Scanner Darkly
Director: Richard Linklater
19 octubre, 2006 02:00Winona Ryder "rotoscopizada" en Scanner Darkly, de R. Linklater
Waking Life empezaba con una niña -que no era otra que Lorelei, la hija de Richard Linklater- que afirmaba, rotunda, que el sueño es destino. En ese determinista aforismo estaba escrito, en efecto, el destino de Linklater, que probablemente ya pensaba en adaptar Una mirada en la oscuridad de Philip K. Dick (no por azar una de las escenas de Waking Life consistía en una discusión sobre Flow My Tears, The Policeman Said). El primer largometraje que utilizaba la "rotoscopia interpolada" para animar a sus personajes, previamente interpretados y filmados en imagen real por actores de carne y hueso, se desarrollaba en una realidad paralela en la que la digresión sobre el sentido de la vida terminaba en un punto y final que se diluía en un cielo de los suburbios, la prueba de nuestra insignificancia en la eternidad de los tiempos. A Scanner Darkly prolonga el alcance de ese discurso filosófico sobre universos contingentes adaptándolo a la paranoia post 11-S: en un futuro que se refleja en nuestro presente, vigilados en las calles y en las casas, sin saber si nuestro mejor amigo o nuestro compañero de fatigas toxicómanas es un delator o un policía, es cada vez más complicado distinguir qué es real y qué no. La película sugiere que nuestro destino es sobrevivir en un sueño (o una pesadilla) que incluye otro y otro y otro hasta el infinito, hasta que el juego de muñecas rusas deja de emocionar para aterrorizarnos.Sería fácil entender A Scanner Darkly como una película antidroga porque la novela de Dick, que estuvo enganchado a todo tipo de derivados anfetamínicos y lisérgicos durante años, lo hace explícito. Sin embargo, detrás de la literalidad de su mensaje un punto moralista, y apoyada por esa técnica de animación que parece haber llegado del espacio exterior, flotante y alucinada, sostenida por un movimiento perpetuo e ingrávido que nos hace pensar en un constante flujo de información compartido entre dos mundos, la película habla de nuestra sociedad con el tono peligroso e inquietante de la literatura de Don DeLillo o Thomas Pynchon.
El modo en que el policía secreto Bob Arctor (Keanu Reeves) pierde la conciencia de realidad mientras persigue y vigila a sus amigos drogodependientes nos conduce a nuestra propia pérdida de conciencia como espectadores, consiguiendo que su quebradiza identidad sea también la nuestra. El logrado subjetivismo de A Scanner Darkly nos informa de nuestra condición de conejillos de indias en un gigantesco e incontrolable experimento social donde la falta de intimidad forma parte de una conspiración que nos quiere pillar indefensos y desprevenidos. Ya no podemos confiar en nosotros mismos, perdidos en una verborrea que sólo sirve para protegernos de nuestro miedo al silencio y al vacío. Si Dick llegó a la misma conclusión que Burroughs en El almuerzo desnudo, Linklater nos transporta a un mundo que Cronenberg (los insectos que acosan a Rory Cochrane en el arranque de la película) reconocería como propio. El mundo de los "slackers" de la generación X ya no provoca ataques de complicidad sino de pánico.