El verano de Marc Recha
El director catalán estrena Días de agosto, un viaje íntimo por su geografía natal
30 noviembre, 2006 01:00Escena de "Días de agosto"
Tras su paso por Toronto, San Sebastián, Sitges y otros festivales, el martes se estrena Días de agosto, quinto largometraje de Marc Recha. Contemplativo y enigmático, el filme describe el viaje por la Cataluña interior que realizó el cineasta con su hermano mellizo David.
Hombre y naturaleza
Uno de los momentos más conmovedores de Días de agosto aparece cuando Marc Recha le cuenta a su hermano que ha soñado con Ramón Barnils. "Eso ocurrió de verdad y lo incorporé a la película. Algunos detalles y personajes fueron surgiendo sobre la marcha, y los añadimos a lo que estaba preparado previamente".
La película se articula alrededor de las relaciones entre hombre, naturaleza y memoria colectiva. Habría que pensar en Gerry, de Gus Van Sant, en las películas selváticas de Werner Herzog, en El corazón de las tinieblas de Conrad, o, por qué no, en los westerns espectrales y telúricos de Anthony Mann, sobre todo Hombre del Oeste, para entender hasta qué punto el deambular errático de los hermanos Recha no es más que una hermosa alegoría sobre lo inaprehensible de la condición humana. Así las cosas, cuando esta peculiar ‘road movie’ (o ‘cat fish movie’, como les gustaba llamarla durante el rodaje) pierde a uno de sus personajes por el camino, convirtiendo al otro -su reflejo, su doble- en ‘cowboy’ solitario e investigador privado, la película enseña su deuda con una gran obra sobre fantasmas que buscan su propia sombra, La aventura, de Michelangelo Antonioni. Aunque la polisemia de Días de agosto no tiene límites, y Recha encuentra otro modelo, "el de los antihéroes crepusculares de Sam Peckinpah", que define la mirada de una manera de ser y pensar común a sus personajes, que son todos aquellos que nacieron en los setenta.
"Basta mirar atentamente cualquier cosa para que sea interesante" era la cita de Flaubert que inauguraba El cielo sube, primer largo del cineasta catalán. Y en Días de agosto Recha no se ha cansado de mirar. El cielo, la tierra, el hombre y su inquietante ausencia componen una red de texturas que la película, contemplativa y enigmática, nos regala sin ofrecer respuestas, delatándose como obra abierta a la vez que como final de trayecto y misterio sin resolver.