Cine

Manuel Lombardero estrena 'Tuya siempre'

"La película se contagia de una mitología"

26 abril, 2007 02:00

Manuel Lombardero

Una película cada diez años, ése es el intervalo que necesita Manuel Lombardero para emprender un nuevo proyecto. Su primera película, En brazos de la mujer madura (1997), obtuvo una calurosa acogida que hacía prever una fructífera carrera. Sin embargo, Lombardero ha preferido mantenerse lejos del cine ya que incluso poco antes de rodar ese debut mantuvo una destacada filmografía como productor que incluye títulos como Jamón, jamón (Bigas Luna, 1992), Belle epoque (Fernando Trueba, 1992) o Tierra (Julio Medem, 1996) y de la que jamás se supo después de 1997. Por fin regresa con Tuya siempre, producto de años de trabajo, un thriller ambientado en la Barcelona de hoy mismo e interpretado en sus principales papeles por Rubén Ochandiano, José Coronado, Nancho Novo y la debutante Flora Martínez como cautivadora femme fatale. La historia gira en torno al mítico club de jazz Jamboree (del que no se oculta el nombre), un lugar en el que se reúnen personajes de todo pelaje frecuentado por arribistas con escaso respeto por la ley.

-¡Cuánto tiempo sin saber de usted, señor Lombardero!
-Ha sido una década en la que han pasado muchas cosas. Primero, se produjo mi desligamiento de la productora Lola Films tras una serie de turbulencias, después he estado metido en otros proyectos y, finalmente, ha sido muy costoso sacar adelante Tuya siempre en los términos en que quería. No sólo por problemas con la financiación, sino porque cuando llevas tanto tiempo sin hacer una película como es mi caso, es un poco como si volvieras a empezar.

-La trama está inspirada en una historia real, ¿hasta qué punto es fiel a esa realidad?
-Todo empezó cuando leí la necrológica de una cantante de jazz que trabajaba en Barcelona. Me pareció fascinante su vida. Había estado relacionada con un hombre poderoso que la había torturado psicológicamente sobremanera. Además, tuvo la mala suerte de presentar a dos hombres que después cometerían juntos un asesinato. Comencé a investigar y me topé con la idiosincrasia del club en el que cantaba, el Jamboree, un lugar único porque allí se juntaban desde la burguesía progre de la época (la llamada Gauche Divine) hasta los delincuentes más lumpen. Una combinación de lo más cinematográfica.

-Se trata de una película de género, es un thriller clarísimo. Y rotundo.
-Me convenía utilizar el género para hacer lo que realmente me interesaba, un filme de personajes. Lo más importante fueron siempre esos caracteres y con esa visión he seguido desde el principio. Algo que me costó algún disgusto, como un desentendimiento con una productora grande que alargó mucho el proceso de realización.

-La imagen está muy cuidada.
-En broma le decía al director de fotografía, José Luis Alcaine, que tenía que demostrar a esos jóvenes pujantes que él sigue siendo el más joven porque siempre buscamos un look rupturista, fresco y nuevo. El problema surgía en que tenía que tener un aire muy espontáneo, la cámara se tenía que poder mover constantemente y con facilidad todo con la intención de que el espectador no notara que había un director detrás. Rodamos con 500 asa y luego lo hinchamos a 800, lo que da mucho grano. Lo mismo hicimos filmando con 16 mm y pasándolo a 35. Todo ello también condujo a una estética basada en los primeros planos ya que, en esas condiciones, en los planos generales casi no se ve nada.

- ¿Cree que podría definirse como una película realista?
- Es posible que no, aunque es una pregunta muy interesante. Lo cierto es que he partido de elementos reales y he procurado que los personajes estuvieran muy vivos, que sus reacciones entraran dentro de la lógica. Pero sí es cierto que el filme se empapa de una atmósfera que está cerca de lo mitológico. En parte, surge de mi fascinación por los músicos de jazz. Son unos personajes tremendamente interesantes porque la mayoría han surgido de un entorno muy bajo socialmente para convertirse en artistas. Por eso, no son como la mayoría de los artistas, que saben perfectamente cuál es su lugar en el mundo, su status. Ellos se siguen comportando como chicos de barrio.