Image: Ferran García Sevilla, a distancia del ruido

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Exposiciones

Ferran García Sevilla, a distancia del ruido

Ferran García Sevilla

24 diciembre, 2010 01:00

Vista de la exposición en el Museo Patio Herreriano

Comisario: Enrique Juncosa. Museo Patio Herreriano. Jorge Guillén, 6. Valladolid. Hasta el 9 de enero.

Entre los tópicos sobre la historia del arte de las últimas décadas, el del retorno de la pintura en los 80 y su maldad esencial es uno de los que con más puntualidad aparece en la escena artística. Aun así, un buen número de artistas siguen pintando con o sin autorización de la crítica y, si bien es cierto que la generación pictórica de Ferran García Sevilla (Palma de Mallorca, 1949) consiguió aburrir a sus más fieles devotos, también lo es que algunos casos merecen una revisión de la sentencia que pesa sobre ellos.

Ese rescate de la obra de García Sevilla podría ser la propuesta de la exposición que puede verse ahora en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, que abarca tres décadas de producción destilada en un reducido número de obras. El ejercicio de síntesis, ensayado en primer lugar en el IMMA, Irish Museum of Modern Art de Dublín, lo presenta Enrique Juncosa, comisario de la exposición y director del centro irlandés. De las obras seleccionadas destacan por su calidad, curiosamente, las que ya estaban en la Colección Arte Contemporáneo cedida al Patio Herreriano desde su inauguración, aunque el panorama de esta muestra tiene la virtud de describir el arco de sensibilidades que García Sevilla ha venido desarrollando en las dos siguientes décadas.

De estos últimos años también datan algunas de las recientes adquisiciones de la colección del museo que vienen a completar una nutrida representación del artista. Del momento más interesante de los ochenta, en el que García Sevilla conseguía una peculiar ironía lingüística e iconográfica en la génesis de su pintura, a los grandes cuadros neodivisionistas de la última etapa, podemos ver ahora un resumen de lo que habría sido su carrera no siempre bien conocida dado su voluntario retiro de los circuitos de la actualidad. Aunque la evolución de García Sevilla coincide con otro de los tópicos del arte español, esto es, el paso por el conceptualismo como si se tratara de un sarampión de juventud al que le sucede el ejercicio festivo de una pintura en apariencia irreverente, lo cierto es que su obra ha mantenido un interés del que carecen otros compañeros de generación.

A diferencia de ellos, que han sido motivo de exportación internacional en aquellas fastuosas exposiciones de hace unos años con las que algunas entidades estatales obsequiaron a los ciudadanos atónitos o indiferentes de lugares remotos del mundo, García Sevilla se ha mantenido al margen de todas las conmemoraciones. Ha seguido en un proceso personal y manifiestamente escéptico con los juegos discursivos del arte. No hubiera sido mala idea incorporar a esta exposición el pasado del encuentro con aquel arte de concepto en Barcelona, en parte para relativizar aquel momento mitificado, y en parte para descubrir que algo de continuidad habría en los modos de hacer de entonces y los que fijaron el imaginario identificable de Ferran García Sevilla. Aunque sus mejores hallazgos de los años ochenta parecen diluirse en los últimos trabajos, su obra, al menos, muestra con firmeza la voluntad de mantenerse a distancia del ruido.