Un momento del documental 'Grand Theft Hamlet', desarrollado dentro del videojuego 'GTA Online'

Un momento del documental 'Grand Theft Hamlet', desarrollado dentro del videojuego 'GTA Online'

Homo Ludens

'Grand Theft Hamlet', Shakespeare en el metaverso: la loca idea de dos actores en paro

Un documental recoge las tribulaciones de dos amigos que tratan de levantar una función de 'Hamlet' en el caos de Los Santos, la ciudad virtual de 'GTA Online'.

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Cuando pensamos en GTA, probablemente lo último que nos venga a la cabeza sean las obras del Bardo de Avon. Grand Theft Auto V es el segundo videojuego más vendido de la historia después de Minecraft con más de 210 millones de unidades distribuidas desde su lanzamiento hace ya 12 años. Más allá del modo historia, tiene un abundante y persistente modo multijugador que ha encandilado a la población general del mundo de las maneras más sorprendentes.

Más allá de los elaborados atracos o las misiones repletas de adrenalina, muchos jugadores lo consideran un espacio donde poder expresarse con total libertad, ya sea con una violencia absurda en su concepción slapstick o con todo tipo de atuendos, vehículos, negocios o propiedades inmobiliarias.

Es un ecosistema digital de anarquía absoluta, donde las frustraciones o los anhelos de millones de personas de todo orden y condición se dan cita para ejercer una vida alternativa. Solo nos hace falta ver unas partidas por internet para percibir el tono general que se brinda en la megaurbe de Los Santos, la versión satírica, ultracapitalista e histérica de Los Ángeles. Una caja de arena donde todo es posible, pero donde el id freudiano más desabrido gobierna con mano de hierro.

En los fatídicos meses de 2020 en los que la pandemia obligó a medio mundo a confinarse, los teatros de Reino Unido se cerraron sin contemplaciones, llevando al paro a miles de actores que de la noche a la mañana se vieron encerrados en sus casas, sin posibilidad alguna de teletrabajar y en un vacío existencial difícil de remediar.

Dos amigos, Sam Crane y Mark Ooesterveen, pasan las horas muertas disparando a otros jugadores en GTA Online. De repente, se topan con un escenario al aire libre en el mundo del juego y se les ocurre una idea. Con las draconianas medidas de distanciamiento social en efecto, ¿por qué no montar una producción de Hamlet en GTA Online?

Necesitarían un casting para conformar un elenco, una dirección de actores, ensayos, diseño de producción... Ni cortos ni perezosos se ponen manos a la obra, totalmente inconscientes del ingente trabajo que les va a suponer poner un poco de orden en un mundo donde todos parecen lucir los casos más extremos de hiperactividad y déficit de atención imaginables.

El documental Grand Theft Hamlet es un machinima, es decir, está compuesto exclusivamente con los gráficos del juego. Que el relato no sufra en exceso por ello es un testamento del talento de Pinny Grills, la mujer de Sam Crane, documentalista y codirectora de la cinta que interviene en varios momentos en la historia.

Un momento de 'Grand Theft Hamlet'

Un momento de 'Grand Theft Hamlet'

Los gráficos son los de un juego ya bastante antiguo y nada de la realización está especialmente cuidado, pero las aventuras de estos dos actores en horas bajas se siguen con interés por el quijotismo exacerbado de la propuesta.

Esta no es la historia de un éxito sobrevenido, sino la crónica de años de fracasos y decepciones, de la tenacidad y la perseverancia de estos dos Sísifos modernos que optan por seguir en la brecha incluso contra la lógica más elemental. Es también una acertada reflexión sobre el papel que el arte y la cultura pueden jugar en nuestras vidas, incluso en la personas que distan mucho del arquetipo de burgués instruido y cultivado que puede llegar a emocionarse al recitar los soliloquios del príncipe de Dinamarca.

Un momento de 'Grand Theft Hamlet'

Un momento de 'Grand Theft Hamlet'

Hay muchísimas píldoras de sabiduría desperdigadas por el metraje. Reflexiones de la dupla protagonista que les llevan a comparar la violencia en las obras de Shakespeare con la del videojuego, los paralelismos que se establecen entre el teatro y las acciones eminentemente performativas de los usuarios de un juego online donde ejercen unos roles específicos, la variopinta colección de personajes que se inmiscuyen en su peculiar compañía (desde un finlandés-tunecino que se viste de alienígena a una agente literaria que ha usurpado la cuenta de su sobrino para desfogarse en el mundo sin consecuencias de Los Santos), el valor que atribuimos a proyectos muy personales incluso cuando todo nuestro entorno nos indica que no tiene ningún sentido o incluso cómo el establishment de los Stage Awards en el Theatre Royal Drury Lane de Londres se avino a premiar la producción, contraviniendo el imaginario esnob de un público repleto de prejuicios sobre lo que realmente se premia en este tipo de círculos profesionales.

Grand Theft Hamlet es una idea absolutamente demencial que jamás tendría que haber funcionado y, sin embargo, contra todo pronóstico, lo termina haciendo. Como la vida misma.