Tengo una cita por Manuel Hidalgo

El gran viaje de Tommaso Landolfi

22 abril, 2014 10:06

Un escritor, harto de vivir y con ideas suicidas, recibe en su casa la perturbadora visita de un extraño personaje que, confesando haber huido de un manicomio, asegura no estar loco. El recién llegado tiene una propuesta: que el escritor lo acompañe en un viaje a la luna en un artefacto de su invención llamado Cancroregina. Tan bizarro y feo nombre podría traducirse como Reina del Cáncer.

El escritor –y narrador de la historia- acepta la invitación de su visitante y, tras acceder ambos a la extravagante nave espacial, oculta en una casi inaccesible montaña llamada Cuerno del Diablo, los dos personajes inician su disparatada peripecia, de la que sólo adelantaré que el creador de la máquina, si no la tenía ya perdida, pierde la cabeza y que el aparato volador no funciona con la deseable precisión…

Tommaso Landolfi (1908-1979) fue un escritor y traductor italiano que todavía permanece en la penumbra para el lector español, pese a algunas ediciones aisladas de sus libros a cargo de Siruela y Tusquets. Cancroregina ha sido traducida al castellano por primera vez y editada por el sello argentino Adriana Hidalgo, cada vez más introducido en nuestro país.

La novela se mueve entre la ciencia-ficción, el fantástico, el terror y, por supuesto, la aventura, pero pronto comprendemos que estos enclaves genéricos no son sino el trampolín para una desasosegante reflexión existencial, la base de un angustioso existencialismo que deriva hacia un explosivo desquiciamiento.

A través de su narrador, y cuando éste ya es víctima de peligros y percances gravísimos que no había imaginado, Landolfi aprovecha para introducir opiniones sin duda personales sobre asuntos diversos: la vida, la muerte, la literatura, Dios, los trabajadores, la política… Tal momento, cercano al desenlace, coincide con un progresivo trastorno en el que la escritura pone un pie en el surrealismo –automatismo, invención de palabras- y aparecen imágenes y criaturas que se diría originadas por el “delirium tremens” o la experiencia lisérgica, de manera que la angustia y el terror del protagonista y narrador se contagian vivamente al lector.

Escribe Landolfi: “Si del sueño salimos tan reparados, ¿con cuántas y con qué renovadas fuerzas no saldremos de la muerte?”.

“Éstas querrían ser palabras de esperanza”, comenta el autor, quien, enfrentado como su personaje al horizonte de la muerte, desarrolla la vieja e improbable teoría de que morir no sea sino ingresar en un largo sueño reparador, un sueño infinitamente más dilatado que los sueños breves que cada noche experimentamos sin sufrimiento y sin conciencia de que nuestra vida haya sido interrumpida. Palabras de esperanza, ya digo, dice Landolfi.

Image: Jenn Díaz

Jenn Díaz

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