Emancipación femenina
Caos
19 junio, 2003 02:00Rachida Brakni y Catherine Frot en Caos
Las apariencias engañan. La historia de Hélene, de su marido y su hijo, empieza como una comedia de ámbito familiar, casi bufonesca y un tanto enloquecida, pero de pronto se convierte en un discursivo apólogo moral sobre la emancipación femenina frente a distintas formas de dominación machista. La directora de la exitosa comedia francesa Tres solteros y un biberón recupera la militancia feminista para trazar aquí una radiografía, explícitamente crítica con el universo masculino, de la subordinación de las mujeres frente a los hombres en la Francia multirracial contemporánea.La propuesta tiene la voluntad de hacer visible la confluencia de la vieja cultura patriarcal occidental con las arcaicas tradiciones del islam en una común filosofía sexista que confina a las mujeres en papeles subalternos, condenados a la pasividad y a la sumisión. De ahí que la historia ofrezca un doble y paralelo proceso de emancipación: el de la burguesa Heléne, que tomará conciencia del papel subsidiario al que la condenan tanto su esposo como su hijo, y el de la prostituta argelina Noemie en su lucha para escapar de las redes de explotación sexual y económica hacia las que le empujaron los tratos de su padre al venderla como esposa adolescente.
Dos mujeres más (la madre del marido y la hermana pequeña de Noemie) completan el arco generacional para sugerir que el presente estado de las cosas pervive desde hace ya demasiado tiempo y amenaza con prolongarse en el futuro. Se cierra así un círculo en el que se acumulan demasiadas cosas: las mafias que trafican con mujeres del tercer mundo, los desvaríos de los ejecutivos desalmados, la voracidad machista de sus jóvenes cachorros, la insolidaridad egoísta de las clases dominantes y hasta el desapego de los hombres que se desentienden de sus padres ancianos.
Lo malo es que los dardos viajan en una única dirección, puesto que ni uno sólo de los hombres que participan en la función se salva de la quema: infieles, mafiosos, proxenetas, descerebrados, insensibles, autoritarios, bígamos o pervertidos, todo cabe en una coctelera que muestra muy pronto el esquematismo empobrecedor de su análisis y la caprichosa estructura narrativa que sostiene un relato desigual, preñado de humor excéntrico, extraviado por larguísimas digresiones (el flash-back ilustrativo en el que Noemie cuenta su vida) y demasiado inconsistente para tantas pretensiones.