gobierno autonómico viene haciendo para situar a Murcia en un lugar visible del mapa del arte contemporáneo internacional. La ambición es colosal e irreprochable el empeño, aunque aún está por ver a qué precio y cómo revertirán sus resultados en la cultura y la sociedad de la región. Sus primeros pasos no fueron fáciles. La designación de la consultoría ABV Arte como programadores del centro desató una formidable polvareda no tanto por no ser consecuencia de las resoluciones supuestamente consensuadas del jurado de un concurso público como por el escollo, flagrante, que implicaba conciliar sus intereses en el sector privado y las gestiones públicas que demanda una institución como La Conservera. Por desgracia, a nadie sorprende ya la facilidad con la que el mercado -y en concreto ciertas galerías- se desliza en los vericuetos de las instituciones. Ocurre aquí y en muchos otros centros, pero me cuentan que ABV Arte ha cesado en su vinculación con el centro, que es Pablo del Val en solitario quien se hará cargo de su programación y que éste sí es partidario de la convocatoria de un concurso público que designe al nuevo director, cargo al que presumiblemente se presentaría. Veremos.

Enredos a un lado, la selección de artistas que se propone en esta tercera tanda de cuatro exposiciones es excelente, en plena sintonía con sus ambiciones conceptuales: Valentin Carron, Manu Muniategiandikoetxea, Eva Rothschild y los gemelos Gert&Uwe Tobias son todos creadores formados en la revisión crítica de lo moderno, escultores, fundamentalmente, los tres primeros y grafistas, aquí, los cuartos. Hay una reflexión común a todos, y también a FOD, artista de Puerto Lumbreras que interviene con una gran escultura el patio del centro, sobre los ecos de algunos de los momentos señeros de la vanguardia, sobre los que se impone una clara voluntad citacionista, literal en la estructura enorme de Muniategi y algo más velada en el resto de artistas.

Literal porque el de Bergara realiza una nueva apropiación de un motivo de Rodchenko, ya tratado anteriormente, que ahora es sólo expresionista en su escala y no en su cromatismo, pues los tablones de madera se han dejado sin pintar (la iluminación teatral mitiga la apariencia germinal de la pieza). La forma impone pero sorprende la utilización de los retales de madera: dispuestos a su lado en un gran friso, que sugieren, quizá, un calendario lunar que evocara el tiempo de la creación, o un texto cifrado que hemos de traducir e interpretar (como hace el propio artista con los motivos de los que se apropia).

Más contenido en su forma y su disposición es el trabajo del suizo Valentin Carron en cuya sobria instalación reverbera una extraña belleza. En un espacio neutro doce bloques cuadrangulares que parecen de cemento se disponen de un modo simétrico y equilibrado. Una segunda mirada revela que son, en realidad, de fibra, en un ejercicio de subversión del material que es habitual en el artista. Carron abre orificios en los bloques, formas que evocan motivos geométricos que encuentra en ciertas arquitecturas y que absorbe haciéndolos suyos. Hay algo fúnebre en estos grises tableaux, cierto drama ala Balka, y algún eco de la austeridad mística de Klee. Excelente.

La de Eva Rothschild es, quizá, la instalación más dispersa de todas, una selección de trabajos de diferentes épocas que tiene más de exposición individual que de proyecto específico. La naturaleza conceptual del trabajo de esta dublinesa del 71 se manifiesta a través de la singular selección del material y el tratamiento metafórico que de él se hace, que a la vez desconcierta y seduce. El espectador se mueve entre la línea y el volumen, entre lo pétreo y lo liviano, lo líquido o lo incandescente. Merodea, en suma, el lugar en el que se encuentran la magnitud física de las cosas y el variado abanico de opciones perceptivas que ofrecen.

Fuera ya del ámbito de la escultura, los gemelos Gert y Uwe Tobias, nacidos en Transilvania pero residentes en Alemania desde los doce años, plantean una muestra limpia y medida. El núcleo central son las invitaciones a las exposiciones celebradas en los últimos años, incluyendo ésta de Murcia, realizadas en grandes xilografías que, además de anunciar, exploran la relación entre su propia biografía y el presente artístico. Las xilografías aluden a un modo de hacer artesanal y primigenio, son técnicamente impecables y rescatan a las silenciadas artes gráficas de su polvoriento ostracismo.