Image: Vicente Rubio

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Ciencia

Vicente Rubio

“Ya es posible conocer el mecanismo básico de cualquier enfermedad”

10 octubre, 2001 02:00

El director del Instituto de Biomedicina de Valencia, del CSIC, Vicente Rubio, es uno de los nombres fundamentales de la investigación española. Ha publicado cerca de cien trabajos científicos y ha centrado sus intereses en el conocimiento de la estructura, mecanismo y regulación enzimáticas, así como en el metabolismo de compuestos nitrogenados y la patología molecular del ciclo de la urea. Entre sus últimos reconocimientos figura el Premio de las Artes y de las Ciencias concedido por la Generalitat Valenciana y Unidad Editorial, en el apartado de Ciencia e Investigación. El Cultural ha conversado con el científico sobre temas de actualidad como el sida o la medicina molecular.

-¿Qué situación vive actualmente la medicina molecular? ¿En qué situación se encuentra? ¿Cuáles han sido sus principales avances?
-Señalaré tres particularmente "calientes", entre los muchos de que podría ocuparme: la identificación y caracterización de dianas, las enfermedades de plegamiento de proteínas y la terapia regenerativa y celular. La identificación y caracterización rápida de dianas para la generación de nuevos fármacos es una de las metas importantes de la medicina molecular. Muchos enfermos de sida están vivos y se han convertido en verdaderos pacientes crónicos gracias a los antivirales basados en los inhibidores de la proteasa del virus del sida, que han sido desarrollados así. Hay que identificar genes o productos de genes importantes para el desarrollo de la patología, y buscar inhibidores de la expresión del gen implicado o del producto generado a partir de él.

-¿Cómo afectaron estas investigaciones en el caso del virus sida? ¿Qué esfuerzos cabría realizar para llegar a vencerlo?
- Bueno, se identificó la proteasa viral como un enzima esencial para el procesamiento de las proteínas virales, y se determinó en todo detalle su estructura, basando en ella la identificación, el diseño y la fabricación de productos químicos capaces de bloquear dicha proteasa. Las primeras investigaciones sobre esta cuestión se dieron a finales de los años 80 y su utilización clínica está ya en uso general desde hace bastantes años. Por tanto, si se destinan los recursos adecuados, esta aproximación es capaz de producir fármacos eficaces en muy poco tiempo. Vivimos una etapa de expansión similar en las terapias antitumorales. Por ejemplo, un nuevo tratamiento extremadamente efectivo en la leucemia mieloide crónica es el STI571, diseñado racionalmente como inhibidor de la tirosina quinasa bcr-abl que se sabe desde hace bastante está demasiado activada en este cáncer. La identificación de dianas requiere de más investigación genómica, del uso de paneles de expresión de prácticamente todo el genoma ("microarrays"), de la identificación precisa de los productos proteicos (proteómica) y de la caracterización estructural a nivel de resolución atómico de las proteínas diana, mediante difracción de rayos X y RMN. Simultáneamente deben estudiarse modelos celulares y animales en los que se ha eliminado o superactivado la proteína diana (transgénicos y "knockouts", en la jerga biomédica), y deben estudiarse las interacciones de la diana con otras proteínas mediante estudios "in vitro".

Plegamiento de proteínas

-¿En qué situación se encuentra nuestro país con respecto a estas tecnologías?
-Poco avanzado, por lo que debe hacer un importante esfuerzo para ponerse al día, si queremos desarrollar algún papel en el presente y en los años venideros. Aún peor es la implantación de estas tecnologías en las empresas situadas en nuestro país. Un ámbito particular de avance es el de las enfermedades de plegamiento de proteínas, entre ellas la enfermedad de Alzheimer o la nueva variedad de la enfermedad de Creutfeld-Jakob (lo que también llamamos encefalopatía esponjiforme, o enfermedad de las vacas locas del ser humano). En estas patologías la proteína causal ha sido implicada y el objetivo es que se procese o se pliegue de forma diferente a la que produce la enfermedad. Están en inicio ahora estudios de vacunación con péptido amiloide que quizá permitan eliminar las placas de esta proteína que están implicadas en la enfermedad de Alzheimer (¿será posible vacunar contra el Alzheimer?), y estudios de tratamiento de la enfermedad de Creutfeld Jakob con fármacos venerables que se ha descubierto ahora podrían alterar el plegamiento de la proteína prión.

-Respecto a la terapia regenerativa y celular, ¿qué perspectivas existen?
-Lo que puedo decirle es que se anuncia como uno de los grandes horizontes médicos de este siglo, y tiene sus caballos de batalla en el control de la pluripotencia y de la diferenciación de las células madre, y en la identificación de los sistemas de señalización que ponen en marcha diferentes programas de desarrollo, lo que resulta, por ejemplo, en la producción de un corazón o de un brazo a partir de unas células no diferenciadas originales.

-¿Podrán llegar a controlarse totalmente las enfermedades?
La historia de la civilización es la historia del avance en la esperanza de vida, asociada sin duda a la mejor nutrición y estado inmunitario, pero también al control de las patologías. Hasta la aparición del sida y de los gérmenes mutirresistentes a antibióticos se podía decir que en buena medida se habían controlado las enfermedades infecciosas, al menos en los países desarrollados. Ahora nos enfrentamos al reto de no perder ese control, de hacer frente en forma efectiva al Sida, y de controlar las patologías tumorales, degenerativas y crónicas. Yo creo que, paulatinamente, avanzaremos en ese control, aunque siempre nos habremos de enfrentar a retos nuevos.

-¿Hasta qué punto podrá aplicarse el precepto délfico de "conócete a tí mismo"? ¿Podrá el ser humano "conocerse a sí mismo" de una manera integral?
-Supongo que su pregunta se refiere sobre todo al conocimiento de nuestro funcionamiento mental, ya que no tengo dudas de que seremos capaces de conocer muy bien nuestro funcionamiento físico. Mi respuesta es un rotundo no lo sé. Mi desconocimiento se basa en la peculiaridad de lo que llamamos ser humano. Un ser humano es sobre todo una historia recordada. Si pudiéramos hacer transplantes de cerebro, y a mí me transplantaran un cerebro ajeno, recordaría la vida de otra persona, y ya no sería yo, sino el otro. El yo es nuestra capacidad de memorizarnos a nosotros mismos y a nuestra historia. Y la base de estos procesos es tan física como, para citar una frase célebre del primer positivismo, la producción de bilis por el hígado. Así es que creo que seremos capaces de entender las bases físicas de la memoria y del entendimiento, pero no sé en qué medida seremos capaces de predecir, por ejemplo, si dentro de cinco minutos voy a fumarme un cigarrillo o tirarme por la ventana. Recordemos que una de las características del conocimiento científico es su capacidad de predecir. Somos capaces de predecir los eclipses o las mareas, pero no sé si seremos capaces de predecir alguna vez el comportamiento humano, tan condicionado por las interacciones previas de ese ser humano concreto con su ambiente.

El impacto público

-¿Qué piensa del cada vez mayor protagonismo de la ciencia en el mundo? ¿Se ha convertido en la "cultura" del siglo XXI?
-La cultura ha tenido siempre un fuerte condicionamiento científico. Pero, además, en las sociedades democráticas los intereses y problemas de los ciudadanos son determinantes del interés reflejado en los medios, y desde Fleming todo el mundo sabe que la ciencia puede tener respuesta para sus problemas y desde la bomba atómica que la ciencia puede creárselos.

-Seamos más concretos, la biomedicina ha tomado hoy un protagonismo especial. ¿Cree que se conoce bien su labor?
-Las biomedicina busca conectar enfermedad y salud con genes, moléculas, células y estructuras a resolución atómica. Es la frontera entre las ciencias llamadas básicas (bioquímica, biología molecular y celular, genética) y la medicina clínica. La labor de producir avances ya no es responsabilidad de científicos básicos o de médicos, sino de la combinación de ambos. La biomedicina es hoy sin duda la protagonista. En la mayoría de los países avanzados la salud es una de las preocupaciones principales de los ciudadanos. El conocimiento bioquímico y genético acumulado gradualmente en los últimos cien años y mucho más rápidamente en los últimos 15 años ha abierto expectativas impensadas para la medicina preventiva y curativa. Es posible entender el mecanismo básico de casi cualquier enfermedad. Las estructuras biológicas a nivel atómico permiten diseñar nuevos fármacos. El conocimiento del genoma abre el camino a la identificación de la predisposición genética para habilidades y debilidades, incluyendo las enfermedades. Se concibe la posibilidad de usar terapia génica de enfermedades heredadas, como en el caso de los niños burbuja, pero también de tratar otras enfermedades adquiridas aunque con base genética, como el cáncer. Las posibilidades de clonación, junto con la investigación sobre células madre, abren horizontes nuevos a la regeneración y sustitución de tejidos y aun de órganos, incluso del sistema nervioso y del músculo cardiaco, y a los transplantes celulares. Por otro lado, otra razón del auge de la biomedicina son los nuevos retos que han supuesto el sida, la enfermedad de las vacas locas, el aumento de la enfermedad de Alzheimer, del cáncer y de enfermedades cardiovasculares y articulares crónicas al envejecer masivamente la población.

Estudios contra el dolor

-¿Hasta qué punto se puede "mejorar" el ser humano con el desarrollo de investigaciones como las realizadas desde su instituto?
-La perspectiva de nuestras investigaciones es más prevenir y curar que "mejorar" en sí al ser humano. Yo creo que hay que tratar de eliminar el dolor y la incapacidad durante la mayor parte de la vida, pero no tratar de alargar esa vida mucho más de lo que ya vivimos en los países desarrollados. Tampoco creo que el objetivo sea generar supermujeres o superhombres. Nuestro reto está en los cientos de millones de casos de tuberculosis, malaria, desnutrición, sida, secuelas de traumatismos diversos, infecciones prevenibles, Alzheimer, enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes y demás plagas médicas a las que se enfrenta la humanidad.

Medicina y bienestar

-¿Cuáles son las urgencias más inmediatas para el bienestar de la población mundial? ¿Cuál es la función de la medicina actual?
-Si miramos al mundo desde una perspectiva global, el futuro para el conjunto de la población mundial es la mejora nutricional y sanitaria, la provisión de agua potable y la erradicación o contención de los vectores y prácticas transmisoras de parasitosis y enfermedades infecciosas, así como la reducción de la mortalidad maternoinfantil mediante la aplicación de una obstetricia básica y de unas medidas adecuadas de asepsia y de prevención de la diarrea, la deshidratación y otras enfermedades infecciosas de la infancia. Todo ello es realmente prevención. Pero en las sociedades desarrolladas, y aún en las no desarrolladas, aunque la prevención y la promoción de hábitos saludables es esencial, existe una importante demanda de medicina asistencial cada vez más refinada, e incluso, cada vez más, de medicina reparadora y cosmética. Piense usted por ejemplo en la oftalmología, que en países pobres y cálidos aún tiene como caballos de batalla el tracoma y las cataratas, pero que en occidente es alta tecnología para la cirugía de defectos de refracción. Así es que el futuro de la medicina es complejo, pues tiene a la vez que abordar problemas preventivos, pero también debe desarrollar estrategias curativas, y esto último puede ser muy importante incluso para países poco desarrollados.