Margaret Qualley, Jesse Plemons y Willem Dafoe en 'Kind of Kindness '

Margaret Qualley, Jesse Plemons y Willem Dafoe en 'Kind of Kindness '

Cine

'Kinds of Kindness': Yorgos Lanthimos alcanza alarmantes niveles de futilidad masturbatoria

El problema de la nueva película del griego es que ni nos incomoda ni podemos empatizar ni reírnos, solo nos conduce a la melancolía del tedio.

28 junio, 2024 01:44

Las pobres criaturas de Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973) no son de este mundo. Si acaso existen en su cine como espejos muy desfigurados de las sombras rotas de una humanidad trastornada y sin humanismo, carente de compasión o de empatía. O directamente imbécil. Cada vez nos resulta más difícil habitar películas sin rastros de nuestros semejantes, de nosotros mismos. Queda la redención de un humor macabro o de una distancia brechtiana o de una crueldad y un absurdo enloquecidos.

Sin duda, sus películas griegas Canino (2009) y Alps (2011) centrifugaban bajo el síndrome de un cine más allá de la postmodernidad los linajes de Antonin Artaud y Albert Camus, de Bertolt Brecht y Pier Paolo Pasolini. Había en ellas un desconcierto que podía maravillarnos, una suerte de lógica secreta.

Desde el ingreso del cineasta griego en las despensas de Hollywood aliadas con los festivales de postín autoral, pareciera que la poética (por decir algo) a la que ha tratado de mantenerse fiel no ha resistido el canto de sirenas de la autocomplacencia, del todo vale y el onanismo creativo, que cada vez se han hecho más irritantes y pueriles.

En Kinds of Kindness sigue en caída libre hacia la estulticia creativa, que en Pobres criaturas (2023) ya alcanzó alarmantes niveles de rimbombante futilidad, esencialmente masturbatoria. 

Recupera para esta producción al guionista Efthimis Filippou, con quien co-escribió Canino y las apreciables Langosta (2015) y El sacrificio de un ciervo sagrado (2009), y también al tándem de estrellas gustosas de las interpretaciones excéntricas, Emma Stone y Willem Dafoe, en una suerte de artefacto que pone a prueba la mente y el cuerpo no solo de sus intérpretes, sino en primer lugar del espectador no condicionado por el fandom de supuesto pedigrí que el griego parece haber cultivado.

Quien se llevó la palma en Cannes fue el actor Jesse Plemons, invitado a esta fiesta del exceso en la que cada actor interpreta tres personajes distintos para los tres relatos (o antonimias narrativas) que en ella acontecen.

Lanthimos mira a estas pobres criaturas siempre por encima del hombro, invitándonos a reírnos de ellas junto a él, pero maldita la gracia que nos hace. No son pobres porque despierten compasión, sino pobres porque no cruzan la categoría de animales bobalicones.

Ciertamente, cada una de las historias parece alimentarse un poco de la que la precede, como si los actores ocuparan la sombra del personaje que habían interpretado antes para contradecirlo o matizarlo o neutralizarlo, si bien la suma de las partes, o sus conexiones internas, se pierden por el sumidero de la extrañeza por sí misma.

Las tres historias van perdiendo interés y sentido a medida que se desarrollan, partiendo de premisas bien interesantes (un matrimonio bajo la caprichosa tiranía de un jefe hipercontrolador, la esposa desaparecida de un policía que regresa convertida en otra mujer, una mujer en busca de otra con poderes para resucitar a los muertos), pero entregándose a desenlaces más bien arbitrarios que nos colocan poco a poco frente a un ejercicio de onanismo.

La habitual poética del absurdo y la crueldad del griego, sus desvíos surrealistas o su ironía para iniciados se retuercen sobre sí mismos de forma tan autoconsciente que allí donde debería haber vida, tensión, magia, alegoría, nos precipitamos en el desconsuelo del vacío.

Tono gélido y fabulador

Pongamos que hay un hilo recorriéndolas y sedimentándolas. Que lo hay. Por un lado, el tono gélido y fabulador, con la amenaza de lo demencial a la vuelta de la esquina; por otro, la construcción de un mundo donde el amor y la fe se definen a través de sus respectivos enveses, sus contrarios, como si hubiera que encontrar nuevos significados para tan viejas palabras, y en el que, por encima de todo, nunca seremos libres, sino víctimas del control social.

Hay una intención de subvertir las reglas comunitarias, las absurdas normas que el hombre ha inventado para su supervivencia colectiva, mediante modelos rupturistas con las convenciones narrativas. Todo es como un simulacro de nuestras perversiones, nos invita a pensar cada uno de los personajes, como si pudiéramos vernos en ellos reflejados.

El problema es que si no nos incomoda (que no lo hace, a pesar de su ansiedad provocativa) ni podemos empatizar o al menos reírnos, entonces nos aburre, nos conduce a la melancolía del tedio durante 165 minutos de extrañeza gratuita, sin suspense.

La arbitrariedad conduce a eso, a que no nos importe qué ocurre con la mujer y su doble, ni por qué ni cómo les ocurre lo que les ocurre a estas estúpidas criaturas de otro mundo, todo ello bastante inenarrable: descuartizamientos, sexo grotesco, vómitos, heces gastronómicas, efluvios corporales de sangre, semen y demás.

Emma Stone y Joe Alwyn, en 'Kinds of Kindness'

Emma Stone y Joe Alwyn, en 'Kinds of Kindness'

A la vista de los placeres y euforias que provoca en algunos públicos no precisamente minoritarios o invisibles, sino ruidosos y entusiastas, nos gustaría que el último Lanthimos nos gustara, la verdad. O al menos nos interesara una pizca. Es como si nos estuviéramos perdiendo algo valioso. Puede ser.

También desearía que las casi tres horas invertidas en este supuesto mosaico de tragedias a las que pueden conducir las buenas intenciones (“formas de generosidad”, podría ser la traducción del título) tuvieran de hecho algo de generosidad que no se mida en metraje, sino en aprecio y respeto por la sagrada suspensión de la credibilidad que toda ficción reclama para sí misma. Este cronista se ha suspendido, sí, pero lejos, muy lejos, de lo que acontecía en la pantalla.

Kinds of Kindness

Dirección: Yorgos Lanthimos.

Guion: Yorgos Lanthimos y Efthimis Filippou.

Intérpretes: Emma Stone, Willem Dafoe, Jesse Plemons, Margaret Qualley.

Estreno: 28 de junio