Cine

Treinta años de "easy rider"

El viaje alucinante

28 noviembre, 1999 01:00

En muchos sentidos fue una película primitiva: bajo presupuesto y una autopista con rumbo a la Tierra Prometida. Dennis Hopper, Peter Fonda y Jack Nicholson dejaron sobre el asfalto el impulso "hippie" de la contracultura. El escritor Jorge Berlanga recuerda el fenómeno de "Easy Rider", un desafío de juventud con una legendaria banda sonora que, tres décadas después, aún suena en las carreteras de todo el mundo.

Lo podemos ahora ver en televisión. El anuncio tiene su gracia, como parábola del cambio de los tiempos. Dennis Hopper, maduro, peinando canas, conduce un modero cochazo. De pronto, él mismo, más joven, bigotudo y con melenas, se pone a su altura manejando una "chopper". El actual sonríe con ironía y condescendencia, acelera y lo deja atrás. Y en ese momento nos damos cuenta de que se han cumplido treinta años desde el estreno de "Easy Rider".

La película que en su momento conmocionó a la industria y a una generación marcó una época, como reflejo del movimiento "hippie", libertado, contracultural del final de los años sesenta, A pesar de su categoría puntual, ha seguido gozando de éxito en diferentes reestrenos posteriores (todavía recuerdo el clamor que produjo aquí en España a finales de los setenta, nada menos que una década después), y habría que preguntarse si puede resistir bien en el nuevo siglo, seguramente sí, en medio de las nuevas tendencias cíclicas, el "neohippismo" y la resurrección de viejos grupos y músicas antiguas.

El argumento, al fin y al cabo, es tan actual como este: Dos bandarras melenudos hacen un buen trapicheo de droga. Con el dinero que ganan, deciden irse con sus motos a Nueva Orleans. Por el camino se meten de todo, conocen a un divertido abogado alcohólico que se les une, a guapas chicas, tienen experiencias con psicotrópicos y algún que otro tropiezo y un mal final con brutos representantes de la América profunda.

Podríamos hablar de una "road movie" más si no fuera por su categoría de símbolo de unos tiempos que la llevó rápidamente a convertirse en mito y referencia estética para una sociedad joven y todavía revolucionaria. Para gente que lo mismo colgaba en su habitación el "póster" de "Che", que el de los dos tipos con sus motos mirando al sol, el uno disfrazado de general Custer, el otro con los colores de la bandera americana, desafiando las creencias sagradas de sus antecesores. Era una versión trepidante y nueva del viaje iniciático en búsqueda de la libertad, la aventura sobre ruedas sostenida sobre su pensamiento libre y alegre que acababa chocando con las fuerzas trogloditas de la vieja moral.

Dennis Hopper traía una trayectoria de chico rebelde, de actor airado de final de los cincuenta. Esos jóvenes atormentados y respondones que se enfrentaban a las normas. Colega del máximo representante del género, James Dean, con el que se zambullía en bañeras llenas de ginebra en compañía de Natalie Wood (con consecuencias abrasivas para los genitales de esta última), había almacenado un bagaje de irreductibilidad y descaro suficiente como para afrontar la convulsión ideológica de los sesenta apurando sus propuestas hasta el límite. Mientras unos hablaban de paz y amor, él simplemente había nacido para ser salvaje, para exprimir las ideas de la libertad vorazmente. Tuvo la suerte de encontrarse con Peter Fonda, niño de papá con dinero, inadaptado y aficionado a plegarse a las modas, envidioso de la fama de su hermana Jane como heroína contestataria, y con ganas de invertir en algún asunto sonado. Se juntaron el hambre y las ganas de comer, y con un puña do de dólares se lanzaron a una aventura tan apasionante como incierta.

Al parecer el rodaje fue algo más que caótico. El guión consistía en algunas notas dispersas y el equipo tenía que fiarse de Hopper, que lo tenía todo en su cabeza. Una cabeza que por otra parte estaba habitualmente zarandeada en su interior por sustancias diversas. Nadie sabía muy bien lo que hacía, así que se dejaba llevar, por el cine, por la carretera, por las motos. Habría que mencionar con todo merecimiento a las otras dos protagonistas, las motos "chopper", las famosas "hogs" de la época, Harleys de amplios depósitos y cómodo asiento con respaldo casi a ras de suelo, con manillar en curva para manejar en reposo y una rueda delantera que se perdía en el horizonte del camino sostenida por unas horquillas casi infinitas. Ya no se suelen ver, pero hay que reconocer que gran parte del éxito de la película es suyo, como también de la música, con Stephen Wolfe sonando a tope.

El sentido del caos de Hopper produjo una insólita joya, para sorpresa de todos. Su delirio alucinógeno llegó al máximo desmadre en 'The Last Movie", pero luego llegó a convertirse en un actor sólido y con la madurez de un excelente actor para encarnar personajes atípicos y algo majaras. Por su parte, Peter Fonda intentó repetir la fórmula con algunas películas de frívola rebeldía en la carretera, como "El sucio Harry y la indecente Mary", sin mucho éxito, y ha acabado convertido en un impávido figurón medio calvo que de vez en cuando va a las fiestas de Hollywood. En lo que respecta a Jack Nicholson, sigue igual de irremediable.

Treinta años tal vez son nada. Pues la sociedad cambia y los trastornos siguen al alcance de la mano. Cualquiera puede meterse un viaje. Y lo único que ha cambiado desde "Easy Rider" es que ahora gozamos de mejores autopistas. Hasta para la información.

EASY RIDER (1969)

-Director: Dennis Hopper Productor: Peter Fonda Intérpretes: Dennis Hoppe, Peter Fonda, Jack Nicholson, Karen Black, Luana Andre, Phil Spector, Luke Askew

-Guión: Dennis Hopper, Peter Fonda y Terry Southem

-Director de Fotografía Laszlo Kovacs

-Montaje: Don Cambem