Pilar Palomero estrena 'Los destellos': "Que un filme sea íntimo no significa que necesite menos dinero"
- La directora estrena la adaptación de un relato de Eider Rodríguez con Patricia López Arnaiz y Antonio de la Torre en el reparto, en el que aborda el tema de la muerte apostando por vivir intensamente.
- Más información: 'Los destellos', un riguroso melodrama que eleva el nivel del Festival de San Sebastián
Pilar Palomero (Zaragoza, 1980) está construyendo una de las filmografías más sólidas del cine español actual. Con su ópera prima, Las niñas (2020), un sensible ejercicio de memoria sobre su propia infancia, ganó el Goya a la mejor película.
Con La maternal (2022), sobre la vida en un centro de acogida para madres menores de edad, consiguió para la debutante Carla Quílez el premio a la mejor interpretación protagonista de San Sebastián. Este mismo festival se ha rendido ahora ante su nuevo trabajo, Los destellos, que adapta el relato de Eider Rodríguez Un corazón demasiado grande (Random House, 2019).
Película sencilla en su desarrollo, pero intensa emocionalmente, sigue de manera rigurosa el punto de vista de Isabel (Patricia López Arnaiz, ganadora del premio a la mejor interpretación principal en San Sebastián), una mujer que se ve arrastrada a cuidar de su expareja Ramón (Antonio de la Torre) cuando es diagnosticado con una enfermedad terminal y su hija Madalen (Marina Guerola) le pide que lo visite regularmente a pesar de que llevan años sin verse.
Un filme que, con extremo tacto, evitando exhibicionismo y miserabilidades, aborda el tema de la muerte apostando por vivir intensamente.
Pregunta. ¿Por qué le interesó el relato de Eider Rodríguez?
Respuesta. Fue el productor Fernando Bovaira quien me sugirió que lo leyera. Me fascinó, no solo por la manera de construir los personajes, sino también porque me permitía profundizar en temas que me obsesionan mucho, como el paso del tiempo o las huellas que dejamos y nos dejan, esos destellos a los que hace referencia el título del filme. Al final, lo llevé a un terreno muy personal, porque tenía ganas de explicar cómo había vivido yo la pérdida de mi padre. Rodar esta película me ha ayudado a explicar cosas que sentí en ese momento y no sé verbalizar.
Distanciamiento voluntario
P. ¿Ha sido muy diferente escribir el guion a partir de una obra previa?
R. Realmente, no. Leí el relato unas cuantas veces y después hice un ejercicio de distanciamiento voluntario. Como quería imprimirle un tono vivencial, incluí experiencias propias. También sustituí Hendaya, que es donde ocurre el relato, por mi pueblo de la infancia, Horta de Sant Joan, en Tarragona. Y busqué referencias en otras películas. Me inspiró mucho Los demás días (2017), de Calos Agulló, un documental sobre cuidados paliativos en el que aparece el grupo de profesionales que acabé incluyendo en la película.
P. Uno de ellos dice que la presencia de la muerte hace la vida más interesante…
R. Sí, se llama Pablo Iglesias y la frase es cien por cien suya. Las personas que se dedican a esto tienen un conocimiento más intenso de la condición humana. Así que mi objetivo era grabar a Pablo como si estuviera en una de sus visitas, porque no hay nada que yo pudiera escribir que estuviera a la altura de lo que él pueda decir. Y en cuanto dijo esa frase tenía claro que iba a estar en la película, porque me resonó mucho. Cuando murió mi padre, fui más consciente de la vida. Recuerdo estar en una cafetería y sentir más que nunca antes como el sol me calentaba la piel, el sabor del café…
P. ¿Por qué nos cuesta tanto enfrentarnos a la muerte?
R. Nos da miedo. Hacemos cosas raras si surge el tema, como tocar madera. Pero no hace tanto lo raro era vivir. Ahora la esperanza de vida es mucho mayor, y eso hace que la muerte nos pille por sorpresa.
P. ¿Por qué evita los aspectos más dolorosos de la enfermedad de Ramón?
R. La película está narrada a través del punto de vista de Isabel, y quería que el espectador se sintiera como se siente ella. Todos hemos perdido de vista a alguna persona que fue muy importante para nosotros. Es una persona que quizá tenemos borrosa, que no queremos ver con nitidez, pero que ha dejado su huella en nosotros, y nosotros en ella. Es una película, por tanto, que habla del reencuentro, pero no va de una expareja que se vuelve a enamorar. Se trata de un amor con mayúsculas, un amor humano, de familia.
P. Es la primera vez que cuenta con un reparto completo de actores profesionales…
R. Cuando decidimos que estuvieran en la película Patricia y Antonio, les expliqué cuál era mi método de trabajo, porque no me enfrento a la dirección de una manera clásica. Me gusta aproximarme al trabajo desde el juego, incluso en los momentos más dolorosos. Ellos tienen años de experiencia y les he podido pedir emociones muy concretas, que van modulando y encontrando. En ese sentido, ha sido un trabajo muy gustoso. También hicimos una convivencia de dos semanas antes del rodaje y me fijé mucho en ellos. Después reescribí el guion con cosas que habían surgido ahí, incluso cambiando la personalidad de los personajes para que sea más afín al actor que lo interpreta.
P. ¿Hay espacio entonces para la improvisación?
R. Estoy siempre abierta a todo lo que pueda suceder en el rodaje. Pero, para poder improvisar, hay que hacer antes un trabajo inmenso. Una vez que decido a través de los ojos de quién vemos la película, mi trabajo es dar espacio para que ocurran cosas. Y a veces ocurren, otras, no. Y en ocasiones hay que forzar que sucedan.
P. Vuelve a retratar la relación entre una madre y una hija. ¿Por qué?
R. No es un trauma ni nada de eso, me llevo muy bien con mi madre. Pero es cierto, y en mi cuarta película también hay una madre y una hija. Son relaciones que dan mucho juego a nivel dramático porque son contradictorias, una fuente de conflicto y amor inagotable.
P. ¿Va a continuar ahondando en el mismo estilo?
R. La apuesta formal de Los destellos es distinta a la de La maternal y Las niñas, que tenían mucha cámara en mano. Aquí hemos hecho una planificación sobre el papel porque la historia lo pedía. En cualquier caso, no me cierro a nada, pero me apetece seguir haciendo en familia las películas que me gustaría ver. Se habla mucho de que las directoras tenemos menos presupuesto, lo que es cierto, pero que un filme sea íntimo no significa que necesite menos dinero. El presupuesto proporciona tiempo, y el tiempo permite hacer mejores películas. Me interesa el cine artesanal, hecho desde lo visceral, y desde ahí voy a seguir trabajando.