Astro Bot: la excelencia en la realidad virtual
[caption id="attachment_657" width="560"] Imagen de Astro Bot[/caption] Casi de tapadillo ha llegado esta producción japonesa a las PlayStation VR. Entre tanto título gigantesco que arrasa el mercado en los meses de otoño (los Call of Duty, Assassin’s Creed y Red Dead Redemption de turno), el juego de Team Asobi, parte del afamadado Japan Studio, se ha hecho un hueco en tan apretada agenda por su incontestable excelencia formal. En los dos años que han transcurrido desde que Sony puso en el mercado su particular visión de la realidad virtual, una pléyade de videojuegos han desembarcado en la plataforma: muchos diseñados con un modo compatible con la tecnología, y otros pocos que la exigían para poder disfrutar de sus bondades. En este tiempo han aparecido varias propuestas interesantes que han profundizado tanto en las formas de inmersión en los mundos de ficción como en el desarrollo de un lenguaje de diseño propio. Uno de los títulos más celebrados, Moss, salió a principios de este año y demostró que una visión en tercera persona, con una clara distinción entre el avatar del jugador y el personaje controlable, era un auténtico filón para la realidad virtual. En ese sentido, y a pesar de estar desarrollado en la otra punta del mundo, Astro Bot toma el relevo de la obra de Polyarc, profundizando en sus innovaciones, expandiendo sus mecánicas y otorgándole a todo el conjunto un nivel de pulido que eleva el juego a un nivel sobresaliente. Astro Bot: Rescue Mission posee una estética claramente inspirada en Wall-E, la célebre película de Pixar sobre un robot de limpieza en una Tierra abandonada por el colapso medioambiental, y desde el punto de vista jugable las comparaciones con Mario son inevitables. Pero lejos de quedarse en un burdo ejercicio de plagio, la obra de Team Asobi utiliza estas referencias para impulsarse y crear el que probablemente sea el mejor título de PSVR. Es un juego de plataformas donde el jugador encarna a un robot que acompaña al epónimo Astro Bot, mucho más menudo, a través de una veintena de niveles rescatando a todos sus compañeros perdidos después de un fatal encuentro con un alienígena. Como en Moss, el control compagina al robot que encarna al jugador y al más pequeño que recorre los intrincados niveles. Pero a diferencia de este, aquí el jugador se sumerge por completo en el mundo virtual. En vez de verlo todo desde los márgenes, como si de un diorama se tratase, los niveles nos engloban por completo, permitiendo al pequeño robot pasearse en un ángulo de 360 grados. Todo está diseñado para jugarse sentado, pero resulta muy conveniente hacerlo sobre un taburete, porque en varios ocasiones nos tenemos que girar por completo para atender a lo que tenemos a nuestras espaldas. Precisamente, varios de los secretos más escondidos y de las mecánicas más participativas nos exigen un cierto nivel de contorsión corporal. No es nada excesivo, y el hecho de que el movimiento del robot grande esté determinado de antemano (avanza sobre unos raíles de forma automática, y siempre de manera muy suave) soluciona de un plumazo los problemas de mareos que acusan muchas personas al experimentar la realidad virtual.