Image: Alex Brendemöhl y Rafa Cortés

Image: Alex Brendemöhl y Rafa Cortés

Cine

Alex Brendemöhl y Rafa Cortés

Guionista y director hablan sobre la laureada Yo, que llega mañana a nuestras carteleras

5 julio, 2007 02:00

Álex Brendemöhl (Izq. guionista y actor) y Rafa Cortés (director)

De Yo a nosotros. Rafa Cortés y álex Brendemöhl estrenan su película, Mención Especial del Jurado en el Festival de Málaga, Premio Fipresci de la crítica a la Mejor Opera Prima en el último Festival de Cannes y seleccionado en 40 festivales del mundo. Ambos escribieron juntos el guión, para luego cambiar los papeles y situarse Cortés tras la cámara y Brendemöhl en la piel del omnipresente protagonista. Es un filme atípico que refleja el mundo según lo ve un "hombre sin atributos". Carlos F. Heredero aporta el análisis crítico.

Pocas veces se ha visto a un director debutante y a un avezado actor escribiendo una película juntos: Yo. Un proyecto que supone un soplo de aire de fresco en el cine español ya que jamás busca el guiño cómplice del espectador sino que explora un camino nuevo, muy ligado al cine de autor europeo con algunos elementos de thriller fantástico, que da lugar a la película española más incalisificable del año. Retrata el deambular de un omnipresente personaje de escasas luces, Hans, un obrero alemán que recala en un pequeño pueblo de Mallorca persiguiendo una nueva vida. Sin embargo, sus planes se ven frustrados ya que el problema no reside en el contexto que pretende dejar atrás (que jamás se explica) sino en su propio carácter lunático y paranoico. A partir de esta premisa, Rafa Cortés y álex Brendemöhl han realizado un filme que pretende reflejar la desconexión entre nuestra percepción individual del mundo y su propia verdad. Lo hace a través de unas imágenes turbulentas, aunque la acción sea mínima, en la que el paulatino deterioro mental del protagonista (que se siente acusado por un robo del que nadie le hace responsable) choca de forma continua con un entorno que lo observa entre la indiferencia y la lástima. De esta manera, los autores dan nueva vida al mito de Pigmalión, según el cual la realidad tiende a convertirse en aquello que previamente vemos en ella. El Cultural reunió a Cortés y Brendemöhl en Madrid para analizar el filme, además de profundizar en su original proceso creativo.

- Comencemos por el final. En la penúltima y mejor escena de la película vemos al protagonista, Hans, al borde del delirio recitando a voz en grito el famoso trabalenguas catalán "Setze jutges en un jutjat" en una fiesta popular.
- álex Brendemöhl:
Sin decir nada concreto, el subtexto es:"Estoy aquí y quiero que me veáis y me respetéis". Es un manifiesto. En el fondo, da lo mismo lo que diga. Es un golpe sobre la mesa en el que quiere hacer público, ante el mayor número posible de gente, su obsesión de que le están acusando cuando él se sabe inocente.
-Rafa Cortés: Ese grito tiene que ver con la necesidad que tenemos todos de ser amados. Si hubiera dicho algo concreto, relacionado con la trama, se hubiera perdido ese carácter atávico. Tiene que ver con una emoción imprecisa.
- La escena se desarrolla durante la "matanza del cerdo", una fiesta popular mallorquina. Aunque es curioso porque jamás vemos al animal moribundo. ¿Buscaban algún tipo de simbolismo?
- A. B.: Esa fiesta tiene unos componentes sensoriales muy fuertes. La historia requería de un tribunal popular en el que Hans pudiera enfrentarse a la sociedad, reunida en un mismo lugar, para poder dar rienda suelta a sus miedos y que llegara la catarsis.
- R. C.: Simboliza cómo muere el pasado y nace un nuevo horizonte. No se ve al animal sacrificado porque hubiera sido demasiado obvio. Siempre quisimos huir de las soluciones más trilladas. Tampoco nos recreamos en el paisaje de Mallorca ni hacemos demostraciones estériles de virtuosismo con la cámara. Lo que nos interesaba era retratar los rostros de los personajes, ahondar en sus relaciones psicológicas.

Pequeñas concesiones
- Justo después de esa escena, casi violenta, viene la calma con una secuencia conclusiva que es quizás la más idílica de toda la película en la que vemos a un Hans perfectamente normal, incluso alegre.
- R. C.:
Era una forma de equilibrar el impacto de ese momento. Lo que queríamos decir es que al final logra una cierta felicidad estando muy lejos de sí mismo.
- A. B.: La publicidad, la televisión o incluso la filosofía te bombardean con la idea de que uno debe ser "auténtico". El personaje vive el proceso inverso, decide no ser él mismo y allí encuentra la paz. Lo cual nos lleva a la pregunta esencial que plantea la trama: ¿Quién soy yo? Yo creo que un ente amorfo que se compone de muchas cosas y que reacciona en función de cada situación y de cada lugar.
- Intuimos el peso de un pasado oscuro que el protagonista lucha para dejar atrás.
- A. B.: Es la ironía trágica. Vayas donde vayas siempre arrastras tu pasado, no puedes empezar de cero. Aunque quieras huir de ti mismo, te acabarás encontrando.
- R. C.: Está por un lado lo que arrastras y por otro, las concesiones que debes hacer para encajar en un sitio. Se crea una especie de esquizofrenia. La película es una metáfora sobre lo que todos tenemos que hacer todos los días para estar en sociedad y como esos papeles pueden acabar apropiándose de ti.
- La trama convierte hechos aparentemente poco relevantes en una gran tragedia...
- A. B.: En una situación de crisis personal la escala de valores se desdibuja, todo tiene el mismo valor.
- R. C.: Cuando te encuentras en un lugar que no controlas, lo más insignificante puede destrozarte el camino, cualquier cosa puede desestabilizarte irremediablemente. Había elementos más fuertes que podrían haber sido el quid, pero quisimos darle importancia a detalles.
- Hay también una reflexión sobre el sentimiento de culpabilidad.
- A. B.: La culpa es un sentimiento ancestral. No sólo por la herencia judeocristiana, porque es una culpa primigenia. Por ejemplo, tú entras en el supermercado, llevas dinero en el bolsillo y cuando vas a pagar enseñas la bolsa para que no piense la cajera que has robado, cuando nadie te está acusando. Son actitudes muy absurdas. Porque el que roba lo hace con descaro.
- R. C.: Son miedos que nos impone la sociedad. Veamos el pavor al terrorismo. Si analizamos fríamente la ínfima probabilidad de ser víctimas de un atentado estaríamos mucho más relajados. Pero no podemos.

Sugerir, no mostrar
- Yo es una película muy difcíl de clasificar. Es cine de autor de una forma muy clara, pero no puede decirse que esa etiqueta se corresponda con ningún género.
- - R. C.: Huimos de los planteamientos de género. Eso no significa que no cogiéramos códigos de distintos para ir renunciando a ellos a medida que íbamos construyendo el proyecto. De esta manera, hay elementos de thriller, de comedia o incluso a ratos podemos hablar de drama social. Las casillas lo hacen todo más comprensible pero a la vez te obligan a repetir esquemas. El cine se está empezando a parecer a sí mismo hace muchos años. Nuestra intención era que la película se pareciera a la vida y no a otras películas. Y la vida no tiene género.
- El filme se desarrolla en un pueblo de Mallorca y jamás se oculta esa referencia. Sin embargo, es una historia muy universal.
- A. B.: - La película está ubicada un pueblo muy reconocible que, por otra parte, podría ser extrapolable a cualquier otro del mundo. Además nos encontramos con una serie de personajes muy arquetípicos: el bufón cruel y manipulador, los estamentos fácticos, la autoridad, la chica, el impostor o el jefe malcarado.
- R. C.: Cuando tienes la base hay que nutrirla con elementos del lugar. Si sale una mesa, habrá que buscar la madera en el árbol que tienes al lado y si juegan a las cartas, mejor si es al juego que se estila en ese lugar. Eso también ayuda a que no seamos demasiado imprecisos. Veo una analogía con los cuadros de Barceló, que parecen abastractos pero nunca pierden la conexión con una realidad muy reconocible. Había que encontrar un equilibrio. No hace falta ser muy intelectual para ver la película pero sí despierta esos mecanismos en mucha gente.
- Es curioso que se trate de una filme sobre una psique, cuando menos, torturada pero no veamos imágenes desenfocadas o escenas de tipo orínico o fantasioso. Tampoco hay cámara subjetiva.
- R. C.: Si el personaje tiene una pesadilla nos interesa mostrar cómo la tiene, no cómo es esa pesadilla, para que cada espectador puede deducir unos motivos distintos. Eso es mucho más rico, eso es la vida. En el cine hay mucha gente que dicta lo que el espectador tiene que sentir, o que explica lo que piensa el personaje. No hemos articulado todas las frases con sus adjetivos.
- A. B.: Se trata de provocar algo en el espectador. El cine tiene que invitar a la reflexion, para extrapolar a tu propia vida lo que ves y encontrar los referentes que conectan con eso. Debe dar libertad para interpretar las cosas a tu manera.
- ¿Cómo ha sido el proceso de trabajar juntos?
- R. C.: Al conocer a Alex me pareció el actor perfecto y le propuse trabajar sonre la idea de un hombre que logra enfadarse con toda una comunidad que jamás ha tenido nada en contra de él. Es una historia que me habían contado y que me resultó muy soprendente porque los mallorquines son cerrados pero no conflictivos. A partir de aquí, construimos el personaje a través suyo. Eramos dos personas que escríbiamos un guión a partir de la sensibilidad de un actor y un director. Yo le daba la réplica como si fuera alguno de los secundarios y él reaccionaba.
- A. B.: Cuando empezó el rodaje dejamos de ser coguionistas para ser él el director y yo, actor.