Actriz y directora, Julie Delpy en una secuencia de El Skylab.
Subgéneros como la reunión familiar y la aventura veraniega se dan cita en 'El Skylab', una nueva entrega de la actriz y directora Julie Delpy en la que intenta desarrollar una historia coral y, al tiempo, homenajear las comedias italianas de los sesenta. Este viernes, 27 de julio, se estrena en nuestras salas.
Existen pocos subgéneros tan reconocibles como el de la "reunión familiar". Lo hemos visto muchas veces y con infinidad de tonos. El cine francés lo visitó recientemente con ácido sarcasmo y dosis de drama deconstructivo en
Un cuento de Navidad (2008), de Arnauld Desplechin, y también con melancolía ozuniana en
Las horas del verano (2008), de Olivier Assayas. Julie Delpy, a la que siempre recordaremos como la maravillosa protagonista de
Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995) y su secuela , nos propone ahora como directora, guionista y también actriz
una divertidísima farsa: El Skylab, presentada en el último Festival de San Sebastián, donde ganó el Premio Especial del Jurado.
En 1979, el cumpleaños de la abuela reúne a hijos, tíos, primos, nietos, cuñados y toda esa maraña de parentescos, filias, fobias, rencillas y rencores a la que llamamos familia. Delpy, sin embargo, no carga las tintas y lo que nos plantea es una familia indiscutiblemente "feliz":
"Siempre he sentido una gran afinidad por las comedias italianas de los años 60, esas películas fantásticas como
Viva Italia (Roberto Rosselini, 1961) en la que los personajes discutían como posesos pero al mismo tiempo sientes una gran energía, una gran pasión y amor por la vida.
Los elementos dramáticos aparecen de forma sutil porque es una película que no busca grandes acontecimientos. Lo fantástico es tratar temas serios sin salirse de la comedia". El tono ligero y amable de
Le Skylab podría remitir a otros dos títulos franceses recientes como
Pequeñas mentiras sin importancia o
El primer día del resto de mi vida, muy parecidos en muchas cosas a la película de Delpy. Sin embargo, mientras esos filmes apelan a lo descaradamente sentimental,
el costumbrismo de El Skylab se basa en lo grotesco sin renunciar a la nostalgia. La galería de personajes que uno puede encontrar en la película, narrada desde el punto de vista de una adulta que recuerda ese "verano" (porque ésta también es una película sobre "veranos catárticos") en el que siendo niña descubrió la sexualidad, convierte la caricatura en seña de identidad. "Me interesa más el comportamiento de los personajes que su psicología", dice Delpy.
"El reto era que cada uno tuviera una personalidad propia, muy reconocible. El cine francés de antes de la guerra era muy rico en esos secundarios y yo quería rescatar esa tradición".
A la manera de Molière y sus arquetipos universales, Delpy organiza un carnaval de equívocos en el que las discusiones políticas potencian los extremos: "El final de los años 70 fue una época muy dura políticamente en la que la sombra del comunismo seguía siendo una amenaza que enfurecía a la derecha. En mi familia se discutía muchísimo de política. En esa época, tu ideología definía la forma de vestir y los gustos culturales". Todo ello, mientras la familia vive acongojada por el posible choque de un meteorito que los niños temen que vaya a destruir el mundo, ese mundo que para la niña protagonista sí terminará con su paso a la adolescencia: "No es cien por cien autobiográfica pero sí recuerdo muy bien ese momento en el que sentí que dejaba de ser una niña. Me fui de casa de mis padres muy pronto".
Julie Delpy, una mujer que lo cuenta todo riéndose como si estuviera poseída por el espíritu de su película, se hizo mundialmente famosa en los 90 participando en la trilogía de Kieslowksi (
Tres colores: Azul, Blanco y Rojo). En la última década, Delpy parece cada vez más decidida a dirigir y protagonizar sus propios proyectos. Debutó con
2 días en París (2007), a la que siguió
2 días en Nueva York (2012), y en 2009 estrenó
La condesa, en la que encarnaba a una aristócrata. "No quisiera volver a mi faceta de actriz por el mero hecho de trabajar". Para
El Skylab se ha reservado el papel de su propia madre: "Supongo que es un homenaje aunque me resulta muy complicado hablar de algo tan íntimo".