Rima interna por Martín López-Vega

Los premios de poesía y Miss Simpatía

9 enero, 2012 01:00

Ah, los premios. Uno de los grandes temas para la polémica alrededor de la poesía...

-¿Hay muchos?
-Muchísimos.
-¿Sobran?
-Todos.

Los premios de poesía son una limosna para los poetas, que trabajan por amor al arte (salvo que algún Centro Andaluz de las Letras de cualquier comunidad, o un Cervantes, o... les pague opíparamente por una lectura). Yo sólo he ido una vez invitado por ese centro, a Jaén (patria chica, por cierto, del peor y más trepa “poeta” de España) junto a Kepa Murua. La organización se empeñó en que todo fuera lo más caro posible (mi billete de avión, por ejemplo, lo sacaron a última hora: de los sesenta euros que hubiera costado una semana antes, pasó a casi quinientos). Cuando llegó la hora de la lectura, en el público había tres personas: una era el bibliotecario y otra un señor de esos que va a dormir a sitios tranquilos. Dio igual, porque la foto nos la hicimos con el cartel de la Junta detrás, y eso para el dossier, ya vale. Aparte de creer que se organizó mal (no es que piense que yo tengo mucho más público, pero sé que Kepa sí) me sentí parte de una estafa al contribuyente. Luego fuimos a cenar y el concejal de cultura o quien fuera que cenaba con nosotros en su nombre se reía de mi interés por conocer a Karlos Arguiñano, a quien Kepa prometía presentarme, y de mi gusto por Franco Battiato. “María del Monte, en cambio, tiene unos discos...” decía él.

A los poetas, creo yo, no hay ni que pasearlos, ni que premiarlos. Que trabajen en algo decente, como todo el mundo, y si luego lo necesitan, que escriban. Claro que si por mí fuera, prohibiría el fútbol profesional (¿qué es eso de hacer ricos a unos chavales por darle bien a la pelota? Y no me vengan con que eso tiene público; ahí están las cifras de deuda de los clubes) y tantas otras subvenciones a cosas que sin duda sobrevivirían sin tener que regalarles dinero de todos. Esos dineros, a bibliotecas y polideportivos, y ya verían lo cultos y deportivos que salíamos todos...

Eso sí, si se les pasea, hay que pagarles: incluso ellos tienen cosas mejores que hacer que recorrer las Españas para cenar con concejales...

Lo mejor que se podría hacer por la poesía es eliminar todos los premios pagados con dinero público (si aún queda algún mecenas, allá él, es su dinero). A mí que los dineros públicos se vayan en limosnas a poetas me parece tan escandaloso como que lo hagan en “centros de alto rendimiento” para piragüistas. Aunque bien pensado, en vez de premios, un centro de alto rendimiento de esos para poetas igual daba mejor resultado...

¿Qué ocurriría si desaparecieran los premios? Para empezar, desaparecería alguna que otra editorial que vive del cuento. Luego, publicar se volvería más difícil. Probablemente hasta los treinta y tal uno no consiguiera publicar su primer libro, cuando ahora, si tiene libro para publicar a los dieciséis, lo publica. Tampoco veo que sea un problema. Libraríamos a los lectores de mucha morralla preparatoria, al primer libro llegarían quienes realmente tengan vocación y calidad (bien, vale, esto es más discutible) y en general salvaríamos bosques y otros etcéteras mentales y forestales bastante saludables también.

-Y los premios ¿están dados?
-Eso suelen decir quienes no los ganan... Yo conozco un poeta que cuando decía que se iba a presentar a un premio y le avisaban: “pero si ese está dado”, respondía: pues si está dado, que me lo den a mí. Y se lo daban.

-O sea, que tejemanejes, los hay.
-Pues claro. Como en todo en esta vida, y más si esta vida pasa en España... Pero hay cosas que entran dentro de cierta lógica. Por ejemplo: si un poeta suele publicar con una determinada editorial, y decide presentarse a un premio, lo normal es que se presente a uno que luego publique esa editorial, porque para eso es la que le gusta. Y es normal que a su editor le guste más un libro suyo que el de otro, porque por algo le habría publicado ya.

-Entonces, las editoriales no deberían poder nombrar a los miembros de un jurado...
-Eso es lo más peliagudo de todo. Los libros que ganen van a su catálogo, así que es normal que quieran tener algo que decir. Y quieren. Y si el ayuntamiento o la fundación de turno quieren que su premio lo edite una buena editorial, tienen que aceptar. Porque un buen premio sin una buena edición es un mal premio.

-¿Y tú que harías?
-¡Eliminar los premios!

-Pero si tú mismo te has presentado...
-¡No lo sabes tú bien! Debo ser el poeta que más veces ha perdido el Ciudad de Burgos, por ejemplo. Y alguna que otra vez con amigos (o supuestos amigos) en el jurado y todo. Pero soy mileurista, y los mileuristas no podemos rechazar las limosnas así como así...

-Pero si estás en contra...
-Hombre, también estoy en contra de ser mileurista...

Un libro con premio, de entrada, tiene peor pinta que un libro sin premio, por el que el editor ha decidido apostar a pecho descubierto. Claro que quedan pocos editores que hagan eso... Y si el premio es nacional, entonces mejor evitarlo directamente. Este año ha ganado el nacional de poesía Francisca Aguirre con Historia de una anatomía. Yo propongo que además del Premio Nacional de Poesía, hagan, como en Miss España, uno de Simpatía, porque todo el mundo con el que he comentado el asunto me ha dicho: “Es una mujer encantadora”. Pero ¿y el libro?

Si Historia de una anatomía fuera de verdad el mejor libro de poesía publicado en España en 2010, mejor apaga y vámonos.

No es que sea un mal libro, de hecho es un libro correcto, probablemente honesto, pero un poco simplón también, un poco de taller vespertino:

Lo de la piel es realmente asombroso.
Es sorprendente que una cosa tan fina
sea capaz de contener algo tan inquietante
como lo es el cuerpo humano.


¡Es la leche, la piel! Historia de una anatomía sólo parece el mejor libro del año si uno lo compara con los que dicen que han sido finalistas...

Sin premio (o con el que ya había ganado, el Miguel Hernández) Historia de una anatomía sería un libro agradable para leer con un café, y, sobre todo si uno conoce a la autora (no es mi caso) emocionarse con sus verdades honestas que sin el alrededor de su vida, sólo con las palabras, resultan a menudo simplonas. Con el premio, acaba pareciendo un pequeño timo.

-Y tú ¿a quién se lo hubieras dado?
-A nadie. No se trata de eso... Todos los españoles llevamos dentro un médico, un seleccionador nacional de fútbol y un crítico literario. No acabaríamos nunca.

-Pero dime un libro de ese año que a ti te haya gustado...
-Hombre, algún buen libro se publicó. Mi vida social de Justo Navarro, por decir uno. Pero tampoco es que el de Aguirre sea el peor, ¿eh?

-O sea, que nada de premios.
-Nada.

-Entonces ¿por qué hablas de ellos?
-Para que no se me olvide hacer unas fotocopias que...
-Ah, los premios, la lotería de los poetas...

Lo grande y lo pequeño

Anterior
Image: Hugo Pardo Kuklinski: “Los geeks son los nuevos escribas del mundo”

Hugo Pardo Kuklinski: “Los geeks son los nuevos escribas del mundo”

Siguiente