Una joven prometedora, la venganza del #MeToo
Emerald Fennell debuta en el largo con un filme cargado de humor negro sobre una treintañera que sale a cazar a supuestos ‘buenos chicos’. La película peleará por cinco estatuillas en los premios Óscar
14 abril, 2021 09:27Emerald Fennell (Londres, 1985) ha logrado con su primera película una nominación al Óscar a la mejor dirección. De esta manera, inscribe su nombre junto al de las otras seis mujeres (sí, solo seis, por increíble que parezca) que han aspirado a esta estatuilla en las 93 ediciones de los premios de la Academia de Hollywood: Lina Wertmüller, Jane Campion, Kathryn Bigelow –la única que conquistó el galardón, por En tierra hostil (2008)–, Sofia Coppola, Greta Gerwig y Chloé Zhao, la gran candidata para triunfar en la gala que se celebra este 25 de abril con la recientemente estrenada Nomadland. Es, además, la primera vez en la historia que dos mujeres aparecen entre los cinco candidatos en esta categoría, síntoma de que algo está cambiando en Hollywood desde que el escándalo de los abusos de Harvey Weinstein removiera la industria. Una joven prometedora, como se llama el filme de debut de la directora, que se estrena el 16 de abril, es además producto de todos estos temblores, un filme que sigue la estela contestataria y reivindicativa que desató el fenómeno del #MeToo.
Mujer del renacimiento
Fennell, aunque novel, no es una completa desconocida para los cinéfilos. Rostro recurrente de la teleficción británica, en series como Chickens, Llama a la comadrona o The Crown (donde interpreta a Camila Parker Bowles), debutó en la gran pantalla de la mano del colombiano Rodrigo García en un pequeño papel en Albert Nobbs (2011). Allí coincidió y trabó una gran amistad con Phoebe Waller-Bridge, otra aspirante a actriz en aquella época que ha acabado convirtiéndose en una de las guionistas más prestigiosas del momento gracias a series como Fleabag o Killing Eve. Fue ella quien reclutó a Fennell para que ejerciera de showrunner en la segunda temporada de Killing Eve, donde demostró una gran valentía para retorcerlos hilos narrativos de la serie, lo que ha supuesto el definitivo impulso para su carrera.
Mujer de talante renacentista, Fennell aún ha tenido tiempo de escribir libros infantiles, mientras que sus próximos proyectos serán un musical basado en La Cenicienta, que escribirá junto al tótem del género Andrew Lloyd Webber, y un filme de superhéroes para DC, Zatanna. Definitivamente, Fennell ha llegado para quedarse.
Hechas las presentaciones, solo queda centrarnos en Una mujer prometedora, que aspira a otros cuatro Óscar, además del de mejor dirección: película, guion, actriz para Carey Mulligan y montaje. El filme sigue los pasos de Cassie, una brillante estudiante de medicina que abandonó la carrera siete años atrás en extrañas circunstancias. Ahora lleva una existencia gris y sin ambiciones, vive con sus padres y trabaja en la cafetería de su amiga Gale (Laverne Cox), pero esconde a todos sus allegados una doble vida: por las noches se convierte en una especie de justiciera para enseñarles a los hombres algo tan básico como qué son la empatía, la humanidad y el respeto. Su modus operandi consiste en hacerse la borracha en bares y discotecas hasta que algún galán de pacotilla intenta aprovecharse de ella. Una vez en la casa de él, cuando la situación se encamina hacia el abuso sexual o la violación, Cassie revela bruscamente que está completamente sobria e intimida a esos maltratadores consumados o en potencia para darles una lección.
Aunque es mejor no revelar las motivaciones de Cassie para actuar de la manera en la que lo hace, podríamos calificar Una joven prometedora como un thriller de venganza para tiempos del #MeToo. Es, además, un filme valiente que no tiene miedo de dar rienda suelta a la ira femenina, que normalmente el cine más mainstream ha tendido a opacar, y que, sobre todo, identifica el peligro en aquellos hombres que se calificarían a ellos mismos como ‘buenos chicos’ y no en el clásico violador-psicópata que aguarda en la sombra para atacar a sus víctimas en mitad de la noche.
La directora consigue con la ayuda de actores como Adam Brody o Christopher Mintz Plasse, perfectos en sus escuetos papeles, reflejar el patetismo de esa masculinidad tan tóxica, que siempre se ha tendido a justificar socialmente. El contrapunto lo da el siempre atinado Alfred Molina en un pasaje de la película en el que el arrepentimiento y el perdón hacen acto de presencia.
Compleja e inteligente
En cualquier caso, la intención de Fennell no es la de construir un filme sobre una vengativa superheroína, aunque en los primeros compases del metraje así lo parezca. Cassie es un personaje complejo, muy bien interpretado por Carey Mulligan, una treintañera inteligente con heridas del pasado y una gran incapacidad para seguir adelante. Una chica prometedora puede que esté cargada de humor negro, pero nunca se inserta en el género fantástico y permanece atada a un realismo inquietante.
Eso sí, la directora sabe cómo envolver su propuesta para que sea de lo más pop y apetitosa posible, recurriendo a una llamativa paleta de colores y a una banda sonora plagada de hits como Toxic de Britney Spears o una versión del It’s Raining Men de The Weather Girls, dándoles una inteligente vuelta de tuerca al sentido de sus letras.
Puede que el guion sea algo extremo en sus continuos golpes de efecto y que no tenga mucho sentido que Cassie inicie una relación sentimental con la misma clase de hombre a los que suele atormentar (el esbozo de comedia romántica es lo más forzado y soso del filme, y la química entre el personaje de Mulligan y el interpretado por Bo Burnham brilla por su ausencia). Por momentos, incluso tememos que el desarrollo del personaje acabe llevando la trama hacia sendas algo reaccionarias o excesivamente sentimentales. Pero sin duda Fennell apuesta fuerte en un final que cierra de manera tan perfecta como inesperada esta película que va a generar grandes discusiones en torno a los espinosos temas que aborda.