Image: Alexandre Arrechea, todo se mueve

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Exposiciones

Alexandre Arrechea, todo se mueve

La ciudad que dejó de bailar

5 febrero, 2010 01:00

Hardware, 2009

Galería Casadosantapau. Conde de Xiquena, 5. Madrid. Hasta el 6 de marzo. De 6.000 a 15.000 E.


Tras su individual en el CAB de Burgos, llega la tercera exposición del cubano Alexandre Arrechea (Trinidad, 1970) en su galería madrileña. Afincado en España, Arrechea parece gozar de mayor proyección internacional que en nuestro país, especialmente en Estados Unidos. El próximo marzo, en la fachada de la sede del Nasdaq en Nueva York -comisionado por el programa de arte público de la ciudad- se proyectará una gran bola de demolición de edificios suspendida por una cadena. Si sólo hace unos meses la imagen del péndulo amenazador se habría leído como metáfora del crash bursátil que arrastró al planeta a la primera gran crisis económica del siglo XXI, ahora la referencia inmediata será la nueva política económica del presidente Obama en defensa de los ciudadanos frente a los abusos de la banca.

Bolas y balones venían asomándose como motivo iconográfico en el trabajo de Arrechea en los últimos tiempos. Ahora se han convertido en el extremo de las peonzas que propone para hablar del sistema varado, en impasse, tal como esta primera década del 2000 se percibe tras la secuencia de colapsos desde el 11-S. En palabras del artista: la ciudad que dejó de bailar, título de la excelente pieza en madera esmaltada instalada en el centro de la sala principal de la galería, con el perfecto acabado característico de las obras en su periodo en Los Carpinteros, colectivo al que perteneció durante más de una década (1993-2001). Pero también, la ciudad que volvió a bailar. La apuesta colorista es el impacto que queda grabado en el espectador ante las dulces acuarelas en las que se repite el motivo de la peonza bailando iconos arquitectónicos: rascacielos, faros, torres petroleras y cúpulas eclesiásticas de distintas ciudades del mundo, fácilmente reconocibles.

Como estamos viendo en el trabajo reciente de tantos otros artistas esta temporada, la respuesta de Arrechea ante la crisis se decanta en una actitud que no quiere ver sólo el vaso medio vacío. Pero si en tantos otros este posicionamiento aparentemente optimista tiene mucho que ver con una estrategia naif y de mercado, en el caso de Arrechea se respalda con una reflexión de perfil historicista, que late en el fondo de toda su trayectoria. De ahí el estilismo años 50 de estas acuarelas, que relativizan con melancolía la urgencia presente, reduciendo irónicamente el drama casi a un juego infantil, al tiempo que llaman a movilizarse, como con esa zapatilla de deporte marcando el kilómetro cero.

Elastic Time, un rascacielos de aluminio que se (des)enrolla sobre sí mismo, abrocha esta propuesta, subrayando que todo fluye, todo es devenir. Saludo, por tanto, a la crisis mediante prototipos del patrimonio arqueológico moderno. Porque son las consecuencias de esa Modernidad donde todo lo sólido se desvanece en el aire lo que se pone en tela de juicio bajo el tono lúdico y juguetón.