Image: Christian Schwochow: Paula quería ser pintora y formar una familia, eso la hacía más radical

Image: Christian Schwochow: "Paula quería ser pintora y formar una familia, eso la hacía más radical"

Cine

Christian Schwochow: "Paula quería ser pintora y formar una familia, eso la hacía más radical"

26 mayo, 2017 02:00

Christian Schwochow

El director alemán estrena Paula, un biopic donde narra las dificultades que vivió la rompedora artista alemana Paula Becker para poder pintar.

Paula Becker (Dresde, 1876-Worpswede, 1907) no solo fue una mujer de extraordinario talento para la pintura. También fue una persona valiente que se enfrentó a todas las convenciones de la Alemania de principios de siglo para poder cumplir con su vocación. La suya es una historia de lucha contra los prejuicios pero también una bonita, y curiosa, historia de amor con el también pintor de prestigio Otto Modersohn que cuenta con clasicismo el cineasta alemán Christian Schwochow (Bergen Auf Rügen, 1978) en esta Paula, biopic a mayor gloria de esta mujer "fuerte y poderosa", amiga de Rilke, que abandonó la comodidad burguesa para lanzarse a las calles de París a desarrollar una pasión pictórica que la convertiría en una de las artistas más originales de la época. Entre el drama íntimo y una exuberante vitalidad, Paula nos cuenta la difícil lucha de las mujeres en un entorno de un machismo aterrador y es también una sensible aproximación a ese matrimonio atípico pero quizá por eso también cercano y reconocible. Entrevistamos a Schwochow, que también ha estrenado en España Al otro lado del muro, a su paso por Madrid para promocionar Paula. Nos cuenta que el nuestro es el país que más veces ha visitado y conoce. Eso sí, los "alemanes piensan que todo el mundo es vago menos ellos".

Pregunta.- ¿Por qué quiso hacer una película sobre Paula Becker?
Respuesta.- Cuando era adolescente quería ser pintor. Pintaba mucho y me pasaba el día en los museos. Y la verdad es que cuando me ofrecieron esta película no tenía ni idea de quién era Becker. Al conocer su historia me emocionó mucho que esta mujer a sus veinte años tuviera el coraje de enfrentarse a todo el mundo para conseguir cumplir con su vocación de ser pintora. Y no solo quería ser pintora. También quería tener una familia. Eso lo hacía aún más radical. Incluso hoy es muy difícil para muchas mujeres llegar a la cima y creo que la forma en que Paula manejó su matrimonio fue de una modernidad absoluta.

P.- Sorprende el machismo estridente de muchos personajes cuando estamos hablando de una historia que sucedió hace solo cien años. ¿Venimos de la caverna?
R.- No hace falta irse tan lejos. En Alemania el 50% de los directores de cine son mujeres pero solo un 15% de las películas son dirigidas por mujeres. Cuando ves a orquestas sinfónicas por el mundo, sigue sin haber mujeres que las dirijan. El Museo del Prado no dedicó una exposición a una mujer hasta el año pasado (Clara Peeters). Hace poco un artista alemán muy conocido dijo que solo Paula Becker había conseguido ser mujer y tener talento. Desde luego hemos mejorado pero la situación de las mujeres sigue siendo muy difícil. Ahora quizá ese machismo es más sutil y eso también lo hace más complicado. Hay una cuestión básica que son las redes que se crean. Las mujeres que quieren llegar lejos no tienen otras mujeres en las que apoyarse porque apenas hay. En cambio los hombres han creado muchos clubes de poder en los que pueden apoyarse.

Una imagen de la película Paula

P.- En Paula vemos a la rebelde pero también a la mujer enamorada. ¿Le interesaba explorar esa dualidad?
R.- Lo que más me sorprendió leyendo sus cartas y su diario es que al final llegué a la conclusión de que a ella realmente no le importaba lo que pensaran los demás. Nunca habla de ella misma como una víctima. Simplemente ignora lo que le dice la autoridad. En un mundo en el que todos estamos sometidos a una autoridad es admirable la manera en que ella simplemente la ignora. Ella sufrió mucho por ello y puede sonar simple decirlo así pero siempre trató de ser una persona positiva y abrazar las cosas bellas de la vida. Es increíble de dónde sacó esa fuerza.

P.- ¿Cómo quería retratar a ese marido, Otto Modersohn?
R.- Era un pintor muy conocido en la época y sigue siendo muy apreciado en Alemania. Fue un hombre moderno y exitoso. A pesar de ese éxito y de que tenía una gran cultura supo reconocer que era su mujer la que tenía verdadero talento. Eso tampoco sucede de manera muy frecuente ahora. Por supuesto es una historia de amor sobre el dolor pero también es una historia muy bella porque a pesar de todas las dificultades siempre hubo comunicación entre ellos. Por supuesto hubo un momento en París en el que ella estaba muy cansada de Otto pero nunca dejaron de mandarse cartas. Siempre siguieron siendo una pareja. Eso es extraño ahora mismo en un momento en el que la gente rompe con mucha más facilidad.

P.- Esa castidad autoimpuesta en el matrimonio es quizá la parte más difícil de entender.
R.- ¡No se tocaron durante cinco años! El realmente tenía mucho miedo de perder a su mujer después de perder a la primera en el parto. Y de alguna manera creo que se sentía superado por la vitalidad de Paula. Al final se produce una mezcla entre sexo y muerte de gran resonancia metafórica que tiene mucho que ver con la pintura de Paula: madres, bebés, muertos...

P.- Llama la atención ese Rilke que parece un hispter de la época. ¿Cómo definiría su relación con Paula?
R.- El Rilke que vemos en la película no tiene mucho que ver con el Rilke en que se convertiría. Cuando conoció a Paula era muy joven y acababa de llegar de Rusia, por eso va vestido con esas pintas tan curiosas, a lo ruso, que hacen que parezca Jamiroquai. En esa época no era nada conocido. Se sabía que tenía talento y se hablaba un poco de ello pero realmente no tenía un duro y vivía de lo que le daban las mujeres. Tuvo una relación muy estrecha con Paula y tengo la impresión de que él estaba más interesado en ella que ella en él. Entonces no era ese hombre carismático y súper inteligente en el que se acabó convirtiendo.

@juansarda