Divertida y grave secuela de la saga familiar de Paco León
Paco León, Carmina Barrios y María León en el Festival de Málaga. Foto: Jesús Domínguez
Hace un par de años, Paco León se convertía en la sorpresa del Festival de Málaga con su debut como director, Carmina o revienta, peculiar oda a su propia madre, una mujer grande como un armario y poco, o nada, dada a refinamientos. Fumadora compulsiva, Carmina escupe sangre pero no apaga el cigarrillo, tiene un loro que se llama Bárcenas al que punta por los sobres y cuando lo mete en la jaula le dice; "hala, a la cárcel". Si la primera parte era una especie de experimento sin apenas trama y un presupuesto mínimo, la secuela llega con el señuelo de ser la versión mainstream de un personaje que hace que lo políticamente correcto parezca un chiste malo. Fiel heredero de la tradición picaresca española, en la película Carmina mantiene a su marido muerto durante dos días en casa a la espera de que cobre su paga.Más grave y ambiciosa que su predecesora, Paco León construye una extraña y por momentos magnética pieza de surrealismo marcada por la macabra presencia del cadaver del marido esquizofrénico de Carmina. La primera secuencia, la muerte del padre, se mueve en el peligroso filo entre lo grotesco, lo trágico y lo delirante y León logra salvar la papeleta gracias en parte a la fuerza de su propia madre, una mujer rotunda con una poderosa presencia en cámara. Los encuentros de Carmina con sus vecinos permiten a León lucirse en lo que quizá es más interesante de estas películas, ese lenguaje, esa manera de hablar tan propia de la Andalucía profunda que algunas veces uno echa de menos subtítulos para entender lo que están diciendo. Carmina habla con su marido a la manera de Cinco horas con Mario, claro precedente de una película audaz y extrañamente conmovedora que casi termina con los demoledores planos de un entierro. Entre lo sensible y lo brutal, León se distancia del cine convencionalista para crear una película con una fuerte personalidad a veces reiterativa pero fresca e incluso conmovedora. Un pero, sale poco María León y esa mujer es una verdadera joya.
Los fenómenos, del gallego Alfonso Zarauza, tiene como principal atractivo a la actriz Lola Dueñas. Cuenta la historia de una mujer de pasado tumultuoso que tras perder a su marido en extrañas circunstancias regresa a su Galicia natal para emprender una nueva vida y darle un futuro a su bebe. La chica encuentra trabajo como peón de obra y para sobrevivir debe enfrentarse a un mundo machista cargado de prejuicios en el que puede pasar cosas espantosas. La película es mala: los diálogos suenan forzados y discursivos, el personaje femenino está escrito a base de lugares comunes y la dirección es plana y convencional. Sencillamente es muy difícil creerse que lo que te cuentan es verdad porque casi nunca lo parece.
Cada vez que Mikel Rueda no sabe que hacer con su película, lo cual sucede aproximadamente cada cinco minutos, mete música y una secuencia de montaje con adolescentes haciendo el ganso. Si lo ha hecho demasiadas veces, entonces aparece uno de los protagonistas apoyado contra la ventana y ojos melancólicos mientras se escucha una canción índie. A escondidas cuenta la relación romántica entre un adolescente vasco y otro marroquí que son incapaces de expresar su mutua atracción. Lastrados por el prejuicio a la homosexualidad y a su diferencias de origen, los dos chicos se enamoran de espaldas a una sociedad que los condena de antemano. Rodada con precariedad de medios, A escondidas adolece de un guión muy precario en el que todo parece suceder porque sí y no está muy claro adonde conduce una trama bastante incomprensible.