Valle-Inclán, corresponsal de guerra
[caption id="attachment_455" width="200"] José Luis Gómez[/caption]
Valle-Inclán cerró el pasado lunes el ciclo Cómicos de la Lengua organizado por José Luis Gómez con motivo del III centenario de la Real Academia Española (RAE). Acompañado del también académico Dario Villanueva, el actor leyó uno de los textos más desconocidos de Valle para despedir este ciclo en Madrid: La media noche. Visión estelar de un momento de guerra. Se trata de un relato de evocadoras y poderosas imágenes sobre lo que vio en el frente francés durante la I Guerra Mundial, en 1916, y que se publicó por entregas en El Imparcial.
La media noche es una obra radical e innovadora en la que precisamente el autor alumbró su idea artística de “visión estelar”. ¿Qué es la “visión estelar” que propone Valle? En la introducción que precedió a las dos lecturas oficiada por Gómez, el erudito Villanueva ilustró al respetable sobre ello. Ya en su breviario artístico La lámpara maravillosa, también de 1916, Valle afirma: “Todos los relatos están limitados por la posición geométrica del narrador”. Su interés se centra en buscar un punto narrativo que supere las barreras del espacio y el tiempo, no le gusta el ordenamiento cronológico de los hechos, y plantea que el narrador ajuste los acontecimientos a su caminar y a su mirada.
Pero Valle va más allá y, continúa Villanueva, “quisiera estar dotado del don de la ubicuidad, ser a la vez en diversos lugares”. Le gustaría ofrecer una visión colectiva de los hechos, recoger testimonios y situaciones que se dan de forma simultánea, y unificarlas, un camino que después, con el tiempo, ha recorrido la novela y otros medios artísticos como el cine. Sin embargo, él prefiere llegar a idéntico fin de otra manera: “…elevándose de la tierra y contemplando la batalla con una visión estelar”. Una idea que le vino, al parecer, tras una experiencia real: Cuando el autor llegó a la Francia en guerra acompañó durante dos días a unos pilotos galos con los que sobrevoló el frente por la noche. Esta experiencia fue reveladora para él y, según escribió, “sería el punto de vista de mi novela… la visión estelar”.
El propósito de Valle era escribir un libro que se hubiera titulado Un día de guerra, proyecto que, sin embargo, no terminó y del que La media noche sería un esbozo. Valle se anticipó en su idea de hacer la crónica de un día de guerra a partir de diferentes partes o escenarios, una práctica que luego seguirían otros escritores y realizadores de cine. De esta manera, La media noche comienza en noche cerrada, atraviesa el amanecer, el alba y llega el día. Son poco más de ocho o nueve horas las que cubre el relato. O sea, un tercio del día.
Para su lectura, de una hora de duración, José Luis Gómez hizo una selección de los 40 fragmentos que integran la obra y los articuló eficazmente para que el público pudiera tener esa visión de la contienda desde las estrellas. Su voz sólo estuvo asistida por unas luces que apoyaban puntualmente el texto (noche cerrada, explosiones, aldeas incendiadas, nubarrones …) y por unos efectos sonoros discretos. Hablaba Valle por la voz de Gómez. En alguna ocasión, un cambio de tono hacía aparecer un personaje o hacía cambiar la situación. Así estuvimos viajando de un escenario a otro del frente, “desde la costa norteña a las montañas de la Alsacia”, sumando escenas, “ráfagas narrativas distintas, verdaderos pantallazos cinematográficos”, en palabras de Villanueva. Desde las trincheras anegadas de barro y de ratas, a los fríos campos de batalla cubiertos de nieve, o las playas donde los cuerpos de los soldados alemanes son entregados al mar; desde el cuartel del general inglés en el que se decide el destino trágico de los soldados alemanes supervivientes, a las aldeas incendiadas donde una madre llora la pérdida de su pequeño o una patrulla que recorre los caminos y busca la cabeza sesgada de un soldado. En su relato, Valle deja clara su germanofobia, pero también hay descripciones en las que mantiene la objetividad, u otras en las que apoya su prosa en un profundo lirismo.
Villanueva señaló que la “visión estelar” de Valle fue una idea artística pionera que sitúa a nuestro autor “entre los innovadores de la novela y lo adscriben de pleno derecho al Modernismo literario internacional”. Es también un extraordinario ejemplo de prosa periodística, cuyo texto por el momento solo puede leerse hoy en una edición antigua, de 1984, de Austral.