A la intemperie por J.J. Armas Marcelo

Kindergarten y Filosofía

24 octubre, 2018 09:44

Ha sucedido un gran milagro en España y, en la práctica, salvo un puñado de avisados ciudadanos, nadie ha caído en la cuenta. Un instante de lucidez en un Parlamento nacional, y más en el español, ¿no es un milagro? ¿No es un milagro real que un parlamento español, que parece un Kindergarten continuo, donde los parlamentarios (¡representantes del pueblo!) se pasan la vida como niños en un patio de colegio jugando a la política como si jugaran a la pelota eternamente? El instante de lucidez: por unanimidad, el Parlamento español vota (¡por unanimidad!) el regreso de la asignatura de Filosofía al bachillerato español. ¿Estaremos cambiando en algo para bien? Dije "milagro" en una conversación el otro día, con gente más o menos pudiente desde el punto de vista económico, y alguien me dijo, en tono reprobatorio, que para qué servía la Filosofía, si eso ("eso", dijo, sic) daba de comer a la gente o, en fin, qué beneficio tenía su aprendizaje. Aquel hombre era un ingeniero, pasado por la Universidad, refinado en cierto sentido, y me preguntaba muy serio para qué servía la Filosofía. Bueno, le dije, con una cierta displicencia, "para pensar mejor que lo que tú piensas", "para desarrollar", le dije, "el talento personal", "para saber", le dije, "cómo se ha desarrollado y hacia dónde el  pensamiento, para aprender a pensar por uno mismo y, de ese modo, pensar mejor, decir lo que se piensa y pensar lo que se dice, sabiendo lo que lo que se piensa y lo que y cuando se debe decir, para saber" le dije, "y para decir", le dije, "porque sólo se sabe lo que se sabe decir", le dije. No fue suficiente, y entonces le dije, le añadí, "para saber incluso qué dijo quién y quién lo dijo y en qué instante de la historia, para saber por qué quien dijo que el hombre es un lobo para el hombre lo dijo con tanta contundencia". "En fin", le dije, "para saber más, para decir mejor". Pero el hombre, empecinado, me miró con un Ciertos desprecio, contenido, eso sí, y no dio su brazo a torcer.

Vuelvo al Kindergarten ahora que están embalados: ¿por qué no tienen ustedes, niños de colegio o parlamentario, otro instante mínimo de lucidez y decretan por unanimidad, y como representantes directos del pueblo, volver al latín, volver al griego, volver a los conocimientos gramaticales de nuestra lengua? ¿Saben ustedes, parlamentarios o niños de Kindergarten que juegan a la política peligrosamente, como si no tuviera riesgos jugar en el colegio con esa pelota que es de todos, saben ustedes que hoy en día la pobreza del español en la Península y en las islas adyacentes, mediterráneas o atlánticas, es claramente deplorable porque llevamos décadas, o decenios, para que lo sepan, malgastando ese juego de la Enseñanza en facilitar la pobreza lingüística a la que hemos llegado, la pobreza semántica en la que estamos, incluso en los periódicos y en otros medios informativos, lo que da pavor e indignación a quienes seguimos pensando que esa es la principal riqueza económica de nuestras vidas, la lengua que tenemos, el castellano como denominación de origen, el español como lengua de presente y el hispanoamericano como lengua de futuro? Bueno, es posible que ese instante de lucidez, que le pido desde estas líneas al Kindergarten de los parlamentarios no llegue nunca. Pero voy a mantener la esperanza de que donde hubo siempre queda, y que algún otro milagro, como el que acaba de ocurrir con la Filosofía, llegue cuando menos lo esperamos, como Nabokov decía que llegaba la pelota en el fútbol, por donde menos lo esperaba. Como ciudadano, voy a mantener viva esa esperanza loca de que algún día regresáremos a la cordura y al estudio de las más llamadas lenguas muertas en el bachillerato. Tal vez así habrá gente en este país que dice lo que sabe porque lo sabe decir, y no como ahora que dicen sin saber, dicen mal y no saben decir. Es decir, hablan mal y ni siquiera saben que hablan mal, porque ni siquiera saben lo que dicen.

Quizá me repito en esta nota, pero brindo por una vez por el Kindergarten parlamentario que tantas otras veces nos ha avergonzado por lo que vengo diciendo: juegan a la política como si estuvieran en un patio de colegio jugando con una pelota, interminablemente. Es triste, pero es más triste que todo cuanto digo sea verificable sin mucho esfuerzo; que las cadenas de televisión no cuiden el que sus locutores sepan hablar; que los profesores, los sufridos profesores, los docentes que tanto padecen la indiferencia de sus alumnos, tengan por fin la dignidad que se merecen y todos, aunque seas por un extraño milagro de lucidez, regresemos a una Enseñanza que nos haga más libres, más presentables y, sobre todos, seres que cuando hablamos sabemos lo que estamos diciendo.

Image: Kubrick, la exposición definitiva

Kubrick, la exposición definitiva

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