Image: Una Espiga justa para Paskaljevic

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Cine

Una Espiga justa para Paskaljevic

Con Lunas de miel el serbio se convierte en el director más premiado en la historia de la Seminci junto a Ingmar Bergman

31 octubre, 2009 01:00

El director serbio Goran Paskaljevic. Foto: Nacho Gallego / EFE

Juan Sardá (Valladolid)
En la crónica de ayer apuntaba a Lunas de miel, del director serbio Goran Paskaljevic como la gran favorita junto a la danesa Pequeño soldado, de Annette K. Olesen. Y la primera ha ganado la Espiga de Oro y la segunda la de plata, lo que demuestra que de vez en cuando los denostados jurados saben hacer las cosas comme il faut. Lunas de miel, rodada en digital, como los Enemigos públicos de Michael Mann, es una excelente y sólida película que deja ver no sólo la inteligencia audiovisual de Paskaljevic sino también su sutil comprensión de fenómenos políticos e históricos que retrata a partir de historias "minúsculas" que acaban conteniendo las claves de contextos más amplios y complejos. La calidad de ambas son paradigmáticas de una Seminci que ha mantenido un nivel sino excelente sí notable que ha deparado numerosas sorpresas y ha marcado un nuevo rumbo más vibrante. Pequeño soldado y Lunas de miel han sido las preferidas de un Jurado presidido por Ettore Scola y con nombres como la actriz Irene Visedo, la actriz Carmen Posadas o el director mexicano Arturo Ripstein.

Porque Lunas de miel no llega a ninguna conclusión, simplemente retrata el mundo tal y como es, una colección de decisiones y situaciones absurdas que acaban provocando trágicas consecuencias en las vidas de personas reales. El mundo, parece decir Paskaljevic, está regido por estúpidos y, aunque ellos lo sean, el resultado no lo es en absoluto. Y lo cuenta a partir de dos bodas, una en Tirana y la otra en Serbia, en pleno apogeo de las heridas que ha dejado en ambos países el conflicto de Kosovo. El rencor y el prejuicio son el caldo de cultivo de un nacionalismo devastador y potencialmente asesino. Y vemos también el viaje de huida hacia Italia de dos albaneses cuyo único delito es ser muy pobres, y sientes su desesperación y te irritas por el insoportable racismo de unas leyes enmascaradas en el argumento económico. Ahí está la ironía final de esas dos lunas de miel cuya amargura contiene la semilla de los problemas del mundo.

Con esta Espiga de Oro Paskaljevic se convierte en el director más premiado en la historia de la Seminci junto a Ingmar Bergman, que también ganó tres veces. El honor recayó en el director serbio por primera vez en 1995 con La Otra América y volvió a triunfar hace sólo tres años con Optimistas. Nada que objetar. Las tres son buenas películas. No deja, en cualquier caso, de ser curioso que se haya renovado por completo el equipo directivo de la Seminci, que ahora dirige Javier Angulo pero sigan ganando los "de siempre". O sea, Paskaljevic, y la propia Olesen que ya se llevó un Premio del Jurado

Y en Pequeño soldado la danesa Annette K. Olesen vuelve a demostrar su talento para crear melodramas densos y bien hilados que desprenden complejidad y comprensión de los asuntos humanos. Cuenta la historia de una mujer soldado que regresa a Dinamarca ambsolutamente alienada y brutalizada por una guerra que le ha secado el corazón y la ha convertido en un zombi. Y al regresar descubre que su padre trafica con personas, mueve prostitutas de un país a otro, las esclaviza y abusa de ellas hasta que dejan de servirle. Pequeño soldado es una película dura y contundente que muestra una realidad, la trata de blancas, la verdad de la guerra más allá del telediario, que se hace partícipe del viejo axioma hebreo de que quien salva una vida salva al mundo. Es una historia sobre la destrucción y lo peor de los seres humanos pero también sobre su verdad y su belleza. Su protagonista, Trine Dyrhlom, ha sido distinguida de forma justa como mejor actriz y el Jurado también ha distinguido su excelente fotografía en tonos azulados, obra de Camilla Hjelm Knudsen.

Y es una decisión acertada premiar a Alberto San Juan por su interpretación en La isla interior, la irregular e interesante nueva película de Félix Sabroso y Dunia Ayaso, que después de triunfar con comedias como Descongélate, le han dado un rumbo "serio" a su filmografía. San Juan, que es muy buen actor, está impecable como hermano autista de esa familia hiperdisfuncional que retrata la película. Le da una nueva vuelta de tuerca al modelo de Forrest Gump con punto inquietante. Es un personaje, por cierto, con muchas similitudes con el de Hugh Dancy en Adam, quien quizá está mejor en parte porque la película también es superior. En este apartado, tampoco hubiera sido injusto que se llevara el premio Jeff Golbdlum por otro personaje al límite, el de un ex convicto en Auschwitz en la sobresaliente Adam Resurrected, de Paul Schrader. El Jurado ha premiado su partitura y también la de El erizo, otra agradable sorpresa del Festival, ambos scores los ha compuesto Gabriel Yared.

Finalmente, destacar que el premio FIPRESCI que otorga la crítica internacional también ha recaído en Lunas de miel, de Paskaljevic; que Robert Guéguidian se ha llevado el premio al mejor director y guionista por L'armée du crime. Trata sobre la lucha contra los fascistas de los insurgentes parisinos durante la ominosa ocupación nazi de Francia, uno de los capítulos más oscuros y terribles de la II Guerra Mundial.

Cortos y otros premios
En el apartado de cortometrajes, la Espiga de Oro ha sido para Ampelman (Semáforo), del director Giulio Ricciarelli (Alemania), que también ha logrado el Premio al Mejor Corto Europeo, que le permite optar como finalista al premio anual de la European Film Academy. The Six Dollar Fifty Man (El hombre de seis dólares cincuenta), de Mark Albiston y Louis Sutherland (Nueva Zelanda) ha conseguido la Espiga de Plata al mejor corto.

El Jurado de la sección documental Tiempo de Historia, ha decidido otorgar el Primer Premio al director húngaro Yamás Almási por Puskás Hungary (El auténtico Puskás). El segundo y tercer premio han recaído en dos documentales españoles, Septiembre del 75, de Adolfo Dufour y Señora, de la directora Patricia Ferreira. Punto de Encuentro, sección competitiva que por primera vez ha contado con Jurado propio, ha premiado ex aequo los largometrajes La journée de la jupe (El día de la falda), de Jean-Paul Lilienfeld, y Aram bash va ta haft beshmar (Tranquilo y cuenta hasta siete), del director iraní Ramtin Lavafipour. Dentro del apartado La noche del corto español de esta sección, Vicente Villanueva se ha alzado con el premio por La rubia de Pinos Puente. Y entre los cortos extranjeros el ganador ha sido Formic (Hormiga), de los directores alemanes Roman Kälin y Florian Wittmann.

Por primera vez se entrega en el festival el Premio a la Diversidad Cultural, patrocinado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que ha concedido su galardón a la película Amreeka (América), de Cherien Dabis. Y, por último, no podía faltar el voto del público que también ha podido ser jurado un año más en el festival premiando la película francesa Le Hérisson (El erizo), de Mona Achache, como el mejor largometraje de la Sección Oficial y La causa de Kripan, de Omer Oke, en Punto de Encuentro.