'El maestro Juan Martínez que estaba allí' o un Miguel Rellán más solo que la una
- El actor protagoniza la adaptación de la novela de Chaves Nogales, en un monólogo de una austeridad franciscana dirigida por Xavier Albertí.
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La tendencia de adaptar a las tablas obras narrativas no cesa. Ayer en el escenario de La Abadía de Madrid se estrenó El maestro Juan Martínez que estaba allí, uno de los relatos más celebrados del periodista Chaves Nogales (1897-1944). El actor Miguel Rellán, solo en escena y transfigurado de bailaor flamenco perdido en la Rusia revolucionaria, intenta dar relieve con su cuerpo y con su voz a su personaje siguiendo una fascinante peripecia. El tono narrativo, sin embargo, termina imponiéndose como una losa pesada.
En los últimos años se ha escrito mucho sobre las virtudes del periodismo de Chaves Nogales, cuya rehabilitación literaria ha sido posible gracias a la publicación de muchos de sus títulos por varias editoriales, principalmente Libros del Asteroide.
Las dos veces que se ha llevado a escena su obra, y que yo tenga noticia, ha sido con este mismo título. En 2017 el actor Alfonso Lara lo adaptó, lo dirigió y lo protagonizó junto con Pepa Rus, en una producción teatral más ambiciosa que esta, con un generoso elenco que se multiplicaba en tantos personajes como aparecen referidos.
Xavier Albertí firma la versión y la dirección de este monólogo. Se ve que le ha cogido gusto al género unipersonal, ya que es el cuarto monólogo que estrena en menos de tres años. La adaptación está hecha a medida de Rellán, de 82 años, cómico popular y con oficio para aburrir, de una simpatía y a la vez de una contención interpretativa admirable para el género picaresco, como resulta que termina siendo este relato de supervivencia, más trágico que cómico.
El espectáculo adopta la forma de confesión, casi un cuentacuentos, donde Rellán/ Martínez sobre un tablado circular, ataviado con un sobrio traje flamenco, sombrero negro cordobés y botines de zapatear, va recordando su pasado, desde sus orígenes en París como bailaor flamenco de Burgos, hasta dar con sus huesos en la Rusia revolucionaria con su esposa Sole, también bailaora. En el relato de Nogales, Martínez recuerda su peripecia a sus 43 años.
Los episodios y las situaciones que se suceden son cada vez más atroces, pero están salpicados por apariciones y anécdotas de personajes estrafalarios e interesantes, narrados en un tono de tímido escepticismo en la condición humana o con fina ironía por Martínez/Rellán. Sin embargo, la puesta en escena no ayuda, es de una austeridad franciscana. Albertí prescinde de añadidos de baile o música (solo al final) que contribuya a elevar, adornar o subrayar la labor de Rellán, confiado quizá en la contenida duración del espectáculo: 60 minutos.
El director sospecha que este relato es una ficción, aunque Chaves Nogales lo presenta como un reportaje novelado. No lo sabemos a ciencia cierta, pero desde luego el periodista logra poner cara y ojos a la revolución rusa y a la guerra civil que siguió a continuación, dando una visión humana del horror y las penalidades vividas por la población.
Chaves Nogales desenmascaró la ferocidad sin límite que aplicaron los bolcheviques, pero de poco sirvió a que el comunismo alcanzara tanto prestigio entre los intelectuales europeos occidentales y que se mantuviera hasta casi nuestros días.
El maestro Juan Martínez que estaba allí
Teatro de la Abadía, hasta el 22 de diciembre
Texto: Manuel Chaves Nogales
Adaptación y dirección: Xavier Albertí
Reparto: Miguel Rellán
Audioescena: Orestes Gas
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Diseño audiovisual: David González
Vestuario: Elda Noriega
Dirección de producción: Nadia Corral
Producción: Octubre Producciones
Distribución: ConTablas Distribución