Un fotograma de 'Sorda', con Álvaro Cervantes (izquierda) y Miriam Garlo (derecha). Foto: A Contracorriente / Berlinale

Un fotograma de 'Sorda', con Álvaro Cervantes (izquierda) y Miriam Garlo (derecha). Foto: A Contracorriente / Berlinale

Cine

Eva Libertad presenta 'Sorda' en la Berlinale: "La pérdida del acceso a la cultura de la comunidad sorda es terrible"

El début de la murciana es el único largometraje íntegramente español de la 75.ª edición del Festival. En él, da la palabra a una madre primeriza con discapacidad auditiva. 

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Ángela (Miriam Garlo), nuestra protagonista, suma un peso extra a la mochila de celos, inseguridades y rabietas incorporadas a cualquier maternidad: no tiene claro si le gustaría que su criatura fuera oyente o sorda. Que Héctor (Álvaro Cervantes), su pareja, sí sepa con total certeza que la niña debería oír le duele. No sabe cuándo ha empezado a sentir que su condición era un problema, también para ella.

"Miriam Garlo es mi hermana, es actriz y es sorda", escribe Eva Libertad en la presentación de la película: "Hace unos años empezó a pensar en ser mamá. Hablamos mucho de ello y ella me contó sus miedos y expectativas sobre ser madre en un mundo hecho por y para oyentes". De esas conversaciones surgió el cortometraje Sorda, que fue nominado al Goya. "El largometraje surge de ese deseo de profundizar en la complejidad de la relación entre el mundo sordo y el oyente", un universo marcado por la tensión entre "compromiso y desapego, conexión y amor, pero también los choques y conflictos".

Eva Libertad ha seguido las enseñanzas del Nuevo Cine Español para el dibujo de este momento emocionalmente tormentoso, eso sí, incorporando a la ecuación el prisma cultural que viene con una condición tan relativa y tan impepinable como todas. La fórmula de Sorda resulta familiar (la maternidad diversa en el campo), pero bajo el prisma de la discapacidad la experiencia es insólita… Además, nos preguntamos cómo ruedan los equipos de forma inclusiva con respecto a las personas sordas. Así que hemos aprovechado el estreno en el Festival de Berlín para preguntar a Eva Libertad por las lógicas y los deberes pendientes del cine para con la sordedad.

Pregunta. ¿Habéis podido trabajar también con personas sordas en el equipo?

Respuesta. Pues este ha sido uno de los temas más peliagudos del rodaje. Desde el principio traté de comunicar a la productora que este era un proyecto diferente en este sentido, y que teníamos que conseguir tener un set lo más inclusivo posible. Claro, eso suponía problemas de presupuesto y de todo. Lo que sí hice de entrada fue preparar un dosier sobre la sordera para todo el equipo, desde las cabezas de departamento a meritorias y meritorios.

»Me odiaron todos, porque tenía cuarenta y seis páginas. Era un librito que hablaba de la sordera desde lo cultural, lo médico, lo social, sobre la lengua de signos. También organizamos sesiones de lengua de signos durante la preproducción para que la plantilla tuviera una noción básica de lengua de signos. Y luego, durante el rodaje, siempre tuvimos en el set a dos intérpretes como mínimo.

»¿Qué posibilitó eso? Primero, que para cuando el reparto sordo llegara, el equipo oyente ya tendría una idea de cómo relacionarse con ellos, unos signos básicos y la predisposición. Ahí se generó un set relativamente amable, donde las barreras comunicacionales se habían trabajado bastante. Aun así, se puede hacer mucho más. Porque, aunque estemos dinamitando las jerarquías entre las personas delante y detrás de las cámaras, falta todavía mucho para que también detrás de las cámaras, en los equipos, entren personas con discapacidad.

»El mundo del cine refleja la sociedad en la que vivimos, por lo que tendría que haber un cambio social que el cine pudiera incorporar. Y sí hay muchísimas directoras y guionistas sordas, pero están relegadas a sus festivales de cine sordo [en Argentina, por ejemplo, está el Festival de Cine Sordo, FICSor, que este año celebra su tercera edición y que visitó Matadero hará unos meses]. Falta que las fronteras se abran y podamos comunicarnos.

P. Hablando de comunicación, siento que en cuanto a diversidad, siempre nos faltan o nos sobran palabras.

R. Hacemos lo que podemos, pero desde la falta de conocimiento. No se nos sensibiliza ni se nos educa para relacionarnos con la discapacidad. Hay mucha gente que nombra a las personas sordas "personas no oyentes" para tener más cuidado. Pero las personas sordas no se nombran a sí mismas en negativo, desde la carencia. Ellas y ellos no quieren ser la otredad, el "no algo". Quieren ser una persona, una persona sorda. La "sordedad" o deafhood, es decir, la forma de vivir la sordera, ocupa un lugar de valores culturales y lengua propios, un universo en positivo. El problema surge cuando se enfrentan al mundo. Ángela está preparada para el mundo, pero el mundo no lo está para ella.

»Para lo que nos faltan palabras es para entender y visibilizar que hay tantos tipos de personas sordas como los hay de oyentes. Lo único que comparten es que todas se encuentran con problemas de comunicación. Ángela no es una sorda representante de nada, en absoluto. Es una mujer que es madre, hija, pareja, tiene cuatro perras, vive en la huerta y además es sorda. Con sus luces, con sus sombras, con sus torpezas.

Eva Libertad, directora de 'Sorda'. Foto: Nuria Muñoz / Wikimedia Commons

Eva Libertad, directora de 'Sorda'. Foto: Nuria Muñoz / Wikimedia Commons

P. Por mucho que no sea una tesis, la película tiene una luz que me parece necesaria. Ángela trabaja de lo que quiere, tiene amigos y una familia que la entiende, vive en una casa preciosa en el campo…

R. Queríamos hacer a una persona sorda que fuese dueña de su vida. No una sorda sufriente, en la que el estigma fagocitase todo el personaje. La historia empieza con ella siendo dueña de su vida, y es cuando se encuentra con barreras que sus inseguridades empiezan a aflorar. Es lo que nos pasa a todas, que cuando estamos bien somos estupendas y cuando estamos mal la cagamos continuamente.

P. ¿Qué tal lo están haciendo las instituciones del cine español?

R. Se está haciendo lo que se puede, y siempre películas fantásticas. Pero a nivel institucional no estamos preparados para acoger a las personas sordas, perfectamente hábiles, que hay dispuestas a trabajar. Falta, por un lado, voluntad política para la sensibilización hacia las discapacidades, todas. La lengua de signos se podría enseñar en las escuelas. Es preciosa y a partir de los seis meses ya se puede signar. También falta implementar recursos para que haya intérpretes que acompañen a las personas sordas cuando se enfrentan a barreras comunicacionales. En lo que a los subtítulos se refiere, ¿tú has intentado ver los subtítulos de un programa en directo?

P. Son un horror.

R. Ahora intenta ver los Goya, por ejemplo, siendo sordo. O una película hablada en español en el cine. Las personas sordas no pueden ver cine español hasta que no sale en una plataforma y sólo si la plataforma subtitula. Porque hay algunas que sí y otras que no. La pérdida del acceso a la cultura de la comunidad sorda es terrible. A nadie se le dice que no a nada por la orientación sexual. Ni por la idea sexual. Ni por la procedencia. Pero con la discapacidad no tenemos recursos. Y no estoy culpando a nadie... Yo no sé cómo relacionarme con una persona con una discapacidad motora, porque no se me educa en eso. Así es que todo el peso del cambio acaba recayendo sobre las personas.

"El cine te lleva a preguntarte por los vínculos de tu vida, y en tantas ocasiones los vínculos que más nos duelen, porque son también los que más nos hacen crecer"

P. En los medios hablaremos de tu película como una obra divulgativa, en tanto que visibiliza experiencias que hasta el momento no teníamos tanto en el mapa. A mí, "divulgativo" me parece una palabra fea. ¿A ti no?

R. Sí, como que pierde lo artístico o simplifica.

P. Deberíamos permitirnos ser más divulgativos.

R. ¿Por qué no? Al final, yo adoro los festivales de cine y me siento feliz de que nos hayan seleccionado en la Berlinale, pero hemos hecho esta película para que llegue al público y genere algo. A mí me gusta imaginarla como un lugar de encuentro entre gente diferente. O sea, la primera vez que Miriam me habló de ser madre sorda, le confesé que nunca había pensado en eso. Y es verdad: nunca había pensado en eso, como tanta otra gente. Ahora, ya no me siento tan lejos de lo que le pasa a esta mujer, a la pareja, o a la madre que la quiere y la quiere cuidar, aunque no se entiendan. El cine te lleva a preguntarte por los vínculos de tu vida, y en tantas ocasiones los vínculos que más nos duelen, porque son también los que más nos hacen crecer. Es muy intenso todo.