Cine

Space Cowboys

Clint Eastwood en DVD

13 octubre, 2005 02:00

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El Cultural entrega el próximo jueves, por sólo 7,50 euros, el DVD Space Cowboys (2000). En este "western espacial", el cineasta Clint Eastwood reunió a grandes figuras como Tommy Lee Jones, Donald Sutherland y James Garner para dar vida, junto a él, a un grupo de astronautas retirados que se enfrentan a un viejo sueño: volar a la Luna.

Aunque no sea el cosmos su terreno natural, el "espacio" en el que mejor se mueve, Clint Eastwood salió bien parado de su aventura galáctica. No es precisamente Space Cowboys una película de ciencia-ficción, más bien de ficción científica, porque todo en ella está tan equilibrado como quizá sólo la balanza inapelable de la experiencia puede equilibrar. La película comienza en Cabo Cañaveral y termina en la Luna para contarnos, con una media sonrisa que se deshace en lágrimas, cómo cuatro señores en el último recodo de sus vidas se agarran a sus sueños como si lo hicieran a un clavo ardiendo. Visitamos a través de esta odisea espacial un imaginario cinematográfico hecho de mestizaje de géneros y de lugares comunes, de escenas reconocibles por repetidas en todas sus variantes, de rostros cuyas arrugas hemos visto crecer con los años. Acaso el entusiasmo que despierta Space Cowboys pasa necesariamente por el conocimiento del hombre al frente de la nave, el amigo Clint Eastwood, o mejor desde el conocimiento de los múltiples héroes otoñales que ha inventado, incorporado y reinterpretado, como un músico que siempre tocara la misma sonata pero que nunca sonara igual.

No era la primera vez, ni sería la última, en la que Eastwood ofrecía a sus personajes esa segunda oportunidad que casi nunca la vida ofrece, pero en la que el cineasta norteamericano cree firmemente al menos aplicada al cine (y seguramente a la vida). Ese sueño que se da por perdido y que a veces los extraños azares de la vida trae de vuelta es para el equipo Daedalus viajar a la Luna. Los cuatro integrantes del grupo (dos astronautas y dos ingenieros) tuvieron su oportunidad hace cuarenta años pero fueron sustituidos por un chimpancé. Ocurre que la NASA debe arreglar un satélite obsoleto para evitar un caos en el sistema de comunicaciones, y tendrá que recurrir a alguien tan caduco como el satélite, el hombre que lo diseñó, Frank Corvin, Clint Eastwood. Hasta aquí todo transcurre como cabe esperar de una película del otrora Harry Callahan, el hombre de la solución in extremis, ese a quien el olfato, la experiencia y el trabajo artesanal nunca fallan frente a la sofisticación de los nuevos tiempos. Pero enseguida se desmarca de los héroes solitarios y anárquicos que le han aupado como icono del cine, pues a Clint Eastwood le mueve en esta ocasión la solidaridad colectiva, y saliendo de su jubilación forzosa acepta el reto bajo la condición de que en el viaje le acompañen los mismos hombres con los que estuvo a punto de hacerlo antes de que les sustiuyera un chimpancé (en esto, Frank Corvin no es tan distinto de William Munny, el asesino de Sin perdón). Ahora los miembros del Daedalus sufren cabalgante alopecia, llevan dentadura postiza o esconden un tumor maligno; viven dedicados a la iglesia baptista (Tank Sullivan / James Garner), al diseño de montañas rusas (Jerry O’Neil / Donald Sutherland) o a las acrobacias aéreas (Hawk Hawkins / Tommy Lee Jones), pero ninguno de ellos está dispuesto a dar la espalda a un viejo sueño.

Bandos irreconciliables
Space Cowboys abrió una gran fisura de bandos irreconciliables tanto entre el público como entre la crítica. Los hubo incapaces de conectar con lo que acontecía en pantalla, probablemente porque asociaron clasicismo a cine rancio o porque no perdonaron al maestro Eastwood algunas soluciones sencillas; y los hubo también que encontraron en sus fotogramas el pulso de un artesano, de una leyenda dispuesta a reírse de sí misma (y de su edad) si para ello consigue filmar uno de los epílogos más bellos que ha dado el último cine americano. El título ya nos predispone a ver una película de vaqueros, un "western galáctico", en manos del único director vivo que se atreve con el género. Por eso no falla aquí la pelea en el bar, ni el tipo malo dispuesto a joder a los buenos, ni la mancha de una fatalidad o la chica esperando a su vaquero... pero cada cliché que rueda deja de serlo cuando pasa por sus manos.

Los aficionados en descifrar metáforas podrán sin mucho esfuerzo captar el mensaje que Eastwood lanza a los mandamases de Hollywood, verdadera declaración de principios de un superviviente en el engranaje de una industria cegada por los fuegos artificiales. Como sostiene Quim Casas en su libro Avavateres del último cineasta clásico (Ediciones Jaguar), hay en esta película "una clara defensa del artesanado y de la experiencia frente a la supeditación a los efectos digitales del cine contemporáneo". Vamos, que preferimos las nueces de Space Cowboys al ruido de Armaggedon.


Curiosidades
-En un principio, estaba pensado que Jack Nicholson interpretara a Tank Sullivan y que Sean Connery hiciera el papel de Donald Sutherland.
-La revista ‘Cahiers du Cinema’ la eligió como una de las diez mejores películas del año 2000.
-El tema musical con que abre la película está compuesto por Clint Eastwood, que firma la música original junto a Lennie Niehaus.
-Al igual que en un momento de la película, los actores promocionaron el film en el show de Jay Leno.